La Función Paterna

Una amiga me comentó no hace mucho que estaba pensando en recurrir a la inseminación artificial porque deseaba tener un hijo, aunque carezca de pareja. Me preguntó cuál era mi opinión sobre esta cuestión y entonces recordé un texto de Nina Canault que leí hace algunos años, sobre la función paterna. Pertenece a un libro suyo : “Comment paye-t-on les fautes de ses ancêtres” (Cómo paga uno los errores de sus ancestros, no sé si hay traducción al castellano).

La autora es filósofa y se dedica también al periodismo científico. El texto en cuestión forma parte de una entrevista que Canault le hizo a Didier Dumas, un psicoanalista especializado en el tratamiento de niños psicóticos. He traducido este texto porque responde a muchas dudas y preguntas que uno se hace a menudo sobre la relación padres-hijos...

- El psicoanálisis le dedica un lugar muy importante al padre. Para Freud, el padre es el lugar en el que se forman los ideales con los cuales el niño construye mentalmente su futuro y crece. Para Lacan, el padre es aquel a través del cual llega la psicosis, en caso de que su función simbólica no sea reconocida en el seno de la familia. Didier Dumas es un gran defensor de la función paterna, le pregunté porque insistía tanto en ello cuando ahora mismo esta función está perdiendo velocidad en nuestra sociedad, tras haber sido una de las piezas clave de la organización jerárquica del poder y de la familia, eso fue lo que me contestó:

- Día a día puedo constatar en mi consulta los problemas que genera este retraimiento del padre. Las consecuencias socio-políticas de esta situación saltan a la vista. ¿Qué es la delincuencia sino muchas veces una ausencia de padre? Acoger a un niño sin padre, tal y como lo favorecen hoy en día las leyes y la medicina, tiene consecuencias dramáticas para la psique humana. En una época en la que numerosas mujeres sueñan con tener hijos ellas solas, nadie les ha dicho que esto equivale a abrir las puertas del infierno. En cuanto llega el niño, se ven obligadas a sustituir el padre por terapeutas, y esto sólo arregla las cosas a medias. Además, resulta muy costoso. Una madre sin padre es, para un niño, un maestro y a la vez un esclavo. Es ante todo una situación sin puerta de salida.

Cuando un niño es educado solamente por su madre, a él puede parecerle muy bien, puede ser tratado como un reyezuelo durante toda su infancia. Pero en el momento de las transformaciones biológicas y psicológicas de la adolescencia, esto puede convertirse en un drama. Si uno lo es todo para su madre, y viceversa, será muy difícil dejarla sin que se produzca cierto drama. Si la ley atribuye la primacía de la madre en la responsabilidad sobre el niño, la paradoja es que a veces se necesitaría otra ley para que los niños tuvieran derecho a divorciarse de su madre.

A nivel global, nuestra sociedad sufre una carencia espiritual cuya primera manifestación es la exclusión del padre. El individuo, y con más razón, el niño (o la niña) no puede ser completo si se considera a sí mismo solamente como el producto del cuerpo de su madre. El hombre y la mujer transmiten tanto el cuerpo como el espíritu. El niño es el producto, tanto del esperma de su padre como de los pensamientos con los cuales la madre ha acogido dicha simiente. Sin embargo, si le debe tanto al útero de su madre como al deseo de su padre, este último es especialmente responsable de su construcción mental.

Ya que no puede llevarlo en su vientre, sólo dispone de su cabeza para poder acogerlo, está mejor situado para concebirlo como el producto de intercambios y transmisiones mentales. La construcción mental del niño depende en primer lugar del padre, la Biblia se hace eco de ello. El padre determina la rectitud, la conciencia y el honor.

Si, en el seno de una pareja, la mujer no puede soportar o le disgusta que su hijo/a se identifique con el padre; si ella ya no está enamorada del padre de su hijo, la consecuencia es que a este padre le resultará muy difícil entender en qué medida su hijo se le parece mentalmente. Si no puede hablar de ello con su mujer, le costará mucho darse cuenta si el niño se identifica con él. Actuando de esta manera, la madre impedirá al niño construirse mentalmente, le impedirá pensar y comportarse de forma autónoma, ya que esto depende de la identificación con el padre…

Si el útero de la madre es la matriz de la existencia corporal, el nombre del padre es la matriz de la existencia mental. Cuando un padre da su nombre a su hijo, no se limita a cumplir son una simple formalidad sino que lo está acogiendo en su psique, para que pueda echar raíces en la suya. Le ofrece un lugar a partir del cual el niño podrá establecer sus normas de vida, su ética particular, sus ideales y su solidez psíquica. El hombre se prolonga tanto como la mujer en su descendencia. Se reproduce mentalmente a través de su hijo.

La construcción mental del niño sigue las mismas pautas que la del cuerpo, se elabora en base a unos materiales psíquicos recogidos desde el exterior: las palabras y pensamientos de sus progenitores. La identificación es el mecanismo a través del cual esto se produce. Si la madre no le proporciona al hijo un padre con el cual identificarse, corre el riesgo de no poder ser nada más que la fotocopia de su mamá. Lo que permite a un niño ser él mismo y evolucionar es la posibilidad de extraer materiales psíquicos, tanto de su padre como de su madre, para luego poder proseguir esta búsqueda fuera de su familia e identificarse con todos los seres humanos. Pero en un principio, todo ello se apoya sobre el derecho a identificarse con el padre.

