Abriendo Conciencia, Charlas, Reflexiones, Meditaciones, material creativo de alto voltaje
21-12-12: El Arca de la Alianza
Faltan pocas horas para el Día D, es decir, para que se acabe el mundo…de la divergencia y eclosione el universo de la convergencia, y de la confianza en que la divinidad interior sólo desea lo mejor para su vehículo. Evidentemente, esto no ocurrirá de un día para otro, hace ya mucho que se plantaron las semillas de la conciencia en las personas despiertas.
Mañana, día 21-12-12 sólo se produce un punto de inflexión, parece que el cosmos nos invita a elegir entre la divergencia y la convergencia, entre las tinieblas de la no consciencia y la luz de la vibración crística, la cual en estos momentos está más activa que nunca. Charles Schultz, creador de la serie de historietas “Peanuts”, dijo: “No se preocupen si mañana es el fin del mundo. Ya es mañana en Australia.”
Podríamos decir que la historia humana se divide en dos grandes periodos: el Involutivo y el Evolutivo. Lo que estamos viviendo ahora mismo, y lo que los Mayas han denominado como el fin de su calendario es el fin de la Involución, en el que hemos tenido que atomizar, fragmentar, triturar, descomponer cada pedazo de materia, cada situación para poder analizarla y entenderla bajo todas sus costuras. La Involución se inició cuando salimos de la unidad divina, alejándonos de la fuente para ir en busca de experiencias mil, en ese periodo, nos hemos dejado embelesar por el mundo de las apariencias, las ilusiones y las máscaras.
Hemos estado inmersos en un gigantesco baile de disfraces, moviéndonos al son de las cadencias de Matrix. Llegados a este punto, toca invertir los mandos y empezar a volar hacia las tierras de la fase Evolutiva, toca volver a casa, a la fuente, a la unidad. Toca diluir todas las máscaras, y esto incluye pasar de una estructura de carbón a una de silicio, es decir acercarse a la transparencia, al cuerpo diamantino, a la pureza.
Poner el rumbo hacia la unidad significa darnos cuenta de que somos una mente única, y un cuerpo único, formado por siete mil millones de celulitas. ¿Cabe imaginar que en nuestro organismo las células de las manos no hablen el mismo idioma que las células del pie? ¿O, rizando el rizo, que las células del meñique no se puedan entender con las del pulgar? Dicho así parece totalmente absurdo, pero ese el universo de Babel, en el que nos hemos movido hasta ahora. Recordemos la historia bíblica (que es la de nuestra psique):
“Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras. En su marcha desde Oriente hallaron una llanura en la tierra de Senaar y se establecieron allí. Dijéronse unos a otros: Vamos a edificarnos una ciudad y una torre, cuya cúspide toque a los cielos y nos haga famosos, por si tenemos que dividirnos por el haz de la tierra. Bajo Yavé a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres, y se dijo: He aquí un pueblo uno, pues tienen todos una lengua sola. Se han propuesto esto, y nada les impedirá llevarlo a cabo. Bajemos, pues, y confundamos su lengua, de modo que no se entiendan unos a otros. Y los dispersó de allí Yavé por toda la faz de la tierra, y así cesaron de edificar la ciudad. Por eso se llamó Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de la tierra toda, y de allí los dispersó por la faz de toda la tierra” (Génesis XI, 1-9). Dijo Kabaleb al respecto en sus Lecciones de Interpretación del Génesis:
“Ese intento de construir Babel no debemos tomarlo como algo que sucedió en un periodo histórico determinado, sino como algo que la parte divina de nuestra personalidad, inscribió en nuestra dinámica de manera prioritaria, indicando que la tarea humana primordial consiste en construir la ciudad y la torre que comunique la tierra con el cielo. Se trata, por parte del Yo divino, de levantar un canal de comunicación –simbolizado por la Torre de Babel- para estar en contacto permanente con su vehículo físico. Pero ese plan se vio frustrado por Jehová.
Esta ciudad, con su torre, la encontrarnos en el Apocalipsis de Juan, con el nombre de Nueva Jerusalén. La Voluntad unida de todos los hombres para edificar la ciudad desde la que pueda levantarse la mítica torre, queda programada en nuestra genética sutil, y cuando después de haber tocado tierra, nuestra dinámica nos lleve a volver la espalda a las realidades materiales, podremos edificar la ciudad de los hombres unidos, con su Torre, y ello nos permitirá recibir los dictámenes del Yo divino en directo, sin interferencias que emanan de la tercera dimensión.
