Saber leer entre líneas



Dolores es una mujer con una vitalidad envidiable, aparentemente muy fuerte y risueña. Como gran buscadora que es, ha probado todas las técnicas de crecimiento personal, ha viajado a los lugares de poder más recónditos del planeta, ha vivido incontables experiencias mágicas, chamánicas, regresivas, y un largo etc..

Sin embargo ninguna de ellas le ayudó a quitarse una espinaza que tiene clavada desde su más tierna infancia: una relación muy complicada con su madre. Me dijo que tenía trabajadísima esta cuestión, es decir que la había tocado desde todos los ángulos posibles, o casi todos.


Durante toda mi infancia –comentó Dolores- me persiguió, cual sombra, la palabra “vaga”, mi madre la pronunciaba a todas horas. Lo curioso es que yo fui una niña y una adolescente muy estudiosa y aplicada, todo me interesaba, además practicaba varios deportes y destacaba en todo lo que hacía. No había ninguna razón lógica que justificara esos calificativos y el trato tan rudo que me dispensaba mi madre. Aprendí a vivir con ello, eran otros tiempos, mi madre tuvo una vida muy complicada, así que ya no la juzgo, la he perdonado.

Y en efecto, la había perdonado, pero desde la mente, desde el raciocinio pero no desde la plena consciencia, la cual nace de la unión entre mente y corazón. Había que encontrarle la lógica a aquel calificativo, aparentemente absurdo e injustificado. Desde su carta astral, pudimos hallar las respuestas: se apreciaba en ella mucha energía masculina, de emisividad, y poca energía de receptividad, de sensibilidad, de feminidad, en el sentido de dejarse amar, de aceptar disfrutar de la vida, de auto explorarse, de entender la vida desde el interior. Ahí se alojaba su “vagancia”. Y, por lo que pude apreciar, era recurrente, venía también de otras vidas.

Para los entendidos en Astrología, diré que tiene la Luna en el sector IV (madre, familia), por lo tanto Dolores había pactado con el alma de su madre, mucho antes de ser concebida, que ella la ayudaría a recuperar sus códigos femeninos. En cuanto conectó con el espíritu de su mamá, a través de la sesión de Alquimia Genética, Dolores se emocionó mucho porque pudo entender de repente toda la historia, al ver a su progenitora sin máscaras ni disfraces, y al poder comunicar con ella, desde una dimensión muy profunda de su ser. Y sintió una gran liberación.

Me preguntó cómo podía ser que, habiendo probado tantas técnicas diferentes, no hubiera logrado superar antes este trauma, y le contesté que seguramente era porque todo lo que hizo fue explorar la periferia de su ser, la capa más exterior de la cebolla, pero en este caso era necesario taladrar algunas paredes en dirección al núcleo. Su madre le habló en un lenguaje metafórico, para entenderlo era necesario saber leer entre líneas. Para eso sirve la Alquimia Genética.

1 comentario:

loli dijo...

Gracias! A ver si algún día se dan las circunstancias para probar algo de esa mágica Alquimia Genética! Un saludo, Loli.

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