“Los judíos son el núcleo, metafísicamente hablando, de la gente elegida de la Tierra. Ellos son un objetivo de eliminación total…son un grupo puramente kármico y guardan el poder de Akash. Para que la Tierra tenga algo que ver con la paz, se tendrá que permitir la existencia de Israel, según les vaya a los judíos, así le irá a la Tierra. Cuando haya problemas en Israel, se presentarán cambios en la Tierra.
Poned vuestros esfuerzos en Jerusalén, en ningún otro sitio, y la paz vendrá. Es preciso enviar
luz a Israel. Los judíos tienen un atributo diferente a cualquier otra civilización que haya existido jamás, intuitivamente, están tomándolo del Akasha. Esas son las leyes astrales: debe existir un núcleo, un grupo kármico que esté ubicado en la rejilla cristalina del planeta y que nunca cambie. No puede cambiar porque es el centro, es lo básico de la humanidad. Han venido a la Tierra con este propósito y ellos son el Pueblo Elegido de Dios para sufrir la energía del centro, para moverse por el planeta, para ser perseguidos y odiados. Dondequiera que vayan, otros los perseguirán para eliminarlos o esclavizarlos. Ese es su propósito porque ellos sostienen el centro del Akasha humano, una posición poderosa de importancia astral. Quien tome su poder se convertirá en el núcleo”.
Veamos lo que dice Kabaleb en distintos libros sobre esta cuestión (entre paréntesis, mis comentarios):
“Quedóse Jacob solo y hasta rayar la aurora estuvo luchando con él un hombre, el cual, viendo que no le podía, le dio un golpe en la articulación del muslo y se relajó el tendón del muslo de Jacob luchando con él. El hombre dijo a Jacob: "Déjame ya que me vaya, que sale la aurora". Pero Jacob respondió: "No te dejaré ir sino me bendices". Él le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". ¡El respondió "Jacob"!. El le dijo: "En adelante no te llamarás ya Jacob, sino Israel, pues has luchado con Dios y con hombres y has vencido.” Génesis XXXII, 24-32
“Todos venimos al mundo con un nombre sagrado, además del profano que todos conocemos. En la composición de las letras del nombre sagrado está la clave de nuestra personalidad espiritual. Si esta personalidad se ve modificada por nuestra acción en el mundo, nuestro nombre sagrado también se modifica. La mayor parte de los seres no utilizan jamás su nombre espiritual porque no tienen relación alguna con los habitantes de los mundos del espíritu y, por consiguiente, no figuran en sus registros. Otros, aún teniendo un nombre sagrado, lo ignoran, porque no son conscientes del trabajo que realizan por las noches en planos paralelos de conciencia.
La palabra Israel está formada por las letras hebráicas Yod-Schin-Reish-Aleph-Lamed, lo cual significa: el pensamiento divino, interiorizado en el ser humano, une la acción divina a la humana para producir conjuntamente nuevas cosechas. Israel designa pues al hombre Dios, creador potencial de un nuevo universo”. (Ahora diríamos, creador de nuevos hologramas).
“El nombre de Israel ha sido monopolizado por un grupo humano que dice ser los sucesores físicos de los patriarcas, pero, siendo esos patriarcas fuerzas espirituales y no físicas, no pudieron dejar una descendencia física, sino meramente espiritual. Tienen derecho al nombre de Israel, y son los auténticos israelitas, aquellos que, perteneciendo a cualquier raza física, han luchado con el ángel del Dios de la izquierda (el camino de la lucha, de la tercera dimensión) y lo han vencido. Siendo Jacob una prefiguración de Cristo y siendo Cristo el representante de Hochmah, el universalizador, solo son israelitas los espíritus universales que han vencido los límites y exclusiones impuestas por las razas, los clanes, las naciones. Los adictos a las nacionalidades, a las lenguas, a las razas, no pueden, en verdad, llevar el nombre de Israel.
Ahora, en ese Tercer Milenio, la nación formada por los auténticos israelitas, se encontrará y se reagrupará. El reino de Israel se acerca, pero no se tratara de que una nación física se eleve y sojuzgue las otras, sino al contrario, será el reino en el que los últimos serán por fin los primeros”. (Lo que Kabaleb llama las razas y los clanes se denominan, desde las neurociencias, áreas de especialización neuronal, o asambleas neuronales cuyo principal fin es defender toda clase de particularismos, toda clase de “ismos”).
Israel representa pues el reino de la Justicia, el reino del Amor; el que nos conducirá a la edificación de la Nueva Jerusalem, la ciudadela anímica, en la que todo será justo y perfecto. Cuando salió el Sol, Jacob había vivido la noche más transcendente de su vida. Desde entonces, sería en la noche oscura que aparecerían las soluciones (la noche oscura representa el Yo interior, el Yo femenino). En la prueba, en el conflicto, cuando parece que vamos a la deriva, de pronto saldremos vencedores del combate y dejaremos de ser Jacob para ser Israel.
