Crónicas Andinas 2009

Parte 3

Un amable lector me mandó sus impresiones sobre la primera crónica andina que publiqué, diciéndome que vaya soberbia la mía y vaya egocentrismo atreverme a creer que los ángeles no tienen nada más que hacer que estar pendientes de si me sirven pollo o raviolis. Esta anécdota me brinda la oportunidad para abordar un tema que hace tiempo que me apetecía tratar: el de la realidad angélica.

Llevo más de veinte años estudiando de cerca el tema angélico y sobre todo experimentando con él y difundiéndolo y, por lo que he podido deducir, el Yo angélico forma parte de nuestro multiverso particular. Es decir, que en una de nuestras múltiples dimensiones todos somos ángeles. Y según parece, una de las metas a alcanzar en nuestro desarrollo como humanos es llegar a fusionarnos con ese Yo angélico. Es llegar a ganarnos esas alas, que no son más que una aureola luminosa que se desprende de cualquier ser que haya conquistado su maestría...

Cuanto más alejado uno se siente de su Yo angélico, cuanto más lo percibe como algo exterior, más tiende a venerarlo y también a temerlo. A mayor dicotomía entre el Yo Superior y el Yo profano, mayor temor reverente nos inspira lo sagrado. Pienso que esta es una de las actitudes o posturas que la frecuencia del 2012 nos invita a transmutar porque su hábitat natural no es la Nueva Era, sino el parque jurásico.

Por tanto, parece que lo más aconsejable es un total acercamiento y la mayor familiaridad con el Yo angélico. Es darle un trato de coleguilla, como lo hace Rosa, mi hermana del alma en Perú, compañera de carcajadas mil y de incontables irreverencias. Esa es por ejemplo una de sus frases habituales: “Esta pata (significa tío, colega) me la tiene jurada, le he pedido que afloje un poco en sus enseñanzas, que no me exija tanto” refiriéndose a uno de sus ángeles custodios. Ella ha estudiado los libros de Kabaleb y conoce los programas de sus ángeles. Se dirige a ellos como si fueran colegas de toda la vida –así es, en realidad- y obtiene de las huestes angélicas todo lo que ella necesita en cada momento.

Creo que vale la pena contar cómo la conocí: un día me escribió un e-mail desde Perú para comunicarme que quería someterse a una Terapia de Alquimia Genética, le di una cita en Barcelona, pensando que vaya gasto le iba a suponer la terapia. Unos días después me llama para decirme que sus negocios la retienen y me sugiere la posibilidad desplazarme a Perú, diciéndome lo siguiente: “He pedido a mis patas angélicos que me hicieran llegar la plata (dinero) para costear tu viaje así que, por qué no te llevas el material necesario para tus Talleres y Terapias y ya verás cómo aprovecharás el tiempo”. Y así fue, gracias a la acción de sus “patas” angélicos, un maravilloso grupo de gente apareció para colaborar con la organización de los detalles de mi llegada. Luego varios acreedores de Rosa empezaron a liquidar sus deudas y todo marchó como sobre ruedas. Me tiré a la piscina porque no sabía exactamente lo que iba a ocurrir pero confiaba en que sería algo hermoso.

Mi estancia en Perú fue de un mes y di siete talleres y veintitrés terapias, así fue cómo se inició mi aventura peruana.

En el transcurso del viaje de Ida a Perú, coincidimos con un nutrido grupo de gente de edad avanzada, 70-75 años de promedio. Esto nos llamó un poco la atención. Luego, en el hotel en el que pasamos dos semanas, en Ica, se volvió a repetir la jugada: el dueño del hotel nos invitó a compartir su mesa (eso me recordó la serie “Vacaciones en el Mar”) la con un grupo de personas cuyas edades rondaban los ochenta.

