Mensajes de las estrellas

Los maestros de las estrellas están atacando (lo digo en el buen sentido de la palabra), están como ansiosos de que todos nos preparemos para sintonizar con su frecuencia, para dejarnos envolver por sus “perjúmenes” de conciencia, y para captar los tesoros de sabiduría que nos reservan. La principal función de esos portales de los que ahora tanto se habla precisamente es facilitar este tipo de contacto al mayor número posible de personas...

Percibo lo que estará pensando ahora mismo más de un lector: “Me cuesta entenderme con la parienta o con mi suegra y ahora resulta que voy a tener que hacerlo con un pleyadiano, un siriano o un marciano..”. No es que este razonamiento no sea correcto pero a lo mejor si seguimos los sabios consejos de (algunos de) nuestros hermanos de las estrellas, resulta que elevamos nuestra vibración y mejoramos nuestras relaciones con el entorno.

Hace un par de días, de madrugada, recibí por vía telepática la siguiente información:

“Tienes que empezar a hablar del tema de las tormentas solares (ver el artículo del blog titulado “Los Nombres de Dios”) pero referidas a la psique humana, es una cuestión de la que poco se ha hablado porque todo el mundo se refiere al fenómeno exterior. Cuando el Sol encuentra un receptor en la persona, su fuerza fotónica se distribuye armoniosamente por todo su organismo, físico y psíquico alimentando cada rincón de su entidad humana.

El receptor que hay que tener es una conciencia despierta, pero también es la voluntad, la voluntad de retorno a la casa del Padre. Cuando existen estos receptores, el Sol no puede producir más que beneficios, siempre y cuando uno no abuse de la exposición a sus rayos y se proteja en las horas centrales de su irradiación.

El error consiste en creer que si uno no se expone al Sol, no puede quemarse. No lo hará físicamente pero sí a nivel psíquico, si esos rayos que vienen del Gran Sol central no encuentran receptor. Y ese tipo de “quemaduras” puede producir cruces de cables, reacciones violentas, desajustes nerviosos o psíquicos.

Lo mismo ocurre por ejemplo con la irradiación de la fuerza marciana, procedente del planeta Marte. Si encuentra un receptor en la persona, es decir la capacidad de iniciar nuevas cosas, de crear, de ser valiente, osado, de perseverar y no dejarse vencer por los obstáculos, de tener empuje y atrevimiento, entonces esa energía se distribuye armoniosamente en el organismo.

De lo contrario, puede manifestarse desordenadamente como un exceso -violencia, agresividad, belicosidad, afán de desafiar y provocar- o bien, en el otro extremo, como una carencia –anemia, apatía, cobardía, falta de empuje, tener sangre de horchata, ser blando etc. - este razonamiento puede aplicarse a cualquier planeta.”

He podido verificar esto último en pacientes anémicos que tomaban grandes cantidades de hierro pero que no lograban asimilar. Eran personas muy apáticas, con poco empuje, muy dependientes. La asimilación de los nutrientes no siempre depende de que la presencia en nuestro organismo de otros nutrientes sino de receptores psíquicos, tal y como se acaba de exponer.

Un par de días después de haber recibido este mensaje, una persona (en el transcurso de una Terapia de Alquimia Genética), en el momento en que le hice conectar con la Capa 3 de su ADN, me dijo que le aparecía la imagen de un desierto. Un desierto es un lugar inhóspito, árido, en el que falta agua, o sea emociones, amor, sentimientos.

Es un lugar que representa un potencial sin desarrollar. Y ese espacio yermo del que no se aprovechan las oportunidades era el sector 3, relacionado con la capacidad de exteriorizar el pensamiento, de hermanarse con los demás. Tiene asimismo relación con la voluntad, la autoestima, la autovaloración. Todo ello corresponde plenamente a las características de esta persona, que está muy cerrada a la comunicación y es extremadamente introvertida.

Cuando le pregunté dónde se encontraban los personajes de su pueblo celular, los que corresponden a esta Capa 3, me contestó que estaban enterrados en la arena porque tenían miedo que el Sol les quemara. Entonces le propuse realizar un acto de psicomagia mental: le hice imaginar que un Sol muy potente brillaba en el firmamento, que se estaba activando mucho, tanto que acababa estallando atomizándose en miles de pequeñas bolas de Sol.

Le dije que imaginara que esas bolas penetraban en la cabeza de cada uno de esos personajes que estaban enterrados en la arena y entonces empezaron a salir de sus escondrijos y se dieron cuenta de que el Sol no les quemaba sino que los reconfortaba, se pusieron muy contentos.

El Sol simboliza –entre otras cosas- la conciencia, la sabiduría, la voluntad, la fuerza de arranque, es el motor de la persona. Esta persona tenía miedo de mover su voluntad de cara a la comunicación pero también teme el acceso a la conciencia, porque éste suele desmontar las estrategias del ego personal. Cuado tomamos conciencia de nuestros propios procesos ya no podemos erigirnos en víctimas de la sociedad, de los demás, de las circunstancias, del azar etc... sino que comprendemos que somos los arquitectos y guionistas de nuestro propio montaje.

Por otro lado, el miedo al Sol es el miedo a la luz, y éste se sustenta habitualmente sobre dos pilares: 1) temores o resistencias ante la responsabilidad que entraña la luz porque una vez que uno conoce las reglas del juego ya no puede escudarse en su ignorancia, además, el poseer determinado conocimiento entraña la responsabilidad de difundirlo y compartirlo con otras personas. Y es que el conocimiento es como la mafia, uno puede entrar pero no puede salir. 2) El haber sufrido en el pasado (otras vidas) debido al desarrollo de las facultades psíquicas. El miedo a la luz también es miedo al avance, a los cambios.

Tal y como lo afirma la fisica cuántica, observar un fenómeno es modificarlo, por tanto se supone que la persona de nuestro ejemplo, al identificar el proceso psíquico que está viviendo, tomará cartas en el asunto y dará un importante giro a su vida.

Crear un receptor interior para los rayos de conciencia que nos llegan de nuestro núcleo divino puede evitar muchos problemas ligados a la exposición solar (manchas, cánceres de piel, quemaduras etc...) El conocimiento de estos procesos nos ayudará a evitar caer en la trampa de los que, desde los medios de comunicación, presentan el Sol como un lobo feroz del que es preciso protegerse a toda costa y al que hay que temer.

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