El Secreto de Asis

Hay libros y … LIBROS, el Secreto de Asis, de Daniel Meurois Givaudan, es de esos últimos. No sólo por la delicadeza, el arte, la diplomacia, la dulzura, en definitiva, el amor, que rezuman sus caracteres sino por su contenido, que para muchas mentalidades será sin duda revolucionario. Es un canto a la reunificación entre el Sol y la Luna, entre la parte “hereje” y la parte “cristiana” de nuestra psique. Francisco de Asis –sobre cuya biografía y obra versa el libro- como todos los grandes líderes de masas que han sabido crearse una cohorte de seguidores, se ha transformado en un arquetipo, en un modelo de actuación...

Representa, entre otras cosas, una tendencia que se ha empoderado de muchas psiques y que ha generado no pocos estragos, dejando tras de sí un inmenso camposanto sembrado de cruces, de cadáveres. Es la tendencia que nos lleva a interpretar las Sagradas Escrituras en un sentido literal, al pie de la letra. Y eso se aplica a cualquier manifestación del espíritu, bajo la forma de una iluminación repentina, de una canalización y demás.

Una tendencia que llevó por ejemplo a Francisco de Asis a partirse el esquinazo en la reconstrucción física de la capilla de su pueblo, tocho a tocho, viga a viga, llegando a robar a su propio padre para poder costearse los gastos de la reconstrucción. Simplemente, tuvo una iluminación, un arranque místico en el que se le apareció la figura del Cristo para decirle: “Reconstruye mi iglesia”. Aquel fue un mensaje metafórico que venía de la parte crística de su propio ser y que le decía en realidad lo siguiente: “Vuelve a tu núcleo”.

En efecto, ¿Qué es una iglesia sino un lugar en el que se practica la religión, es decir el “religare”, el volver a conectar con el núcleo de uno mismo? El Cristo le estaba diciendo que reconstruyera en su psique una morada para su personalidad crística, la que es capaz de amar sin condiciones, pero no sólo a los cristianos, sino también a los herejes; no sólo al espíritu sino también al cuerpo, a la carne; no sólo al cielo, sino también a la tierra.

Sin embargo, aquel mensaje, como cualquier mensaje onírico, tenía un carácter multidimensional, no se refería sólo a la persona de Fco de Asis, sino que le invitaba a hacer lo mismo, a reconstruir la “iglesia” crística, en el mundo exterior, en la sociedad a la que él pertenecía.
El episodio en el que Fco de Asis se niega a subirse a un dromedario para realizar un largo recorrido por el desierto (en tierras herejes) aduciendo que su Señor Jesucristo andaba descalzo por los montes y que él no iba a ser menos, es otra interpretación literal y limitada.

Más que discutible, porque obliga a su sufrido acompañante (un hereje egipcio) a hacer lo mismo, es decir a prescindir de un medio de transporte que le hubiera ahorrado muchas fatigas. ¿O acaso era, para Fco de Asis, una forma muy básica de no perder el contacto con la tierra, con ese chakra 1 al que despreció a lo largo de toda su existencia? Cada gesto del Cristo constituía una enseñanza y la de caminar descalzo la podemos interpretar en el sentido de guardar el contacto con las bases, con la realidad, con el suelo firme, pero no significa que para ser un buen cristiano tengamos que llagarnos los pies.

Esto me recuerda un libro de Dominique Lapierre y Larry Collins (cuyo título se me ha borrado) en el que contaban que las monjas de la Orden de Sor Teresa de Calcuta en Nueva York fueron las primeras en atender a enfermos terminales del sida en aquel país, cuando nadie quería hacerse cargo de ellos por temor al contagio. Debido a su encomiable labor, la municipalidad decidió regalarles varias lavadoras para que pudieran ahorrarse el duro trabajo de tener que lavar a mano las ropas de los enfermos. Sin embargo, la superiora rechazó la oferta aduciendo que ellas habían hecho un voto de pobreza, que esto era una de las características de su Orden y que por tanto no podían aceptar ningún lujo.

También les propusieron instalar agua caliente en sus baños y se negaron por la misma razón. Estaban sin duda imbuidas del espíritu de Fco de Asis. Esto suponía para los enfermos de sida un doble karma: el de su enfermedad y el de tener que aguantar aquellas condiciones de vida en un país civilizado. Imagino que más de un lector me llamará hereje por atreverme a hablar en estos términos, pero no me invento nada, ésta es la realidad, pura y dura.