Conscientes de que nunca nada ocurre por casualidad, todos los integrantes del grupo hemos acordado hacer una meditación para preguntar qué mensaje nos quiere transmitir esa parte anciana de nuestro ser. Cada uno recibió una respuesta muy interesante, comentaré a continuación la que me vino a mí.

Me introduje en mi pueblo celular, el escenario que vi fue el Machu Picchu y mi pueblo celular apareció como un grupo de Incas. Pregunté si había algún disidente en ese pueblo y se presentó una anciana encorvada apoyada en un bastón, vestida de negro, era un clon de Doña Rogelia (uno de los muñecos de la famosa ventrílocua Mari Carmen). Le pregunté qué le pasaba y esa fue su contestación:

- “Estoy disgustada porque toda la gente del pueblo va demasiado deprisa, a mi me gustan las películas más lentas, que no me trastoquen mis costumbres, no salirme de mi alimentación habitual y de mis sabores favoritos, estoy cansada, no me apetece tanto trajín.”

Se trata de un personaje secundario en mi psique, que no ejerce demasiado poder pero que está ahí. Es cierto que en algunos momentos me he resistido un poco a probar nuevos sabores, como por ejemplo el de la granadilla, una fruta muy parecida a una granada, naranja por fuera pero con pepitas verdes gelatinosas que parecen mocos y que, una vez la fruta está pelada, se mueven como si fuera un alien. Tiene mucha vitamina C pero no he podido con su aspecto. También me resistí a probar boñigas de vaca transformadas en ceniza tras un ritual de Agnihotra (en una próxima crónica contaré de qué se trata, es una práctica muy común en Perú). Parece que ejerce sobre el cuerpo un efecto muy purificador.

Y lo de resistirme un poco a trabajar y querer ir más piano piano es debido a que, nada más llegar, he tenido un desfile de Terapias y Talleres que apenas si me han dejado un momento para disfrutar del paisaje y de sus gentes. Me encanta mi trabajo pero a veces me hago la remolona.

Así que tomé nota y empecé a consumir manjares típicos peruanos en vez de ceñirme a los menús europeos. Y ahora hasta me gustan. Le dije a Doña Rogelia que le ofrecía unas alas para que se elevara y dejara de dar la vara en mi psique. Me despedí de ella con amor y respeto. El efecto fue inmediato: en el hotel empezaron a aparecer mujeres con niños pequeños, una amiga nos invitó a su casa a comer y nos presentó a sus nietecitas. En el avión que nos llevó de Lima a Cuzco estuvimos rodeados de locos bajitos (como llama Serrat a los niños).

Como dije anteriormente, mis amigos también procuraron identificar sus tendencias gagas adscritas al Imserso. Como era de esperar, la experiencia concluyó con una sonora carcajada.

Todo ello nos demostró, una vez más, que como arriba es abajo, que micro y macrocosmos son una continuación el uno del otro, y que todo cuanto ocurre en nuestro teatrillo particular constituye el fiel reflejo de nuestras movidas psíquicas.

Soleika Llop

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Soleika.Que placer sentirte cerca,eres para mí pura isnpiración.Gracias mil.

Anónimo dijo...

jjjj

Luisa Chacaltana dijo...

Muchos iqueños quedamos agradecidos con Rosa, y sus ángeles, por haberte traído a estas tierras. Los talleres que he recibido me han servido de mucha ayuda y estoy gozando ya de los beneficios. Sigan disfrutando de su viaje, que aqui los estamos esperando. Saludos. Luisa

ana dijo...

en la priemra sesion , me dijiste , que era merecedora de cosas buenas , de amor ...sí no confiamos en que nos merecemos esta proteccion angelica y valoramos su trabajo para nuestro crecimiento.....como vamos a poder darnos cuenta ? Prefiero tener osadia y saber que les muestro mis respetos ( aunque nos olvidemos a veces de ellos ) y forman parte de mi ser. ESTOY CONTIGO , SOLEIKA ! UN ABRAZO , ANA

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