El calentamiento global deriva del calentamiento local

A continuación publico una reflexión que hice en el transcurso de una charla de Nueva Luna, pero antes de tener el blog. Como sea que se trata de un tema de mucha actualidad, creo que vale la pena compartir esta reflexión con los lectores.

En unos momentos en los que tanto se está hablando de calentamiento global, una acción que favorecería a nuestro planeta podría ser preguntarnos en qué medida cada uno de nosotros incide en esta subida de temperaturas. ¿Y si no dependiera sólo de la utilización de combustibles fósiles y de la contaminación en general?...

Recordemos la máxima hermética “Como arriba es abajo”, si reconocemos que todos los humanos somos células de un gran cuerpo planetario, es lógico pensar que si este gran cuerpo se está sobrecalentando, algo tienen que ver cada una de sus celulitas. Y no me refiero solamente a que estas celulitas hagan un uso exagerado de la calefacción, los aerosoles, los aires acondicionados o los coches, por citar sólo los que son considerados como algunos de los principales agentes contaminantes.

Veamos un par de ejemplos: cuando un rayo de luz penetra en el mar, su velocidad es de 300.000 km/s, una vez ha penetrado, esta velocidad puede pasar a ser más o menos de unos 225.000 km/s. Existiría pues un diferencial de 75.000 km/s, el cual provocaría un calentamiento del agua.

El índice de refracción (resistencia a la luz) del acero es por ejemplo mayor que el del vidrio, o sea que el acero no deja penetrar la luz tanto como el vidrio, cuando ambos están sometidos a la misma radiación, puede ocurrir que el acero se sobrecaliente y queme al tacto mientras que el vidrio no. Esto significa que cuanta más resistencia opone un cuerpo a integrar la luz, más se calienta.

Lo mismo ocurre en nuestro organismo cuando la luz intenta penetrarnos y nos resistimos a ello: nos sobrecalentamos, creamos karma. Y este sobrecalentamiento puede manifestar de formas muy diversas: cánceres, desequilibrios mentales, patologías varias, estados febriles, ansiedad, ataques de rabia repentinos, y en casos extremos, impulsos asesinos o autodestructivos.

Extrapolando, podemos deducir que, a nivel más general, si una masa crítica de individuos sufre un sobrecalentamiento de sus circuitos por resistirse a la penetración de la luz, puede acabar provocando el mismo efecto en el gran cuerpo planetario.

Todo ello haría imprescindible desarrollar un sistema particular de “refrigeración” que consiste en tomar conciencia de la energía que entra en el sistema y saber utilizarla a medida que va entrando. Esto se puede lograr a través del análisis de los programas angélicos que son activados por los planetas de nuestra carta astral natal. O bien a través del análisis de los programas de los ángeles que rigen a diario (ver página de Kabaleb.com para profundizar en este tema).

Es lógico pensar que si un número crítico de seres humanos aprende a “refrigerarse”, la Tierra hará lo mismo y hallaremos formas de neutralizar los gases contaminantes, en consecuencia se alejará el peligro del calentamiento global.

Ahí queda eso como tema de reflexión para quienes deseen calentarse un poco las neuronas…¿o refrigerarlas?

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