La Mente Cerrada

Parte 2

Esta es la segunda parte de la interesantísima canalización de Ramtha, cuya Parte I publiqué ayer.

La totalidad de tu capacidad cerebral es inmensa; sin embargo tú, debido a tu pensamiento limitado, sólo has sido capaz de usar un tercio de ella. ¿Para qué crees que es el resto? ¿Para llenar un hueco?

Tu cuerpo se mantiene de acuerdo con tu cerebro y tu pensamiento colectivo, pues cada pensamiento que permites que entre en tu cerebro electrifica y alimenta cada célula de tu cuerpo. Sin embargo, desde que eras un niño y podías razonar en la conciencia social, aceptaste la programación de que debías crecer, hacerte viejo, y luego morir. Fue así, al aceptar ese pensamiento, como empezaste a degradar la fuerza vital dentro de tu cuerpo, porque el pensamiento de envejecimiento envía una chispa eléctrica de frecuencia baja o lenta a cada estructura celular. ..

Cuanto menor sea la velocidad, mayor será la pérdida de agilidad dentro del cuerpo, pues disminuirá la capacidad del cuerpo de rejuvenecer y restaurarse a sí mismo. De esta manera, se da lugar al envejecimiento, y en última instancia, a la muerte del cuerpo. Sin embargo, si te permitieras recibir continuamente frecuencias de pensamiento más altas, enviarías corrientes eléctricas más rápidas y más poderosas por todo tu cuerpo, y éste permanecería para siempre en el momento, y de este modo, nunca avanzaría su edad ni moriría. Pero todos aquí saben que van a envejecer y morir, así que, lentamente, la corriente disminuye más y más.

Aquellas partes de tu cerebro que aún no han sido activadas, tienen la capacidad, con sólo saberlo, de reconstruir cualquier parte dañada de tu cuerpo, sea lo que sea.

En el momento en el que sabes que tu cuerpo puede curarse a sí mismo, ese pensamiento envía una chispa mayor, a través del sistema nervioso central, hacia la parte dañada, lo que causará que el factor de ADN dentro de cada célula se duplique y reconstruya la célula perfectamente. ¡Perfectamente! ¿Crees que esto es milagroso? Así debería ser, y así es.

Tú crees que la única manera de curar tu cuerpo es por medio de doctores y medicinas. Y todo esto funciona porque tú crees que funciona. También se te ha dicho —y lo crees— que no podrías hacerlo por ti mismo, y por eso no puedes, porque este saber interior está presente. Sin embargo, hay personas que han ido en busca de curanderos sabiendo que lo que iban a oír sería una verdad absoluta; y al saberlo, se convirtió en verdad absoluta dentro de su cuerpo; y así, se curaron en un momento. Eso es lo que hace el saber interior, y puede cambiar tu cuerpo de la manera que tú quieras. Tú tienes la capacidad de ser ilimitado, incluso en el movimiento de tu cuerpo, porque fue diseñado para que así fuera.

Cada momento de tu existencia, estés dormido o despierto, consciente o inconsciente, estás continuamente recibiendo pensamiento de la mente de Dios. Y cualquier frecuencia de pensamiento que permitas llegar a través de esta maravillosa energía divina que te mantiene unido, la experimentarás para obtener el premio y la única realidad de la vida, la emoción. Por lo tanto, tú que te sientes infeliz, torpe, malhumorado, temeroso, amargado, enfadado, celoso, apresurado, despreciado, que nadie te ama, ¿qué frecuencias de pensamiento te estás permitiendo sentir? La conciencia social. ¿Dónde está la alegría, preguntas? ¿Dónde está el amor? ¿Dónde está la eternidad? ¿Dónde está Dios? Sólo a un pensamiento de distancia.

¿Por qué no conoces todos aquellos magníficos pensamientos que atraviesan tu espíritu a cada momento? Porque no has querido conocerlos. Has elegido vivir en la sombra de la conciencia social, vestir, actuar y pensar como el rebaño. Tú has elegido encajar en ella, ser aceptado, para que así pudieras sobrevivir. No quisiste saber, porque contemplar los pensamientos de que eres soberano, de que eres Dios, de que vivirás para siempre, y de que lo sabes todo, significaría ir en contra de tu familia, tus amigos, tu religión y tu país. Entonces, entregaste tu poder. Entregaste tu soberanía. Olvidaste tu identidad. Cerraste tu cerebro. La razón por la que estoy aquí es para enseñarte cómo abrirlo de nuevo.