Ahí es donde las mujeres encuentran muchas dificultades, ellas no piden a los hombres que sean padres, sino que las ayuden a ser madres. En fin de cuentas, les piden que se hagan cargo de las carencias de sus propias madres. Cuando hacen hijos, repiten a su propia madre y no se dan cuenta que lo que piden a los hombres les impide ser auténticos padres, es decir un lugar diferente en el que el niño pueda enraizarse, fuera del cuerpo de su madre. Y se llega a una situación cuya gravedad no debe subestimarse: que el número de familias monoparentales es cada vez mayor, sin contar con el hecho de que un niño sobre dos no vuelve a ver a su padre tras el divorcio de sus progenitores.

- Sr. Dumas, ¿a qué atribuye Ud. esta destitución del padre a cual estamos asistiendo en estos últimos años?

- Las creencias materialistas han contribuido a disolver cualquier pensamiento sobre la transmisión del espíritu y, al mismo tiempo, del estatuto paterno, que es el eje sobre el cual gira. La paternidad ha sufrido una degradación en el seno de la familia, actualmente nadie parce saber a ciencia cierta para qué sirve un padre. La ciencia también ha contribuido a ello. Para la biología médica, el padre se reduce a una gota de esperma, la que se utiliza para fabricar niños en una probeta. Fuera de la eyaculación, los médicos no tienen ninguna representación de para qué puede servir un padre.

Aplican a las madres humanas técnicas que se utilizan habitualmente para la reproducción animal, sin darse cuenta de que una hembra humana no concibe hijos como una vaca y que el futuro padre debe, para pasar del estado viril al estado de padre, “llevar” él también a su hijo. El paso del estado de hombre al de padre no es tenido en cuenta en nuestra cultura. Como tampoco lo es el duelo de un hombre cuya pareja ha decidido abortar en contra de la opinión de él. Existe hoy en día un matrimonio oculto entre las madres y los médicos y esta alianza oculta, nunca reconocida como tal, toma el relevo del dúo tradicional entre los sacerdotes y las devotas del siglo XIX, el cual ya en su momento dejaba a un lado a los padres.

Que las madres se apoyen en la Iglesia, en la medicina o en el estado en vez de hacerlo en el hombre con el que han concebido a su hijo conduce irremediablemente a un incesto virtual madre-hijo en el cual el padre es excluido. Todas estas fórmulas llevan al niño a ser la única fuente de placer y satisfacción de su madre. Y esta es una situación que nunca o raras veces ha sido denunciada.

- Ud. dice que el padre “lleva” también al hijo durante el embarazo de su mujer, pero ¿de qué manera?

- Lo lleva en su cabeza, en sus estructuras mentales, en su deseo. Es indudable que existe una comunicación muy precoz, de ser a ser, entre el feto y sus dos progenitores. Conozco muchos casos de hombres que han sido los primeros en detectar el embarazo de su mujer, lo cual demuestra la comunicación existente entre el embrión y su padre. En Occidente, se empiezan a descubrir los trastornos sufridos por algunos hombres durante el embarazo de su mujer: pérdida del apetito, dolores de vientre, antojos parecidos a los de las mujeres, aumento de peso, insomnio, dolores de cabeza, de riñones, trastornos sexuales, deseo de fugarse, miedos etc…

Pero el hombre occidental nunca ha relacionado estos trastornos con el embarazo de su mujer, los médicos, en general, tampoco lo han hecho. Las mujeres tienen a su servicio, durante su embarazo, una cohorte de especialistas, los padres carecen de ello. No existe para ellos un lugar en el que poder hablar de los trastornos derivados del “embarazo” paterno.

- A niveles más prácticos, ¿cuál sería el rol del padre en la vida cotidiana?

- Vivir con sus hijos, observar cómo se construyen a su lado. Saber hablarles y amarles. El deseo consciente de un padre que su hijo haga esto o aquello obstaculiza la identificación que su hijo pueda hacer con él. En la relación con un padre, lo más importante es poder identificarse con él porque de esta manera el hijo duplica sus funciones mentales, la vivacidad de su espíritu, su gusto por la música o el ajedrez etc.. Este proceso se realiza antes de los siete años. Para que estas transmisiones inconscientes se realicen de forma natural, es preciso no entorpecer al niño esperando de él que sea completamente diferente de lo que somos nosotros. Lo importante es la capacidad de hablar al niño.

El problema es que los padres no tienen ni idea de que son un lugar de identificación. No son conscientes de la forma en que sus hijos se construyen en ellos y no pueden darse cuenta hasta que no se paran a reflexionar sobre ello con su pareja. Y como sea que no lo hacen, esto les lleva a preguntarse muchas veces si este hijo es tan suyo como lo es de su pareja. Es necesario darles herramientas que les permitan observar y comprender de qué manera su hijo se identifica con ellos, se construye en ellos, con lo que ellos son, con sus estructuras mentales.

1 comentario:

Rael Salvador dijo...

Encatado de leer a Didier dumas en castellano. ¿Es tuya la traducción? De entrada, te felicito la aportación.

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