El Equinoccio de Primavera

Publico a continuación un interesante texto de mi hermana Milena, sobre el equinoccio de primavera, seguido de una hermosa visualización.

“Cada año la entrada del Sol en el grado 0 del signo de Aries, que es el punto Vernal, marca el principio del año solar. Es el inicio de las estaciones. Equinoccio significa igual, porque es el momento en que la noche y el día tienen la misma duración...

A partir de esa fecha los días aumentarán hasta el Solsticio de verano, marcado por la fiesta de San Juan, la noche más larga del año, que da paso a la disminución progresiva de los días hasta el Equinoccio de invierno, el 24 de diciembre. Es importante tener en cuenta que cualquier cambio decretado por la naturaleza es un factor determinante en todas las actividades del ser humano, en el caso del Equinoccio, es el Sol.

La celebración de la fiesta de la primavera se remonta a la tradición Celta, era la fiesta del Sol, se rendía culto al astro rey porque simboliza la fuerza, la conciencia, el calor o el Fuego que permite la fertilidad. Los druidas eran los encargados de preparar la celebración, colocaban en el altar plantas medicinales y purificadoras en una rueda de 8 radios, símbolo de la eterna evolución, del infinito, como representa el número 8.

El equinoccio vernal se considera una fiesta de purificación y de plantación no sólo de semillas vegetales, sino de cualquier otra clase de semillas que han de germinar y dar espléndidos frutos. El símbolo de esta celebración es la rueda que evoca el proceso cíclico de la vida, de las estaciones. Es la renovación, la evolución, el renacer de la naturaleza, la interna y la externa. La fuerza activa que dormitaba en el silencio del invierno, y que resurge con fuerza. Es el huevo cósmico de donde nace la vida, el polluelo que empieza a respirar.

Los elementos en esta fiesta están muy presentes. Las Salamandras, los espíritus del Sol, las Ondinas, los del Agua, las sílfides y Elfos, los del aire y los gnomos, los duendes de la Tierra. Es muy recomendable dedicarles un pensamiento de agradecimiento porque ellos son los guardianes de nuestros elementos, sin estas entidades, el mundo no existiría. Es la fertilidad que no sólo le corresponde a la tierra física, sino también a la tierra humana.

En nuestro interior se gestan propósitos que darán hermoso frutos si los regamos y cuidamos de ellos. En el pentagrama de la vida, la estrella de 5 puntas que representa el camino iniciático que todo ser humano debe recorrer, el de los 4 puntos cardinales y la quintaesencia de las experiencias adquiridas, nos encontramos una veces trabajando con un elemento, más que otro, pero el propósito final es que este recorrido acabe siendo el resultado de la armonía interior.

Es importante pues, solicitar la ayuda de la naturaleza en toda empresa humana para que, de este modo, nuestras realizaciones sean fruto de un equilibrio, de un acuerdo entre lo de arriba y lo de abajo. La primavera también nace en nuestro interior y vamos a darle la bienvenida.

Ritual interior de bienvenida a la primavera

La purificación: Visualizamos una llama de color violeta púrpura que se coloca en medio de los riñones, es la puerta del viento, nos visualizamos delante de este Fuego que da calor y refuerza nuestro organismo, lo purifica y quema los miedos. Este Fuego que se alimenta de nuestra energía vital nos ayuda a decretar propósitos. Visualizamos una cartulina blanca, en ella, mentalmente escribimos un propósito concreto, de orden práctico.

La Interiorización: Doblamos mentalmente la cartulina con el propósito escrito y la guardamos en el bolsillo del corazón. Allí cobijamos el decreto, le damos aliento, amor, ternura, sentimos lo bueno que puede ser para nosotros. Lo sentimos con emoción, alimentamos la idea de ver cómo se realiza.

La plantación: Sacamos la cartulina que se ha convertido en un papel de seda de color rosado, puede que tenga lacitos, corazoncitos, dibujos que adornen nuestro propósito escrito. Doblamos ese papel hasta convertirlo en una bolita pequeñita, esa bolita se va transformando en una semilla de planta, de la especie que queramos. Visualizamos una tierra fértil, puede ser un tiesto, una extensión de terreno, un vergel, un campo de flores, de frutos, lo que surja.

Plantamos esa semilla en esa tierra. Una vez plantada, de la punta de nuestros dedos sale un chorro de agua cristalina, es agua llena de luz y de amor. La tierra en torno a nuestra semilla está empapada.

Florecimiento: La semilla está germinando, brotando, asoma al exterior. Es una hermosa planta que crece y crece, al igual que la planta de habichuelas mágicas del cuento, se convierte en un hermoso árbol, con unas raíces poderosamente ancladas en la tierra. Su tronco es fuerte, vigoroso, enorme. Sus ramas, sus flores, sus frutos son espléndidos. Trepamos por nuestro magnífico árbol, es un árbol sabio, bendito, de abundantes frutos. En una de las ramas surge el decreto, el propósito que plantamos. Lo visualizamos claramente, se ha convertido en realidad. Nos recreamos en esa visión, nos alegramos, sentimos amor, y damos las gracias a la creación por haberlo otorgado.”

Milena Llop

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