Jehová frustró el intento unitario de los hombres, nos dice la crónica. Conquistar la unidad y estar en contacto permanente con nuestra divinidad interna, es tarea primordial de todos, pero antes de que esta tarea pueda ser llevada a cabo, debemos colonizar el mundo material, ya que tal era el objetivo del Creador al iniciar sus trabajos. Esa conquista de la tercera dimensión, impide al Yo divino realizar su programa inicial, el cual queda relegado para más tarde. De todo ello se deduce una consecuencia práctica que podemos formular así: la unión con Dios no es posible, si antes no hemos realizado los trabajos humanos que obligatoriamente tenemos que cumplir.
Pero cuando la etapa de descenso hacía la conquista de lo material haya terminado, el Ego divino procederá al reagrupamiento de todas esas ciudadelas, y habrá en nosotros un solo país, bajo su mando. El plan de Jehová era que todos los hombres de la tierra, en sucesivas encarnaciones, aprendieran todas las lenguas. Una vez aprendidas, cada lengua iría integrándose en las otras, al igual que los ríos afluyen unos hacia otros para acabar derramándose en el mar. Cuando todos hablaran todas las lenguas, ya no sería necesaria la diversidad y podría prevalecer una sola. Cuando esto suceda, el Hombre podrá dedicarse a la construcción de la ciudad sagrada y a la edificación de la Torre”.
Este hermoso texto de mi padre deja bien claro que para emprender el camino ascendente primero es preciso acabar de diluir los lazos que nos atan al mundo fenomenológico, en el que necesitamos poner la mano en el fuego para darnos cuenta de que podemos quemarnos. El mundo en el que ha imperado la máxima “al revés te lo digo para que me entiendas”. En el que ha sido necesario que un hacker infectara millones de ordenadores con un virus llamado “love” para que millones de personas en todos los países pronunciaran a diario o escribieran en la prensa esa palabra. Si miramos esta anécdota con gafas cuánticas, da mucho que pensar. Ese es el universo de la Involución, en el que requerimos que otro ser humano nos pise los juanetes y nos hunda el dedo en el ojo para darnos cuenta de que nos ama (sino, ¿para qué se tomaría tantas molestias?).
Pero ha llegado el momento de salir de este espejismo, de salir de las garras del Faraón, guiados por el Arca de la Alianza. Cuando la divinidad le entregó a Moisés los diez Mandamientos en el Monte Sinaí, también le instruyó para que construyera el Arca de la Alianza, la cual tenía que contener las Tablas de la Ley, y a la vez permitir a Dios conversar directamente con Moisés y su pueblo. Del Arca se dice en las sagradas escrituras que era el vehículo de comunicación de Dios con Moisés, pero además era el lugar en que Dios se presentaba en la Tierra manifestándose en la forma de una nube que aparecía entre los querubines de la cubierta del Arca.
No cualquier persona era apta para portar el Arca, de hecho quienes la llevaban eran los Kohatitas, de la tribu de Levi, a la cual pertenecía Moisés. Las tradiciones narran que solamente personas puras de corazón o que se hubieran purificado previamente podían acceder al aposento del Arca. El Arca es un soporte psíquico, un contenedor virtual en el cual se encuentra todo lo necesario para poder establecer una alianza entre el cielo y la tierra, es decir entre la parte más sublime de nuestro ser –el Yo divino- y la parte más terrenal.
El Arca contenía tres elementos:
* Las tablas de la Ley
* La vara de Aaron
* El mana divino
Las Tablas de la Ley representan las leyes eternas, que son el cuerpo de la Cábala, en el cual se contemplaban 22 estados de la energía que fueron simbolizados en 22 signos, las 22 letras del alfabeto hebraico, que constituyen a su vez la lengua del pueblo elegido. El Pueblo Elegido no es físico, sino espiritual, y está formado por hombres de todas las razas, que han elevado su mirada, han vuelto la espalda a lo material y se dirigen hacia la conquista de la trascendencia.
La vara de Aarón nos hace pensar en el palo de Bastos del Tarot, el cual representa el elemento Fuego, es decir la voluntad, o lo que Rafael López Guerrero llamaría la ecuación de decisión. Cuando empuñamos ese bastón, o ese timón, conquistamos nuestra libertad. En cambio cuando creamos un vacío de poder, dado que el universo detesta el vacío, éste se rellena de forma inmediata con otra voluntad, que nos manipulará o subyugará, como les pasaba a quienes vivían bajo la férula del Faraón.
El mana divino es el cuerpo del pensamiento, es decir nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos, una vez activada la voluntad. El pueblo elegido es aquel que fue en su momento capaz de recibir ese cuerpo del pensamiento y de comprender el lenguaje divino. Las 22 letras del alfabeto hebraico dieron lugar a una lengua que nos permite hablar con nuestra divinidad y comprender sus designios. El cuerpo mental se obtiene después de la travesía del Mar Rojo, es decir después de haber atravesado todas las pasiones humanas. El Arca es la luz que nos guía para salir de Matrix, para ello es necesario pensar por uno mismo.
