una de vaqueros

El ejercicio que publico a continuación forma parte de lo que yo llamaría "las joyas de las corona", la crème de la crème de los ejercicios. Pertenece a una persona que lleva ya mucho tiempo bucándose a si misma y que practicamente ha llegado al final del proceso de la Alquimia Genética. Como siempre, entre paréntesis, mis comentarios...
"Primer escenario: unas colinas verdes. De repente aparece una grieta gigante, como si se hubiera producido un terremoto y sale, desde el interior de la tierra, un prisma gigante de cristal, es una pirámide de base cuadrada. (La tierra, en la psique, suele representar la realidad de la persona, la base sobre la que se mueve, pero en este caso la base era una Capa de su ADN relacionada con la espiritualidad, los cambios, la capacidad para penetrar en otras dimensiones, para ir más allá de uno mismo. Una pirámide es una estructura pensada para relacionar el cielo con la tierra, es decir la parte más elevada e implosionada del ser con su día a día y con sus chakras básicos. Al activar esta Capa de su ADN pronunciando su nombre en hebreo 9 veces, surge de su psique esta estructura).

Pido ayuda al guía -que es Jesús- y le pregunto qué significa esto y me dice: " representa la conexión (con tu yo espiritual) irrumpe bruscamente en el escenario de esta Capa porque no utilizas todo su potencial, te resistes a sentir su fuerza y la apartas de tu día a día, ven conmigo, hemos de recorrer muchos senderos."

Aparece otro escenario, un desierto (un desierto es un territorio psíquico sin colonizar, sin explotar, al que le falta agua/amor porque la persona no le presta atención), a lo lejos una figura se acerca, es un vaquero con la cara sucia, arrugada, parece muy cansado. Me dice : "llevo varios días sin comer y sin beber y casi no tengo fuerzas para subirme a mi caballo" (esta persona no alimenta este potencial explorador, no lo energetiza, lo tiene muy descuidado). Le pregunto de dónde viene y me dice que de la "ciudad de los nombres". Le pregunto por qué se ha ido de esa ciudad y me dice que por miedo a no saber sonreír. Esta ciudad está más allá de los desiertos, en el cruce de los caminos.

Le digo que me lleve a esa ciudad pero se niega, insisto y de repente se pone histérico suplicándome que no le obligue a ir, se arrodilla delante de mi llorando diciendo que no quiere ir. Entonces, lo cojo de la mano y, mirándole a los ojos, le digo que lo necesito, que necesito su ayuda para liberar la suciedad de su cara, que necesito comprender por qué huye de esa ciudad, que necesito sentir la fuerza del lugar donde se cruzan todos los caminos ("pongamos que hablo de Madrid", que diría Antonio Flores... este enclave, en la psique, permite acceder a cualquier lugar, a cualquier plano o dimensión).

Le digo que me tiene que ayudar porque sólo así podrá liberar su cansancio y tener siempre agua y comida para su caballo y para poder cabalgar. Parece que le he convencido, le ayudo a subir a su caballo (en la psique, el caballo representa un ardor que nos levanta del suelo y nos lleva más deprisa de lo que nos permiten nuestros pies, encumbrando nuestra naturaleza psíquica y lanzándola al combate), me coloco detrás, empezamos a cabalgar por el desierto y de repente el desierto se acaba. A lo lejos se ve una llanura, un paisaje muy bonito (parece que en esa parte de su ser que se ocupa de lanzarla hacia nuevas aventuras -el vaquero- espirituales, hacia nuevos descubrimientos, hay un disidente que está agotado, es decir que a ella de alguna manera le da un poco de pereza explorar su propia psique, no alimenta lo suficiente esta tendencia. Sin embargo, en cuanto se decide a subirse a esa fuerza llamada caballo, aparece una realidad mucho más agradable, se acaban los territorios sin agua e inhóspitos, de su psique, pero también de su vida).

Seguimos cabalgando, llegamos a una llanura desde la que se ve el Cristo de Río de Janeiro (se empieza a mover la fuerza crística). El vaquero baja del caballo, se arrodilla al borde de un precipicio y me dice que no puede continuar, que eso es demasiado alto para saltar. Entonces oigo una voz que me dice: "pregúntale cómo se llama" y me contesta: "no puedo decírtelo". Le digo que necesito saber quien es para poder saltar a la llanura y llegar a la ciudad de los nombres y me dice que hace mucho tiempo que olvidó quien era y que por eso no puede decírmelo (esta persona se olvidó de su extraordinario potencial espiritual, de su poderío, de su identidad profunda). "?Es por eso que huyes de esa ciudad, porque no sabes quien eres?" Y me dice que si, que en esa ciudad él no encaja.

