- Guardo un gran pesar en mi corazón –me contó María Luisa- yo siempre me llevé bien con mi padre, sin embargo un día tuve con él una discusión bastante acalorada. Él se empeñó cierta tarde en salir de paseo conmigo. Le dije que no me apetecía dejar a mi madre sola en casa porque ella no se encontraba bien, y aproveché la ocasión para reprocharle a mi padre sus repetidas faltas de delicadeza hacia mi madre, a menudo tenía la sensación de que no le tenía la consideración que ella se merecía y eso me enfurecía. Así que rehusé salir con mi padre aquella tarde. Dos días después murió de un infarto de forma repentina.
- Interpreto que tu padre intuyó que le faltaba poco para traspasar el umbral y quiso de alguna forma tenerte muy cerca y disfrutar por última vez de tu presencia. Es curioso, me has recordado una situación similar que viví con mi madre, fui a visitarla unos días antes de que se fuera, cuando nada hacía suponer que nos abandonaría tan pronto. Y quise ayudarla en las faenas de la casa, hacerle la comida, la compra pero ella me rogó que no hiciera nada, que lo único que le apetecía es que charláramos y que estuviera a su lado. Y yo me empeñaba en querer hacer, en vez de simplemente estar. Pocos días después entendí su insistencia.
- Así es, yo lo juzgué por no estar pendiente de mi madre y de alguna manera quise castigarlo dejándolo salir solo. Hace años que eso ocurrió pero nunca he logrado quitarme el sentimiento de culpa que me quedó porque él se fue estando yo enfadada con él, sigo sintiéndome muy mal por ello. No sé cómo quitarme de encima esa culpa.
- Imagina que te sitúas en una sala de proyecciones, hay una gran pantalla circular, en ella se proyectan unas imágenes de tu padre y de ti, una media hora antes del momento en que empezasteis a discutir aquel día, poco antes de que se fuera. E imaginas que le dices lo siguiente: “Papá, deseo darte un mensaje, estoy entendiendo que no puede entrometerme en tu relación con Mamá, que no puedo juzgarte, que cada uno de vosotros tiene su ritmo de aprendizaje y sus razones y que yo no soy el sheriff del condado. Estoy entendiendo que tienes muchas ganas de acercarte a mi porque tu alma sabe que pronto ha de realizar un largo viaje, para conocer nuevos territorios, así que quiero animarte y darte fuerzas para este viaje. Parece que sea muy largo pero en realidad estarás aquí a dos pasos, a la distancia de un pensamiento. Estarás en una dimensión en la que no podré palparte pero podré hablar contigo, como lo estoy haciendo ahora.
Y podré decirte cuanto te quiero y cuanto te agradezco todo lo que me has enseñado. A partir de hoy, cada vez que tenga ganas de contarte algo, lo haré y sé que tú me estarás escuchando Así que no hace falta que discutamos, estamos de acuerdo y estoy muy contenta de poder estar contigo en este momento”. Abrazas muy fuerte a tu padre. Imagina que te vas de paseo con él, allí donde más le gusta. Dime cómo reacciona.
- Está andando, contándome cosas de cuando era joven, sus batallitas durante el trayecto de su vida
- Y tú estás encantada de oír todas esas historias y te sientes muy bien y tu madre está muy contenta porque sabe que estáis unidos, y eso para ella es muy importante. ¿Quiere darte un mensaje tu padre?
- Si, me dice:”Siempre estaré a tu lado, tranquila, aunque no me puedas tocar, intento ayudarte y quiero verte feliz”.
María Luisa se sintió tremendamente aliviada después de haber tenido con su padre esta conversación, jugando con la línea del tiempo. Este solo es un breve resumen de su sesión de Alquimia Genética. Y ello repercutirá probablemente sobre el área social y profesional de forma muy positiva, ya que, astrológicamente, es el mismo sector que rige al padre, el sector X de la carta astral.
Soleika Llop
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