Bendita inseguridad



Martina llevaba varios años arrastrando una depresión, cuyos primeros síntomas tomaron la forma de una tremenda inseguridad de cara al desarrollo de su profesión. Empezó a dudar de sus capacidades, de su valía, cuando lo cierto es que era una gran profesional. Paralelamente, tenía la impresión de que sus compañeros de trabajo compartían sus mismas dudas.


Acudió a la consulta de un psicólogo, y experimentó una leve mejoría. Pero los síntomas no remitían. Más tarde consultó a un psiquiatra, que le recetó tranquilizantes y anti-depresivos. Pero ella, consciente de los efectos secundarios que suelen producir estos fármacos, tomó un par de pastillas y lo dejó. Se apuntó a unas clases de meditación zen que la tranquilizaron mucho, pero su neurosis seguía ahí, enseñando sus garras cuando menos lo esperaba.

Le recomendaron un naturópata, que le proporcionó una sobredosis de anti depresivos naturales y de complementos alimenticios, le provocaron un subidón que la hizo pendulear hacia el extremo opuesto: el de una sobre excitación eufórica con ritmos cerebrales muy acelerados. Ya teníamos los ingredientes para una buena ciclotimia, hermana menor de la bipolaridad. Martina, pese a todo, seguía con sus dudas acerca de su trabajo.

Durante las fases altas de su ciclotimia, desarrolló una gran creatividad en su profesión, en las fases descendentes, pedía la baja laboral, sintiéndose por ello tremendamente culpable. Ella había puesto muchas tiritas encima de sus heridas purulentas, pero se resistía a conocer el origen de la ”infección”, por lo tanto, ésta seguía su proceso, lento pero seguro, de destrucción de todas sus defensas psíquicas. Hasta que acudió a la Alquimia Genética. El tiempo que duraban las sesiones se sentía repleta de energía y con las ideas muy claras. Pero en cuanto regresaba a su casa, no realizaba los ejercicios de mantenimiento, señal de que no acababa de comprometerse en su propio proceso.

Analizando su carta astral, descubrí que había en ella mucha energía de sanación, tenía varios programas angélicos que hablaban de ello. Como ya expliqué en alguna ocasión desde estas páginas, cuando no damos salida a las energías angélicas inscritas en nuestra carta, éstas se manifiestan por su lado opuesto, a través del sistema “al revés te lo digo…”. Y el contrario de la sanación es la enfermedad. Entonces todo se fue aclarando, su alma había estado transmitiendo a su consciencia que tenía una gran capacidad de sanar, y como ella no la escuchaba, el mensaje tomó la forma de una inseguridad en el trabajo. La inseguridad sólo era una señal, un poste indicador para que indagara más a fondo, para que descubriera su potencial.

Conclusión: bendita inseguridad porque gracias a ella, Martina descubrió aquello que le permitiría sentirse muy segura: el desarrollo de su verdadera vocación, que era sanar. Y para ello no era necesario que abandonara su puesto en la Administración, sino que podía desplegar sus habilidades en sus horas libres o incluso con sus compañeros de trabajo. Y en cuanto se afianzara un poco, incluso podría hacer de la sanación su oficio.

Moraleja: mejor evitar agarrarse a los postes indicadores, porque nos podemos electrocutar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como puedo darme cuenta de mis doneS y dejar salir esas energias angelicas. Extrellalinda@msn.com

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