El Arca de la Alianza se construyó de acuerdo con las medidas indicadas por Jehová y con los materiales propuestos por la misma divinidad. El hombre colaboró aquí por primera vez conscientemente con Dios para construir lo que más tarde sería el templo en el que instalar el Cuerpo del Pensamiento, o sea el templo en el que debía reinar nuestro Ego Superior. El pueblo elegido no podía vivir constantemente según las normas de su recién adquirido cuerpo mental, todavía no lo había interiorizado, era una conquista aún exterior, que transportaba con él por el desierto. El Arca de la Alianza, concebida como un objeto, es pues el símbolo de la relación del hombre con su personalidad divina en una fase previa, exterior.
Hay siempre un momento en nuestra evolución en que el Yo divino nos dirige desde fuera y solo de vez en cuando la personalidad profana penetra en el “tabernáculo” donde se encuentra el Arca para recibir sus directrices. Entonces comunicamos con la divinidad y nos impregnamos de los propósitos de nuestro director transcendente. Luego salimos otra vez al mundo profano y olvidamos los designios del Yo divino.
Los querubines que están por encima del Arca extendían las alas con tendencia a tocarse las puntas, de modo que el espacio que quedaba entre las figuras y el propiciatorio formaba un triángulo sagrado. Ese espacio abierto se llamaba oráculo, y era mediante el cual se comunicaba Yavéh. El triángulo es la primera forma geométrica cerrada, corresponde en Cábala a los tres primeros séfirot: Kether-voluntad, Hochmah-amor-sabiduría y Binah-inteligencia activa. El triángulo representa el orden, la estructura, la normalización, el establecimiento de unas pautas de actuación. Está relacionado con el tres porque tiene tres lados, y el número tres corresponde a Saturno.
Por tanto ver un triángulo (en un sueño, en el transcurso de una terapia o en una visualización) significa que uno tiene que empezar a cerrar, a acotar su realidad, a ponerle límites y a consolidar. Por extensión podemos decir que percibir la figura de un triángulo es indicio de que uno empieza a salir de la dispersión. O de que nuestra maestría interior nos ofrece las herramientas necesarias para que nos centremos. Esa es una de las condiciones requeridas para poder comunicar con la fuente.
Moisés es la parte de nuestro ser que es capaz de hablar con Dios y de dominar las aguas, es decir, el mundo emocional.
Resumiendo, el gran reto que se nos presenta en esta fecha mágica del 21-12-12 es salir de la dispersión babeliana e invertir los mandos para izar las velas hacia la fuente, hacia la unidad y el reencuentro con nuestra esencia; es encontrar nuestra particular Arca de la Alianza, que constituye una conquista interior, para salir de las áreas gobernadas por el ego-faraón. El director de operaciones de la fase involutiva es el ego, el de la fase evolutiva es el ego ascendido, es decir, el Yo Crístico. Quienes sepan activar esta parte de su ser hallarán los territorios de la leche y la miel, encontrarán su tierra prometida en la que la famosa fórmula de “sangre, sudor y lágrimas” no será más que el lejano recuerdo de un pasado que nunca más ha de volver a actualizarse. Somos libres de hacer nuestra elección, pero lo que no podemos hacer es bajarnos del tren de la evolución, hemos de decidirnos por una dirección o por la otra. A buen entendedor…
Deseo a todos los lectores del blog un hermoso viaje hacia las tierras de promesa, y que nunca olviden llenar sus alforjas de risas, poesía, dulzura, delicadeza, creatividad, ternura, entusiasmo y comprensión. No sólo durante el año 2013, sino por el resto de sus vidas.
Aprovecho para anunciar que el día 28 de diciembre 2012 organizo una sanación grupal en Barcelona, Centro New Energy, Viladomat, 88, de 19 a 21h. Aportación: 5e. Tel para inscribirse: 93 454 34 92.
Soleika Llop
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entradas populares
-
Abbá Deb bashmaia jit cuaddás semác. Teté malcutác. Nehbe tzevianac aicanna deb bashmania afbarja. Hab lán lahma desúncuanan iaomana. Ushebo...
-
Este es un libro muy recomendable para los hombres que quieran entender a las mujeres, y para las mujeres que quieran comprenderse a sí mism...
-
Un amigo muy especial acaba de mandarme esta maravilla , sobran los comentarios. Me queman las ganas de compartirla con el mayor número pos...
-
Por Tristán Llop He sacado un extracto de mi libro “Tú Decides ” sobre el uso de los colores en relación con los días de la semana y te lo ...
-
Sobran los comentarios, estas imágenes ponen la piel de gallina. Da que pensar.. Que lo disfruten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario