Publico a continuación un interesante artículo de la Revista Año Cero, que recibí a través de la WEB de Conciencia Planetaria. Me parece importante añadir que los cataclismos anunciados por los mayas no tienen por qué ser exteriores, podemos vivirlos en nuestra psique. En efecto, ¿qué es una erupción volcánica sino la puesta en escena del fuego del núcleo de nuestro ser deseando salir a la superficie, a la conciencia? ¿Qué es un terremoto sino la puesta en escena de una necesidad de nuestra alma de que movamos nuestras bases, nuestras seguridades, nuestros viejos patrones enquistados o nuestros apegos materiales? ¿Qué es un huracán sino la puesta en escena de unas ideas y conceptos que piden a gritos una renovación o un barrido? Y ¿qué es un maremoto sino la puesta en escena de unas emociones que claman por manifestarse o que se salen de madre?
Apocalipsis significa “revelación”, es una revelación que proviene de nuestra personalidad crística, que a su vez la recibe del Yo Divino, del Padre, que es la parte más elevada de nuestro ser. Si la vivimos en nuestro fuero interno, intentando descubrir qué se cuece en los armarios de nuestro inconsciente, si la vivimos a través de las aventuras y desventuras de nuestro pueblo celular (por ejemplo a través de una Terapia de Alquimia Genética), no necesitaremos que salga a escena a través de algún cataclismo.
Las profecías mayas hablan del advenimiento del “sexto Sol” una nueva visión que supondrá «el final del tiempo del miedo» y la construcción de una civilización superior a la actual. El número seis en el Árbol Cabalístico es el que corresponde a Tiphereth/Sol, la sede de la conciencia. El nacimiento de ese “sexto Sol” es por lo tanto el nacimiento de la conciencia.
La “llamarada radiante” a la que se refieren los mayas es el resultado de la conexión con el gran Sol central, es decir con nuestro Yo Divino, es lo que se hace a través de la activación del disco solar.
Este potentísimo rayo de luz es susceptible de provocar “fenómenos sísmicos” en nuestra realidad y de desmontarla por piezas, si nos negamos a vivir este fenómeno desde la conciencia.
A continuación, el artículo mencionado:
“El calendario maya finaliza abruptamente el sábado 23 de diciembre de 2012, 5.125 años después de iniciarse la era del «Quinto Sol».
Según sus profecías, la causa física desencadenante es que el Sol recibiría un rayo proveniente del centro de la galaxia y emitiría una inmensa «llamarada radiante» que transmitiría esa radiación a la Tierra y al resto del sistema solar. Este evento precedería al comienzo de un nuevo ciclo cósmico.
Según su cómputo, habrían tenido lugar ya 5 ciclos de 5.125 años, completando una serie de 25.625 años, período muy próximo al de «la precesión de los equinoccios», conocido como «Año Platónico» o «Gran Año Egipcio», correspondiente a un ciclo completo formado por las 12 eras astrológicas (25.920 años).
Según los mayas, en la Tierra cada ciclo de 5.125 años habría sido el escenario de la aventura de una Humanidad –«una raza» en su concepto– y habría acabado con su destrucción, seguida por la regeneración que trae el siguiente ciclo o «Sol». Al comienzo de éste se produce una sincronización de la «respiración» de todas las estrellas, planetas y seres.
El 11 de agosto de 3.113 a .C. los mayas fijaron el nacimiento del «Quinto Sol» –la era actual– cuyo final llegaría en 2012. La Era del Agua habría acabado con el Diluvio, la posterior a ésta con un diluvio de fuego y la nuestra, llamada «del Movimiento», finalizaría con violentos terremotos, erupciones volcánicas y huracanes devastadores.
La mitología de las culturas antiguas más diversas recoge la memoria de inundaciones catastróficas que tuvieron lugar hace unos 12.000 años y de misteriosas lluvias de fuego, hace algo más de 5.000 años, que investigadores como Maurice Cotterell asocian a un gran cometa que rozó la atmósfera terrestre.
La predicción maya también describe los 20 años anteriores al primer día del «Sexto Sol» con cierto detalle. Este ciclo menor, que ellos denominaban Katum, ya ha consumido casi dos tercios de su duración total. Ello nos permite verificar hasta qué punto se han cumplido sus profecías hasta este momento y, en consecuencia, decidir si su nivel de aciertos merece suficiente credibilidad como para prestarles atención.
El último Katum –denominado por ellos «el tiempo del no tiempo»– habría empezado en el año 1992 de nuestro calendario, después de un eclipse de Sol que esta cultura pronosticó para el 11 de julio de 1991 y que se cumplió puntualmente. En el concepto maya se trataría de un periodo de transición, caracterizado por profundos cambios cósmicos, telúricos e históricos.
Es curioso observar que en septiembre de 1994 se produjeron fuertes perturbaciones en el magnetismo terrestre, con alteraciones importantes en la orientación de las aves migratorias y cetáceos, e incluso en el funcionamiento de la aviación.
En 1996, la sonda espacial Soho descubrió que el Sol no presentaba ya polos magnéticos sino un único campo homogeneizado. En 1997 se produjeron violentas tormentas magnéticas en el Sol. Y en 1998, la NASA detectó la emisión de un potente flujo de energía proveniente del centro de la galaxia que nadie supo explicar.
Otra fecha importante de las profecías mayas fue el eclipse total de Sol del 11 de agosto de 1999, que también se verificó puntualmente. Según el Chilam Balam –un libro sagrado maya–, siete años después del inicio del último Katum (1999) comenzaría una era de oscuridad y las convulsiones de la Tierra –seísmos, huracanes, erupciones volcánicas– aumentarían sensiblemente.
El 11 de septiembre de 1999, sólo un mes después del mencionado eclipse, una misteriosa explosión proveniente del espacio eclipsó durante horas el brillo de algunas estrellas.Las radiaciones de ondas radio, rayos gamma y rayos X multiplicaron su intensidad por 120. Astrónomos como Richard Berendzen y Bob Hjellming, del Observatorio Radioastronómico de Nuevo México (EE UU), calificaron este fenómeno como un enigma «digno de una investigación detectivesca» .
El rayo y la llamarada radiante
Ante estos hechos objetivos cabe preguntarse: ¿podría ser esa misteriosa e inexplicada radiación de 1999 el rayo proveniente del centro de la galaxia que, según los mayas, alcanzaría al Sol antes del año 2012, cuando se dispararan los fenómenos sísmicos? ¿No resulta también evocador de «la llamarada radiante» que, según los mayas emitiría el Sol después de recibir ese «rayo», la igualmente enigmática y anómala explosión solar del 30 de enero de 2005, que ha dejado perplejos y sin respuestas a los científicos?
Después de la potente y anómala radiación emitida por el Sol el 20 de enero de este año se han disparado las erupciones volcánicas, que ya habían experimentado un incremento notable después del eclipse de 1999. En todo 2004 se registraron 31 erupciones significativas.
Sólo entre enero y abril de 2005, se han detectado 21. Y si sumamos los informes sobre nueva actividad de los volcanes que experimentaron erupciones significativas desde 1999, la cifra asciende a 43 para los 4 meses iniciales de este año.
A esta confirmación de las predicciones mayas debemos añadir otras.
Según dichas profecías, a partir del eclipse de 1999 se incrementarían las guerras y la destrucción.
El cono de sombra de este eclipse se proyectó precisamente sobre Medio Oriente, Irak, Irán, Afganistán, Paquistán e India, señalando un área sacudida por los conflictos más sangrientos y la amenaza permanente de una confrontación entre Paquistán e India, ambos con arsenal nuclear.
Al acercarse el 2012 una ola de calor aumentaría la temperatura del planeta, produciendo cambios climáticos, geológicos y sociales sin precedentes, con una rapidez asombrosa. Estamos inmersos en dicha dinámica. El acelerado derretimiento de los glaciares (podríamos decir que a nivel simbólico, se trata de derretir nuestra frialdad, nuestro desamor) en todo el mundo y la aparición de zonas verdes en la Antártida es ya un hecho confirmado científicamente. También anunciaron los cambios inesperados de la actividad del Sol que los científicos están verificando.
Las profecías mayas hablan del comienzo del «Sexto Sol»: una nueva era que, según su predicción, supondrá «el final del tiempo del miedo» y una Humanidad renovada cósmicamente, que construirá una civilización superior a la actual.
Esta convergencia de expectativas, independientes unas de otras, que avalan las profecías mayas es otro hecho a tener en cuenta.
Resulta inevitable recordar a maestros como Sri Aurobindo que, junto a su compañera Madre y su discípulo Satprem, promovieron una transformación fisiológica, convencidos de que, en un ser humano superior, debería producirse «el despertar» del cuerpo a nivel celular e incluso de los átomos.
Aurobindo enseñó que se produciría «un descenso de la luz superior a las partes más bajas de la naturaleza», que favorecería el acceso del ser humano a un nivel de conciencia más elevado que el actual.
¿Podría este cambio ser activado o favorecido por ese gran evento cósmico que anunciaron las profecías mayas? ¿Podría ese salto vibracional del Universo, transmitido por el Universo al Sol y por éste a la Tierra , estar impulsando «la gran transformación» que, según los mayas, llegará definitivamente a nuestro planeta el sábado 23 de diciembre de 2012?
En cualquier caso, todas estas profecías son muy elocuentes respecto a dicho salto cualitativo en la evolución de la conciencia. El cambio cósmico crea las condiciones, pero la transmutación interior sólo puede ser el resultado de una decisión libre y de un trabajo interior individual.
En este final del último Katum del calendario maya el Cielo nos pone ante una encrucijada: autodestrucción o transformación.
Nos hallamos, por tanto, en una especie de «tierra de nadie»: una fase definitiva que ya no pertenece a la vieja era, pero tampoco a la que amanecerá dentro de siete años, cuando se abra «la puerta» cósmica de un tiempo renovado.
En cualquier caso, nos parece evidente que los hechos corroboran las profecías mayas lo suficiente como para tomarlas en serio y examinarlas sin prejuicios a la luz de lo que sabemos del mundo. ¿La evolución biológica y psicoespiritual responde a una programación cósmica inteligente? Este es, sin duda, el gran misterio que se nos plantea.”
Fuente: Año Cero
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