El Arca de Noé

Con este artículo se inaugura en el blog una nueva sección que muchas personas han solicitado: la de la Simbología. La principal fuente de información será la obra de mi padre, Kabaleb, que ha trabajado este tema de forma muy exhaustiva. Pero también beberé de otros manantiales, como por ejemplo mis propias terapias, amén de la Mitología y la Cábala. Empezaremos hablando del Arca de Noé, desde un texto sacado de la “Interpretación Esotérica del Génesis”, de Kabaleb...


El Arca de Noé, llamada Thebah por los egipcios, era un refugio, una ciudad sagrada, la morada de los dioses. Los traductores de la Biblia le han dado el sentido de un barco o navío pero en realidad se trata de un mundo, de un sistema, de una cosa destinada a contener o conservar a otra.

La Thebah o Arca de Noé es pues un recinto psíquico capaz de protegernos contra la embestida de las aguas, es decir de las emociones exaltadas. La palabra “diluvio” significa en hebreo “hinchazón de las aguas”. Todos los seres humanos pasan, a lo largo de su vida, por momentos en que sus aguas emociones se hinchan y dilatan, amenazando con destruir todo lo que han construido hasta entonces.

Para impedirlo, conviene promover en nuestro interior la figura de Noé, que es el dispositivo psíquico interno que abre nuestros conductos energéticos hacia el Cristo, el que nos protege de la embestida de las emociones. Noé es la parte de la psique con la que nuestro Yo divino puede dialogar (del mismo modo que Yaveh habló con Noé), es la que sabe captar el mensaje divino.

La fuerza psíquica llamada Noe es la que construye la Thebah, que es un espacio psíquico que, a través de plegarias, meditación e invocaciones, nos ayuda a lograr que las aguas/emociones vuelvan a sus receptáculos naturales. Cuando la emoción domina, deseamos cosas que no hemos plantado, pretendemos cosechar frutos que no nos pertenecen, manipulamos a las situaciones o a las personas para que se adecuen a nuestros deseos.

No obstante, cuando nuestra conciencia es plena, ya no necesitamos de la protección divina de la Thebah, no hay que quedarse anclado ahí, sino tenerlo para cuando lo necesitamos. Dicho de otro modo, cuando somos seres plenamente concienciados, ya no hace falta que nos protejamos de nada porque la mejor protección la constituye nuestro nivel vibratorio, que nos da acceso a la autopista crística, en la que no nos pueden alcanzar las flechas ni los proyectiles de ningún tipo. La Thebah es pues una estancia psíquica que nos protege de los cataclismos anímicos.

1 comentario:

Nikë Samo dijo...

Hola Soleika, me encanta que te hayas decidido a escribir sobre Simbología y que hayas comenzado por aquí. De tu mano acabo de descubrir el sentido de este pasaje en las Escrituras. ¡Por fin me llega su mensaje! ¿Porque no nos explican las escrituras de esta manera? Así sí que ayudan a las personas.
Gracias y por favor, sigue con esta sección.

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