Superando escollos emocionales

En un artículo reciente, titulado “¡Ojo al subidón!” me referí a los escollos que podemos encontrar en el camino de la ascensión cuando la subida sólo se efectúa desde el cuerpo espiritual, dejando a un lado los otros cuerpos, sobre todo el emocional. He aquí un ejemplo de cómo puede uno explorar su cuerpo emocional, sus propios pozos. Se trata de un ejercicio realizado, desde su casa, por una persona que está siguiendo el camino iniciático de la Alquimia Genética. Hemos trabajado juntos una vez la Capa 3 de su ADN y le toca ahora realizar en su casa otras once inmersiones en su ADN para completar los doce ejercicios de la Capa 3...

Podemos observar cómo su maestría interior le recomienda (lo curioso es que no había leído el artículo mencionado y parece que lo esté ilustrando ex profeso) que baje de la torre (espiritual) en la que se encuentra situado y vaya a visitar a su pueblo celular. Se trataba de bajar a los bajos fondos para ver lo que allí se cuece. Pero antes le llevan a descubrir un espacio psíquico –el “espacio para orar”- en el que pueden juntarse su cielo y su tierra, es decir sus chakras superiores y los inferiores, la parte más elevada de su ser y la que toca el suelo. Allí pueden encontrarse y dialogar. Este es un detalle de gran importancia, si consideramos por ejemplo que la escisión o falta de conexión entre estas dos partes de la personalidad pueden llevar a una persona a padecer ciclotimia, bipolaridad o en casos extremos, esquizofrenia.

La persona del ejemplo descubre un pozo negro que encierra muchos actos de los que se avergüenza, pero no llega a identificar esos actos, sólo siente que es algo que le disgusta. Como no llega a ahondar, el maestro que lo está guiando le dice que esta negrura reaparecerá una y otra vez en sus ejercicios, y ocurrirá hasta que identifique estas tendencias. Si no hay identificación, no se pueden erradicar. La persona ha ido derrumbando muros de incomunicación en su psique, esto también es muy importante, si tenemos en cuenta que la desconectividad celular está en el origen de muchas enfermedades.

Pero lo más hermoso es que, paralelamente a este trabajo interior, a este derrumbe de muros por dentro, se van derrumbando muros por fuera, con la gente del entorno. Porque todo cuanto ocurre en la psique es una prefiguración de lo que pasa luego en el exterior. Podemos observar cómo se alternan las escenas sombrías con otras muy luminosas, lo cual permite subir de forma equilibrada. Veamos pues qué paisajes nos descubre este maravilloso viaje psíquico.


“Me vi a mi misma en lo alto de una torre muy grande. He visto a un maestro sentado encima de una mesa en una sala muy grande. Me ha dicho que llevaba mucho tiempo esperando que yo lo viera. Me ha dicho que si, que estábamos encima de una torre y que podía bajar abajo donde estaba el resto de mi pueblo celular.

Me lleva a algo parecido a un espacio para orar, lleno de alfombras en el suelo. Es a la vez para orar y para disfrutar. Yo solo veía que tanto confort no me gustaba o me daba miedo. El maestro me dice que ese lugar es un punto de reunión y que ahora los de arriba podían juntarse con los de abajo en ese sitio para pasárselo bien y disfrutar y hablar sobre lo que iban a hacer.

Después el maestro me dijo que me quedaba algo por descubrir muy importante. Yo he mirado con él y entonces lo he visto. Toda una parte del aula quedaba cerrada por una puerta. Me he atrevido a abrirla y era un pozo. Este sitio me daba mucho miedo. El maestro me ha dicho que era como un microscopio con el que puedes ver el universo y el tiempo. Me seguía dando miedo y he visto que ese pozo bajaba a través de las piedras como una mancha negra.

Me daba mucho dolor y me hacía sentir muy avergonzada, como si fuera el reflejo de unas muy malas notas. Como una herida enorme y todavía gangrenada. Era como el sitio donde han ido a parar todos los actos de los que me avergüenzo y por los que me he estado castigando. Tanto el maestro como Jesús el Cristo me han abrazado y me han dicho que estaban contentos de que me enfrentara a ese pozo. Que la solución era dejar entrar a los que vivían en la ciudad para que me ayudasen a sanearlo.