¿Quién es esta figura religiosa llamada «Dios», ese misterio infinito que el hombre ha estado buscando tan desesperadamente durante milenios? Es el pensamiento y su capacidad de recibirse a sí mismo, y al hacer esto, transformarse y expandirse a sí mismo. Eso es todo lo que Dios es: la totalidad del pensamiento, la eminencia de la vida. Y precisamente dentro de tu ser tienes el poder de convertirte en Dios completamente. ¡Completamente! Pues si usaras plenamente todas las facultades de tu cerebro, en estos momentos te hallarías en las fronteras de la eternidad; conocerías todo lo conocido; serías los colores del sol, las profundidades del mar, el poder del viento, y las estrellas en el horizonte.

¿Qué es aquello que te impide conocer y convertirte en la totalidad de Dios? El ego alterado. Porque el ego alterado amputa a Dios al rehusar aceptar todas las frecuencias de pensamiento que Dios es, para así vivir a salvo y seguro. sin ser dañado. Por esto el ego alterado es, en verdad, lo que se llama anticristo», porque niega que tú eres hijo de Dios. No te permite aceptar el pensamiento y darte cuenta de que tú y el Padre sois uno y el mismo; de que tú eres el principio divino e inmortal que tiene el poder de crear la eternidad y el poder de crear la muerte.

El anticristo es el ego alterado, y su reino es la conciencia social. Es aquello que no permite el pensamiento ilimitado, y su dogma es el miedo, el juicio y la supervivencia. El Cristo es el hombre expresando plenamente el poder, la belleza, el amor y la vida ilimitada del Padre que vive dentro de él. Es el hombre dándose cuenta de que él es divino y encarnando dicho entendimiento, trascendiendo el dogma, la profecía y el miedo, pues sabe que más allá de la conciencia social yace el vigor ilimitado llamado Dios.

Entonces, el anticristo y el Cristo comparten el mismo templo, y ese templo eres tú. Todo está dentro de ti, porque el Dios que tú eres permite que exista tanto el anticristo como el Cristo. Permite la vida y la muerte. Permite la limitación y lo ilimitado.

¿Has oído la profecía del«Armagedón»? Bueno, tú la has vivido durante toda esta vida. Armagedón es la batalla entre el entendimiento de Dios y el reconocimiento del anticristo, que es el ego alterado que no permite que los pensamientos ilimitados penetren en tu cerebro para una expresión ilimitada. Es la guerra entre la conciencia social y el saber interior ilimitado. Eso es el Armagedón, no una batalla externa, sino dentro de ti mismo: el conflicto en tu interior entre el Cristo que surge y el ego alterado que tiene el control. Por lo tanto, la profecía se está cumpliendo, de hecho, en estos tiempos.

Ser Dios es ser el conocimiento ilimitado, el ser ilimitado. Ser hombre es ser la criatura limitada que no abre su mente para un mayor conocimiento, que acepta la teoría y no practica la vivencia; que es el pupilo en lugar del maestro, el protegido en lugar del explorador.

Yo te digo: tú tienes la capacidad de saber todas las cosas que hay por saber. Y también tienes la capacidad de manifestar cualquier cosa que quieras. Tú posees la capacidad de vivir eternamente en tu cuerpo, si ese es tu deseo. Pero a todo esto, el ego alterado dice: «No». Y por eso, conocerás al hombre, pero Dios permanecerá siempre como un misterio.” (Pero no se trata de demonizar al ego sino de hacer de él un aliado, de llevarlo a ascender porque en la quinta dimensión necesitamos la colaboración de la mente).

Ramtha

Tomado del sitio http://tierrafirme2012.blogspot.com/2008/02/la-mente-cerrada.html

2 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente artículo, Soleika muchas gracias por compartir la luz que esta presente en todos corazones de los hombres. Sea la oportunidad para desear a todos un venturoso año 2010.
Desde Colombia con cariño, un abrazo, Deisy.

Unknown dijo...

¡Que texto tan ilustrativo!

Es una fuente de información y luz a quienes hemos decidido acceder a la consciencia mediante la Alquimia Genética.

¡Gracias por la difusión del texto Sol!

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