No quiero desvelar la trama del libro para no estropearle al posible lector la sorpresa y la emoción de ir descubriendo paso a paso los extraordinarios secretos de Francisco de Asis, pero me gustaría reproducir unos pasajes que me parecieron muy reveladores, abundando en lo que acabo de exponer:

p. 25.- Nadie puede juzgar a los demás porque nadie conoce el camino que lleva a cada uno a su propio despertar.

51.- Francisco había convencido a todos sus seguidores de que la persona física no contaba para nada.

73.- Uno puede comenzar a elevarse cuando comienza a observar el estiércol pegado a su alma. Cuando ha sido identificado, dejando de mentirse, lo podemos transformar. El estiércol, también es un abono… (Sin duda esto les resonará mucho a quienes hayan hecho la Terapia de Alquimia Genética).

84.- Pasé tanto frío y tanta hambre que terminé por no sentir ya realmente las necesidades de mi cuerpo y me dije que esa era la solución para cultivar mi alma (karma duro).

88.- La compasión no es un maná que nos viene del cielo, nunca será una gracia recibida sin esfuerzo. Se trata del único fruto que nunca se puede comer solo…porque se necesita la mano, la mirada de otro y su corazón para reconocerlo y recogerlo (ya lo sabíamos, pero qué forma tan hermosa de decirlo).

93.- Si Dios contiene en sí la imagen del hombre y de la mujer en su total pureza, no existe razón alguna para que el uno y la otra se teman y se combatan (cuando ambos se equilibran en la psique humana, nace la conciencia).

95.- Dijo un día un hombre sabio: “¿Para qué iba a servir la semilla si no hubiese la tierra para acogerla; y cuál sería la utilidad de la tierra si no hubiese semilla para hacerla más bella? Así son el hombre y la mujer en el corazón de Dios, diferentes e inseparables…pero estrechamente uno e indisolubles.”

96.- La hermana Chiara, de la orden franciscana, tuvo un padre muy violento, al escuchar a Francisco relatar algunos episodios de su vida, ella se hace la siguiente reflexión: “ ¿Me habría hecho conocer Dios la dureza de un padre con el fin de compensar la falta de valentía que habitaba entonces mi corazón? ¿Acaso ante una dulce mirada paterna se habría dormido mi alma infaliblemente?” (Esta reflexión le puede ser muy útil a muchas personas y confirma algo que se ha defendido a menudo desde este blog: que los padres son nuestros espejos, nuestros primeros agentes kármicos y los primeros que se encargan de ayudarnos a crecer, aunque su disfraz nos parezca duro o nos caiga mal).

123.- No vivas en el temor a la carne, pero tampoco te aferres a ella. Es un vestido concedido a este mundo para servir de signo a la verdad. Si la temes, se hará tu dueña, pues lo que huye de ella no vuelve al Padre, a quien todo se debe y del que todo procede. Si amas la carne hasta la ebriedad, entonces te ahogarás en ella y te devorará. En todas las cosas creadas se debe encontrar el equilibrio. (Yo añadiría que lo mismo ocurre con el espíritu, si nos aferramos a él hasta llegar a un extremo, también nos devorará y necesitaremos a un bombero para apagar nuestro fuego)

125.- Cuando se le hace dar vueltas a un asno para que haga mover la rueda de piedra de un molino, hace cien millas caminando; no obstante, cuando llega la hora de desatarlo, el asno sigue estando en el mismo lugar que por la mañana. Así, existen hombres que caminan mucho pero que no avanzan nada. Cuando llega su atardecer, no han visto nada, ni ciudades, ni pueblos, nade lo que sus semejantes han hecho, ni de lo que Dios ha creado mediante su fuerza y sus ángeles. En verdad, estos hombres están ciegos y son desgraciados. Han sufrido durante toda su vida para nada, pues no son sólo sus ojos los que no han visto, sino su corazón que no miraba nada ( a buen entendedor…)

Este impresionante libro contiene muchas más perlas como éstas pero prefiero que sea el lector el que las descubra por sí mismo, en todo caso es de los que dejan huella, como todo lo que ha escrito este autor, por su belleza, su poesía y su profundidad. ¿Se me nota mucho que soy una fan incondicional suya? Gracias a la iniciativa de Ediciones Isthar, podemos volver a disfrutar de toda su obra. Ya que la mayoría de sus libros se habían agotado y habían dejado de ser publicados.

Soleika Llop
http://abriendoconciencia.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Soleika!
Gracias de nuevo por compartir tus lecturas y descubrirme tanta "agua" de bellos cristales en donde ir a beber.
Besazos.
Montse.

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