¿Traslación o Transformación? Esa es la cuestión



Ken Wilber, en su libro “Después del Edén” (Ed. Kairós) plantea una interesante reflexión sobre el proceso que uno atraviesa cuando decide peregrinar hacia las tierras de la conciencia. Dice lo siguiente:

“Hay una diferencia entre transformación y traslación. Una vez que un individuo se ha transformado a un determinado nivel de conciencia, tiene lugar una traslación paralela de su Yo y de su mundo de acuerdo a las estructuras propias del nuevo nivel.


La transformación es un cambio vertical de las estructuras de la conciencia, la traslación es un movimiento horizontal dentro de una determinada estructura, es un cambio de estructuras de superficie. La transformación es un cambio de estructuras profundas, es una mutación de la conciencia, es como trasladarse al piso de arriba. La traslación es cambiar los muebles de sitio, conservando u organizando un mismo nivel del Yo, equilibrándolo, disminuyendo las tensiones, la incertidumbre, para consolidar un determinado piso del edificio de la conciencia.

En la traslación procuras que las fronteras del Yo no se colapsen frente al vacío, procuras evitar la muerte de este nivel/piso, intentando evitar que Eros supere a Thanatos. En el momento en que Thanatos supera a Eros, la modalidad de traslación tiende a fracasar o colapsarse, esto puede provocar una crisis nerviosa. Eros es la vida, la fuerza, la vitalidad, Thanatos son las presiones, las tensiones, los impulsos desintegradores. Un colapso es una regresión a un nivel inferior. Cuando la traslación en un determinado nivel es imposible, debe tener lugar una transformación.

La auténtica experiencia chamánica es la muerte y transcendencia de la sensación de identidad separada. La crisis chamánica es un retorno simbólico al estado amorfo e indescriptible que precede toda cosmogonía (se está refiriendo a los que los cabalistas llaman el Adam Kadmón, el Yo primigenio), la fuente/esencia/espíritu. La forma esencial de la experiencia chamánica (o de la experiencia alquímica) es cuando Thanatos supera a Eros, entonces tiene lugar una crisis, que implica la aceptación de la muerte del Yo, entonces se supera la traslación y tiene lugar la transformación de los niveles superiores de conciencia”.

He podido observar, en quienes han emprendido un camino de búsqueda espiritual a través de la Alquimia Genética (A.G.), lo que el gran categorizador Wilber describe con tanta precisión: hay quienes se contentan con cambiar algunos “enseres”(léase tendencias) de lugar, desde un plano horizontal, pero sin comprometerse demasiado en el proceso, lo justo como para no despeinarse demasiado. Y generalmente éstas son las personas que suelen quejarse de que no han observado grandes cambios en su vida con la AG. Suelen ser aquellos cuyas crisis, malestar o ansiedad se van agudizando hasta que comprenden que su alma les está pidiendo que desmonten por piezas todos los ladrillos conceptuales con los que han edificado su realidad. Para volver a construir con nuevos planos y sobre nuevas bases. Hay quienes incluso se eternizan en esa etapa horizontal de cambio de muebles esperando que la vida les lleve hasta el límite de su aguante, hasta tocar fondo.

La transformación, es decir el traslado al piso de arriba, puede ser costosa, dolorosa incluso, al principio, porque requiere atravesar una etapa de tremenda soledad en la que uno se pregunta a menudo, como en el chiste de Eugenio: “Si, vale…pero ¿hay alguien más?”. Sin embargo, cuando ha superado esa etapa, se da cuenta de que hay otros seres peregrinando hacia las altas cumbres. En efecto, la falda de la montaña es muy ancha y no es fácil coincidir con alguien, pero a medida que uno va subiendo, los caminos se van estrechando y cada vez cuesta menos hallar compañía.

Y esos peregrinos que uno encuentra camino de las altas cumbres suelen ser mucho más risueños, divertidos, liberados, creativos, empáticos y solidarios que los colegas que pueblan la llanura. Una vez se ha iniciado la traslación, a través de la A.G. o de cualquier otra técnica, se produce un gran alboroto en el mundo celular. Es algo similar al revuelo que se puede producir en un colegio cuando la maestra les pasa a los párvulos un video de Disneyworld, anunciándoles una próxima visita al lugar y mentándoles todas las atracciones que pueden encontrar. Si no se realiza tal visita, los alumnos pueden quedar muy frustrados y alborotarse mucho más.

Dicho de otro modo, cuando iniciamos una traslación, muchas cosas empiezan a moverse en nuestro interior, se libera una gran cantidad de energía, la cual nos prepara para llevar a cabo el próximo paso, que es el de la transformación. Pensemos en la imagen de un grupo de atletas que se están entrenando para un maratón. Si luego, por la razón que sea, el maratón se suspende, es lógico deducir que habrá mucho desencanto en el ambiente. Y a nivel psicológico, ese desencanto se puede traducir en ansiedad, en nerviosismo, en mal humor, en jaquecas, alergias, erupciones cutáneas, desarreglos intestinales y un largo etc.

Suponiendo que alcanzamos las altas cumbres, que hemos abrazado plenamente las energías de la transformación, ¿cuál sería el próximo paso? Pues, emular al Maestro Jesús el Cristo, es decir volver al valle para compartir con quienes lo habitan los aires puros de las cimas, la luz que en ellas hemos podido captar, para alentar a un número creciente de personas a peregrinar hacia los puntos más elevados de su ser.

A buen entendedor… Felices Pascuas a tod@s.

Soleika Llop

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dejar constancia que,la bajada al "valle" implica de igual modo que,se sigue anclado en verdad,amor y conciencia a la "alta cima".No es un paso atrás,sino,un canal para que lo "superior" llegue a otros "niveles" y viceversa.


Saludos familia.

Miguel Angel

Sibila dijo...

El artículo parece corto pero es muy profundo en su contenido.
Traslación y transformación evocan inicialmente los conceptos de función o fin instrumental y de función o fin final, y otros conceptos análogos.
Pero este símil o alegoría de finalidad resulta en vano si no se pasan dichos conceptos a la experiencia chamánica o alquímica, es decir, a una experiencia totalitaria o integral: donde esa transformación deviene una conexión holográfica a través de los sentidos internos. De ahí que también se llame experiencia holográfica.
Sólo así, desde esas técnicas integrales, el yo físico no sucumbe en la traslación y decide transformarse explorando a través de un vehículo -la conciencia- los distintas dimensiones de la realidad; o sea, exactamente lo que permite la TAG y a través de los sentidos internos.
Muchas gracias por todo, Solëika.

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