Pregunto a Jesús qué debemos hacer para recordar y me dice : "Debéis lanzaros los dos al precipicio con el caballo, entregaros al vacío, sólo entonces encontraréis respuestas" (esto me recuerda aquella escena en la que Indiana Jones ha de saltar a un precipicio, su padre le dice que lo haga, que saldrá un puente, él se resiste porque no lo ve pero al final salta y aparece el puente, es de alguna forma vaciarse de todo lo que uno sabe, de todos los condicionamientos, patrones y demás fardos y lanzarse sin temor al descubrimiento de uno mismo).

El vaquero empieza a patalear, a decir: no pueeeeeedooooooo" pero lo abrazo, le digo que no está solo, se calma, me hace prometer que no le dejaré de la mano en el salto, saltamos y de repente le salen una salas al caballo (se transforma en Pegaso, el caballo alado, una fuerza psíquica que nos permite elevarnos mucho más aún que un caballo normal y descubrir nuevos parajes) y empezamos a volar, el vaquero no da crédito a lo que está pasando, empieza a reirse a carcajadas, volamos hacia arriba y abajo, aparece un Arco Iris gigante (simboliza la armonía reencontrada en el mundo emocional), nos dirigimos hacia él y nos fundimos en él, nos confundimos con todas sus frecuencias, somos el Arco Iris.

De repente, aparece un rayo de color verde muy intenso que penetra en el corazón del vaquero y en el mío y veo como unos animalillos diminutos y negros (los miedos) con forma de gusano que salen del corazón del vaquero diciendo: "nos tenemos que ir, ha recuperado sus alas". Y les damos las gracias por haber estado y por habernos ensenado tantas y tantas cosas. Vamos volando con el caballo, ya no tengo que abrazar al vaquero (se han esfumado los miedos), estamos muy contentos.

Aterrizamos en la llanura y cuando bajamos del caballo, el vaquero me da las gracias por haberle ayudado a volar. De repente, llegamos a un bosque, se levanta la pirámide de cristal, la empiezo a girar cada vez más rápido y al girar aparece la cara de Jesús muy grande en el cielo y me dice que tengo que activar la llave sin la mente. Lo hago, la llave gira cada vez más rápido, de repente el vaquero se eleva del suelo y se convierte en un ángel (ahí he de confesar que me he emocionado mucho al leerlo, esta persona está recobrando el contacto con su yo angélico, después de haberse hecho la remolona, es algo tremendamente hermoso) y me dice: "Yo soy el ángel de las nieves que estaba encerrado detrás de la tez oscura y arrugada del vaquero, yo soy quien activa el calor que derrite la frialdad de la escarcha que se había almacenado en esta capa de tu ADN. Aquel que convierte en calor tu miedo a volar y que te ayudará a entrar en la ciudad de los nombres a través del tiempo."

Me coge de la mano, volamos con el caballo alado, siento que me elevo como nunca lo había hecho en toda mi vida !! veo a lo lejos la ciudad de los nombres (la Nueva Jerusalén), todo es de cristal, figuras geométricas y de repente suena mi despertador, su música me dice que necesito conectar con frecuencias musicales que me ayuden a caminar por la ciudad de los nombres. Aparece Jesús en el cielo y me dice: "La música saldrá de tu corazón cada vez que la llames, para hacerlo, interpenetra tus cuerpos con el Arco Iris, él posee todas las notas, cada vez que lo hagas, aparecerá la música que necesites en cada momento. Los tiempos van a descifrar los enigmas que se esconden en esta Capa de tu ADN, ahora has llegado muy alto, has llegado al lugar dónde el idioma es la música y los silencios, ha llegado el momento de hablar con tu corazón."

Doy las gracias al ángel por haberme conducido hasta esa ciudad, nos abrazamos, en este momento un calor invade mi chakra 4 (corazón), la conexión es muy fuerte, otra vez la llama verde me penetra. Mientras la noto voy bajando hasta el suelo de la ciudad, al tocar el suelo veo el ángel que me mira desde arriba y me dice: "desde los chakras de tus pies, conéctate con el núcleo de la Tierra, sólo así podrás elevarte con la frecuencia de tu corazón, utiliza el color verde para hacerlo. Que la luz de tu corazón invada los senderos y que así sea!".Y se aleja hasta que se confunde con el cielo.

(Y ahí acaba -por hoy- esta increíble aventura iniciática, me resistía un poco a publicarla en el blog porque la quería guardar para el libro que estoy elaborando pero me sentía mal, es como tener un exquisito pastel en la nevera y no querer sacarlo cuando vienen los invitados, espero que los lectores del blog lo disfruten y saboreen tanto como yo. Boccata dí cardinale para el alma... Bon appetit !!

P.D. Desde este ordenador alemán no puedo acceder a los códigos habituales para manejar el blog, así que si sale el texto con algún defectillo, lo siento..

1 comentario:

Picorela dijo...

Muy bonito.Mientras iba leyendo mi imaginacion volaba a esos paraisos.Sigue compartiendo con nosotr@s estos relatos tan bellos.Un saludo de Pili

Entradas populares