Yo sabía que me iba a dar mucha vergüenza dejarlos entrar y que vieran ese pozo. Al final han subido y rápidamente lo han saneado. Ha quedado toda la piedra limpia y ya no se veía negro. El maestro me ha dicho que probablemente aparecerá otra vez y otra, pero que la solución era dejarse ayudar. Dejar las puertas abiertas. Eso ha sido muy emocionante, todas las puertas abiertas para poder entrar y salir. Resulta que al reparar el pozo ha caído toda una pared.

Han aparecido ventanas desde las que se podía mirar afuera. También he derrumbado los muros que impedían ver a la salida de cada puerta de la ciudad. He imaginado que entre todas las torres se crearía libre circulación de gente. He imaginado a los que trabajan en las torres comunicándose entre ellos a través del pensamiento. Quería hacer más trabajo y he hecho derribar todos esos muros enormes que rodeaban y aislaban a las ciudades.

Luego el maestro me llevó hacia una biblioteca-sinagoga enorme. Esos libros eran las historias de todos mis antepasados. Todas esas historias hasta llegar a mi pueblo celular. Desde el principio estaba tan emocionada que me costaba seguir. Era muy feliz de estar allí y sobre todo de ser consciente de que estaba allí. Eso para mí era muy importante. Han empezado a aparecer rostros muy claramente ante mí. La primera mi abuela, una mujer que le hizo mucho daño a mi madre y a mí. Luego mi otra abuela y varios rostros más pero con una fuerza y nitidez muy bestia.

Yo estaba muy emocionada y lo único que sentía era mucho amor. El maestro me ha dicho que debíamos visitar dos sitios, uno arriba y otro abajo. Yo le he dicho que fuéramos primero al de arriba porque el de abajo siempre me daba más miedo. Hemos ido subiendo por una escalera de caracol y pasando pisos y más pisos de libros. Era increíble. Luego muy arriba el maestro ha tenido que empujar una pesada puerta. Yo no sabía que o a quién encontraría dentro. Todo estaba con un polvillo de viejo. He ido entrando y era absolutamente maravilloso porque reconocía la habitación.

Una sala redonda. Era mi estudio, mi lugar de trabajo. Más y más emocionada. Era maravilloso encontrarse ahí. Estábamos Jesús, el maestro de la biblioteca-sinagoga y yo. He abierto una ventana como hago a veces en meditación y todo ese polvo se ha limpiado. Un sitio, mi sitio donde crear, eso me decían. Con toda esa biblioteca enorme a mi disposición. Con todos esos antepasados dándome las gracias. Porque a la vez era como si toda esa biblioteca estuviera disponible gracias a mí. Me hablaban continuamente de crear y del amor. Y que debía sacar todo lo que llevo dentro y que eso sólo se puede hacer con mucho amor y que contaba con todos ellos. Me sentí muy cercana al Padre y eso me fascinó.

Mientras estaba con todo esto también me han llegado imágenes raras de gente machacándose y fustigándose. He bajado con el maestro y Jesús abajo. En la puerta del sótano el maestro me ha dicho que él ya no bajaba que debía bajar yo. Eran siete habitaciones en forma de semi-círculo. Había siete jóvenes comidos por la angustia y también había libros terriblemente manoseados y hojeados. He buscado al personaje que dirigía a esos jóvenes y nada más verlo he sentido un amor y una compasión enormes.

Lo he abrazado llorando mucho tiempo y le he asegurado que ya se había acabado, que ya no quería que me recitase más determinados pasajes. Le he explicado que pasajes malos y buenos había en todos los libros y que ya no quería oírlos más. He subido con él y los otros siete y los he mandado a la luz. Todos los han despedido con mucho amor. Ha sido tremendo. Esas siete habitaciones las he limpiado. Esos libros no eran ni mejor ni peor que otros, sólo que los estaba utilizando mal.

Tras haber pronunciado las frases de la Capa 3 de mi ADN, he visto como si toda la biblioteca se inundara de luz, no solo de fuera por las ventanas, si no que desde donde estábamos salía un potente rayo de luz hacia arriba. Yo estaba tan emocionada que he creído que no debía hacer más”.

Soleika Llop
www.abriendoconciencia.blogspot.com

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