El Miedo a la Luz

Una buena amiga acaba de mandarme este hermoso texto de Marianne Williamson, extraído de su libro “Volver al Amor”, y lo comparto gustosa porque da respuestas muy claras a muchas preguntas. Lo que dice es algo que es fácil verificar todos los días, hasta podríamos aseverar que el miedo a la luz es el principal escollo con el que topamos los seres humanos para penetrar en la quinta dimensión.

Un escollo que está en el origen de muchas patologías mentales, y físicas. Cuesta mucho acercarnos a nuestra dimensión de gigantes. Pero no sólo es una cuestión de ego amenazado sino que lo que subyace principalmente debajo de este temor es el miedo a la responsabilidad que entraña el recuperar nuestra grandeza. Porque nos obliga a actuar en consecuencia, a ser coherentes con ella y a ayudar a los demás a recuperar la suya. Ese es realmente el reto...

“Hijo de la luz, no sabes que la luz está en ti.?

Sólo nuestra luz interior es real. No tenemos tanto miedo de nuestra oscuridad como de la luz que llevamos dentro. La oscuridad nos resulta familiar, es lo que conocemos. "Sin embargo, ni el olvido ni el infierno te resultan tan inaceptables como el Cielo." La luz, es decir, pensar que efectivamente podríamos valer lo suficiente, es tan amenazadora para el ego que le hace sacar sus cañones más poderosos para defenderse de ella.

Alguien que conozco me comentó una vez de un amigo común:

-Tiene un alma mezquina.

-No -le dije-, tiene una personalidad mezquina. Su alma es una de las más brillantes que he visto. Su mezquindad es simplemente una defensa contra la luz. Si dejara entrar su luz y optara por expresar realmente todo su amor, su ego quedaría abrumado. Su mezquindad es su armadura, su protección contra la luz.

Nuestra defensa contra la luz es siempre alguna forma de culpa que proyectamos en nosotros mismos o en los demás. Dios puede amarnos infinitamente, el universo puede apoyarnos interminablemente, pero mientras no coincidamos con la bondadosa apreciación que Dios tiene de nosotros y con el misericordioso comportamiento del universo, haremos todo lo que está a nuestro alcance para mantener a raya los milagros a que tenemos derecho. ¿Por qué nos odiamos a nosotros mismos? Como ya hemos visto, el ego es la interminable necesidad que tiene nuestra mente de atacarse a sí misma. ¿Y cómo podemos escapar de ello?

Aceptando la voluntad de Dios como propia. Y Su voluntad es que seamos felices, que nos perdonemos, que encontremos nuestro lugar en el Cielo, ahora.

No es nuestra arrogancia sino nuestra humildad lo que nos enseña que siendo tal como somos ya valemos lo suficiente, y que lo que tenemos que decir es válido. Es nuestro odio hacia nosotros mismos lo que hace que nos parezca difícil apoyar y amar a otras personas, porque apoyar a los demás equivale a apoyarnos también a nosotros. Cuando hablo en público, siento una palpable diferencia entre las personas que quieren verme triunfar y las que toman la actitud distante de: "¿Ah, sí? Pues, demuéstralo". Las primeras crean un contexto en el que me invitan a brillar, las otras un contexto en el que me desafían a brillar. ¿No es bastante desafío la vida? ¿Hasta tal punto se ha reducido la bondad humana?

Cuando sabemos que el amor es un recurso infinito, que hay suficiente abundancia de todo para todos y que sólo podemos conservar lo que damos, entonces dejamos de criticar a los demás y empezamos a bendecirlos. Hace varios años vivó durante un tiempo en una casa con una muchacha adolescente. Un día me la encontré sentada en la cama con cinco o seis amigas, mirando un cartel de Christie Brinkley. Por más increíble que parezca, esas chicas estaban ahí empeñándose en encontrarle defectos: que en realidad no era tan guapa, o que si lo era, probablemente no era demasiado inteligente...

Dulcemente, les señalé que lo que pasaba era que en el fondo todas deseaban parecerse a ella, pero como les parecía imposible, la criticaban.

-Está bien que vosotras también queráis ser hermosas -les dije-. Cada una a vuestra manera, podéis serlo. Y el modo de conseguirlo es bendecir su belleza, elogiarla, permitirle que sea guapa para que también vosotras os lo podéis permitir. Que Christie Brinkley sea hermosa no quiere decir que vosotras no podáis serlo. Hay suficiente belleza para todas. La belleza es sólo una idea, y cualquiera puede tenerla. Si bendecís la belleza que ella tiene, multiplicáis vuestras posibilidades de tenerla también.

Una persona que tiene éxito en cualquier campo está creando más posibilidades de que otras hagan lo mismo. Aferrarse a la idea de los recursos finitos es una manera de aferrarse al infierno.

Debemos aprender a tener sólo pensamientos divinos. Los ángeles son los pensamientos de Dios, y en el Cielo los humanos piensan como ángeles. Los ángeles iluminan el camino, no envidian a nadie, no destruyen, no compiten, no cierran su corazón, no tienen miedo. Por eso cantan y vuelan. Nosotros, por supuesto, somos ángeles disfrazados.”

Marianne Williamson

3 comentarios:

Mónica L. Cano dijo...

Muy interesante la perspectiva sobre la vivencia de la culpa.
Realmente estimulante
Gracias por tanta luz, Soleika.

Héctor Frigerio dijo...

Hola querida Soleika,casualmente (no hay nada casual) abri hoy y lei este artículo,porque me acontecio de sufrir los ataques do ego de una persona con un potencial de luz enorme,pero que ella se ve a si mismo pequeña,es difícil ayudar ,gracias porque el texto me ilumina y me da esperanzas.Un abrazo de Porto Alegre y gracias por tus articulos tanhumorados alegres profundos inteligentes y luminosos

Juan Ignacio dijo...

Muy bueno el blog, no lo cierres nunca!!

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