Los santos inocentes

Cuando leo en la prensa que un atentado o una contienda han segado la vida de unos inocentes, siempre se dispara en mi un resorte que me lleva a preguntarme: “¿Existen realmente las víctimas inocentes? Etimológicamente, inocente significa no dañino, que no hace el mal. Si consideramos que el mal es la luz disfrazada, el sistema “al revés te lo digo para que te enteres, porque del derecho, no hay tu tía”, podemos deducir que cualquier persona que sea víctima de una agresión –intencionada o fortuita- se ha alistado inconscientemente en las filas de los que captan la luz del revés. Por lo tanto, no puede ser tildada de inocente, por pura lógica.


Que este razonamiento puede engendrar polémicas, lo sé, es lo que tiene moverse en las tierras de la consciencia, uno se vuelve un poco iconoPlasta.

Pongamos como ejemplo el tsunami que arrasó la isla de Phuket hace algunos años. Este es, según conocidos míos que han estado allí, uno de los enclaves con un índice más alto de prostitución infantil del planeta. Quienes se sintieron atraídos por esta isla, sean residentes o turistas, quizás hayan estado vinculados, de lejos o de cerca, con esta temática, en esta vida o en otras. En todo caso da lo mismo porque el tiempo no existe, es un truco para que no todo ocurra al mismo tiempo, como dijo un día Jean Bouchart d´orval.

Mantener relaciones íntimas con un niño o una niña no es más que el último eslabón de un proceso de desnaturalización en la psique. Un proceso que se inició con una falta de respeto y de atención hacia el niñ@ interior, hacia esa parte del ser que promueve la ingenuidad, la apertura de mente y de corazón, la espontaneidad, la capacidad de reír, jugar y disfrutar, de no ver las dobles costuras ni la parte oscura de la vida.

Acallar estas voces, desviar/desvirtuar esta dulce energía hacia el sector de los temores, los condicionamientos, complejos, fobias, prejuicios y controles equivale a abusar de este tierno infante interior. Esta desviación no se hace de forma consciente, simplemente cuando no alimentamos una parte de la psique, su energía es “robada” por otras, los piratas y amigos de lo ajeno no sólo existen en el exterior, sino también en los oscuros meandros de la psique.

Y cuando uno lo hace de forma recurrente, (no sólo en esta vida, sino que puede haber nacido con esta información en su genoma sutil), puede verse vinculado a un lugar como Phuket, o sentirse muy indignado al leer noticias sobre abusos infantiles.

Se me ocurre un pequeño juego: escribir los números del 1 al 10 en 10 papelitos y doblarlos, mezclarlos. Concentrarse, conectar con el nin@ interior y preguntarle su grado de satisfacción, elegir un papelito al azar. Siendo el 1 una total insatisfacción y el 10 la mejor respuesta.

Resumiendo, me inclino a pensar que quienes hablan de víctimas inocentes, desde las tribunas públicas, pertenecen al club de los demagogos.

Soleika Llop

P.D. A mí me salió el 10, y no he hecho trampa, jeje.

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