Jacob es el símbolo del alma humana en su peregrinaje por el mundo material. Nuestro trabajo humano consiste en abrirnos a todas las corrientes zodiacales. Jacob había conseguido estar conectado con las doce grandes corrientes zodiacales y en la Biblia se expresa este hecho diciendo que tuvo doce hijos, que formarían el Pueblo Elegido, es decir las doce tribus de Israel. (Ahora diríamos: Las doce Capas del ADN sutil, doce caminos a través de los cuales uno alcanza la consciencia).
Pero como Jacob no es un hombre de carne y hueso sino un estado espiritual, el “pueblo “ que nació de él no es un pueblo físico, sino un pueblo mítico. Sus herederos son todos aquellos que han realizado los trabajos internos que consisten en abrir sus almas a todas las corrientes espirituales y que se hallan dispuestos a colaborar en la obra de Dios, de su divinidad interior. Jacob y sus doce hijos simbolizan el estado espiritual del ser humano abierto emotivamente a todas las corrientes vitales, sensible al completo latir del cosmos, el ser que ha creado obras con las doce fuentes de energía primordiales, que son los doce signos del zodiaco, habiendo alcanzado el punto central llamado Tiphereh, es decir, la conciencia.”
Kabaleb, Interpretación Esotérica del Génesis Lección 32.
“Antes de que el reino de Cristo sobrevenga, el pueblo de Israel será llevado cautivo a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por ellas hasta que su tiempo se haya cumplido. Dice Lucas en su evangelio. Israel es la parte sagrada de nuestro ser, todos somos israelitas o lo seremos un día, y con ello no queremos decir que tengamos que encarnar físicamente en cuerpo de raza judía, ya que la auténtica Israel, el auténtico Pueblo Elegido, es espiritual, no físico. Lo sagrado que hay en nosotros debe ser dispersado y vivir cautivo en las naciones, cautivo de todas las partículas que forman nuestros cuerpos a fin de servir de fermento en ellas y llevarlas a su sacralización. El Yo sagrado debe vivir sometido a los distintos países /tendencias internos y constituir en ellos la semilla del Reino, que ha de venir de dentro antes de que aparezca por fuera. Mientras este proceso interno no tenga lugar, Jerusalén, nuestro sagrado santuario, será pisoteado por los extranjeros (es decir, la parte más sagrada de nuestro ser será pisoteada por tendencias “extranjeras”, ajenas a su naturaleza y a su vibración), hasta que lo sagrado se haga sentir en el mundo interno y ponga fin al reino de lo profano”.
Kabaleb, Cómo descubrir al Maestro Interior. Lección 32
Pueblo elegido
“La descendencia de Abraham, no es material, sino espiritual, porque Abraham no es un hombre, sino un Ente, un prototipo. Son hijos de Abraham todos los que, en un momento dado de sus vidas, ponen sus vehículos humanos al servicio de su personalidad divina. Esa descendencia es tan numerosa como las estrellas del cielo y las arenas del mar, porque será toda la humanidad la que, un día u otro, pasará a ser descendiente de Abraham. Abraham es el primer eslabón del Pueblo Elegido, y un día todos seremos Pueblo Elegido, ese pueblo que se caracteriza por su afán de divinizar la tierra, por su empeño en que la vida material sea el reflejo exacto del discurrir de las cosas en los mundos del espíritu”.
Kabaleb, Los Misterios de la Obra Divina.
De todo ello se deduce que Kryon no se está refiriendo a una nación física cuando habla del pueblo de Israel. Los mensajes que llegan de otras dimensiones de conciencia suelen ser transmitidos en un lenguaje metafórico que el canal deberá después saber decodificar. El lanzar los mensajes sin realizar dicha decodificación puede prestar a confusión. Desde esta lógica transcendente, abordada por Kabaleb, se entiende el significado de las palabras de Kryon: “según les vaya a los judíos, así le irá a la Tierra”. Dicho de otro modo, según le vaya a la parte más divina de nuestro ser, así le irá a nuestra realidad terrenal en 3D, de lo uno depende lo otro.
Los judíos, tal y como dice Kryon, representan el núcleo de nuestro ser, un núcleo al que no es fácil acceder cuando las distracciones (“persecuciones”) o árboles de la periferia nos impiden acceder a ese bosque sagrado. Como bien dice Kabaleb, y como también dice la física cuántica, los problemas se arreglan desde dentro hacia fuera, desde la noosfera hacia la realidad exterior. De ello podría deducirse que para arreglar los conflictos que está viviendo actualmente la nación judía, primero una masa crítica de seres humanos ha de acceder conscientemente a su núcleo divino. Se abre de esta manera una nueva ruta neuronal que, a través de los campos mórficos, permitirá que muchas otras personas transiten por esta misma senda. Esto es exactamente lo que estamos haciendo a través de la Alquimia Genética, que es un camino seguro hacia la Nueva Jerusalén celestial, es decir hacia la paz. Así que, siguiendo las sugerencias de Kryon…y de Kabaleb, y de todos los grandes Maestros que han pisado la tierra, conviene mandar luz a esa Israel interior que todos llevamos dentro, al reino del amor y de la justicia.
Soleika Llop
1 comentario:
Me enamore de su blog.
voy a poner un enlace en el mio....
Abrazo
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