El hombre más feliz del mundo

Nos hemos acostumbrado a creer que la felicidad es una especie de competencia olímpica para tener más, ser más exitoso, sentir más placer y hacer más cosas… Ahora los investigadores del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin nos dan una sorpresa de fundamentos científicos.

El hombre más feliz del planeta es un individuo que vive en una celda de dos por dos, no es dueño ni ejecutivo de ninguna de las compañías del Fortune 500, no tiene relaciones sexuales desde hace más de 30 años, no vive pendiente del celular ni tiene Blackberry, no va al gym ni maneja un BMW, no viste ropa de Armani ni Hugo Boss, desconoce tanto el Prozac como el Viagra o el éxtasis, y ni siquiera toma Coca-Cola.

En suma

Su nombre es Matthieu Ricard, francés, occidental por nacimiento, budista por convicción y el único entre cientos de voluntarios cuyo cerebro no sólo alcanzó la máxima calificación de felicidad prevista por los científicos (-0.3), sino que se salió por completo del “felizómetro”

Por el contrario, ahí donde la mayoría de voluntarios mostró bajísimos niveles -satisfacción y plenitud existencial-, Ricard superó todos los índices. Esto es, en todas y cada una de las sensaciones positivas, dando origen al título de "el hombre más feliz del planeta" (www.elmundo. es, 22 de abril)

Lo paradójico del caso no es que él sea un hombre tan feliz, sino cómo llegó a serlo

Y es que Ricard no es ajeno a nada de esto

Se fue al Himalaya, adoptó el celibato y la pobreza de los monjes, aprendió a leer el tibetano clásico e inició una nueva vida desde cero. Hoy es la mano derecha del Dalai Lama y ha donado millones de euros -producto de la venta de sus libros- a monasterios y obras de caridad. Pero eso no es la causa, sino la consecuencia de su felicidad…

La causa hay que buscarla en otro lado, dice el jefe del estudio, Richard J. Davidson, y no es ningún misterio ni gracia divina

Por el contrario, quien trabaja en pensar bien de los demás y ver el lado amable de la vida, ejercita el córtex izquierdo, elevando las emociones placenteras y la felicidad.

Ricard advierte que no se trata de decidir ver la vida en rosa de un día para otro, sino de trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno, y paralelamente, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra propia felicidad (M. Ricard, En defensa de la felicidad, Ed.Urano).

Al final, los resultados del estudio de nuestra civilización consumista -donde el Prozac se vende cuatro veces más que el Viagra- confirman ahora sí con pruebas científicas en mano, lo que humanistas y profetas de todas las épocas han venido diciendo …sin que los científicos materialistas les dieran ni un mínimo de crédito…

A saber

No depende de nada ni de nadie externo a la persona (Buddha). La clave para ser feliz mora en el interior de cada uno (Jesús). La felicidad es un hábito, o el resultado de varios hábitos (Aristóteles).

Ricard admite que su camino no es más que uno entre muchos, Pero advierte que ser feliz necesariamente sucede al dejar de culpar a los demás de nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente. “Vivir las experiencias que nos ofrece la vida, es obligatorio; sufrirlas o gozarlas, es opcional".

FIN

Fuente: http://www.slideshare.net/RoThia/el-hombre-mas-feliz/

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