Ha vuelto a ocurrir…




Si, de nuevo, los marcadores de amor en la Tierra estaban bajo mínimos y nuestros equipos angélicos se han visto obligados a urdir una estrategia para que volvieran a su punto fiel. Esta vez, quienes han asumido ser los vehículos para generar la gigantesca oleada de solidaridad a la que estamos asistiendo, ha sido el pueblo Sirio.


Dicen que el espíritu de Cristo es originario de Sirio. ¿Tendrá algo que ver con lo que está pasando? (a nivel simbólico me refiero). Hasta los corazones más blindados han de emocionarse ante tanto despliegue de amor. Los países que acogen al mayor número de refugiados tal vez sean, desde esta perspectiva, los que más bajos tenían sus marcadores.

Cabe preguntarse cuántos desastres más necesitaremos para que esta balanza que mide los índices de amor y odio se mantenga en su punto de equilibrio. Este fenómeno es observable a través de pantallas ubicadas en planos muy sutiles, allí donde se elaboran los hologramas prefiguradores de cualquier realidad. Estamos hablando de los cuarteles generales angélicos. Dichas pantallas tienen índices cromáticos en los que se puede apreciar todo el espectro de colores, desde el rojo hasta el ultravioleta.

El rojo es el color de la sangre, y está ligado a la energía marciana, la que promueve todas las guerras y conflictos cuando está mal enfocada. En cuanto el rojo empieza a ser el color predominante en las pantallas de la torre de control celestial, se disparan todas las alarmas y el Consejo Solar convoca una reunión de urgencia para diseñar la estrategia capaz de devolver el protagonismo al color azul, el que está ligado a la energía jupiteriana. La que promueve el entusiasmo, la expansión, la generosidad, la bondad, el altruismo, la esencia paradisíaca.

¿Estamos hablando de una realidad ajena a nuestras voluntades, perteneciente a estratos sutiles muy alejados de nuestro día a día y que sólo conciernen a los miembros de un hipotético y lejano Consejo sutil? Nooo, niet, non, niente, radicalmente NO. Esa pantalla celestial está formada por siete mil millones de píxeles, otros tantos seres humanos que aportan cada uno su granito cromático. Piensa en global, actúa en local.

¿Qué tal si, de forma consciente, tintamos de azul nuestra parte del gran tapiz de manera, que ese Consejo Solar -ubicado en un estrato muy implosionado de nuestro ser pero accesible vía meditación- no se vea obligado a organizar nuevos desastres para hacer que movamos ficha?

Ahí queda eso, como propuesta de reflexión otoñal.

Soleika Llop

http://abriendoconciencia.blogspot.com
www.alquimiagenetica.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como quiera que haya que trabajar en la frecuencia del azul propongo efectuar dicha meditación desde la piscina de aguas azuladas de tu TAG al amparo de Mahasiah.

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