Levántate y anda



Hoy es el Día Internacional de los discapacitados, parece que este colectivo está muy molesto porque se han recortado los presupuestos dedicados a facilitarles la vida. Todo ello me ha sugerido una reflexión.

Estamos en una sociedad que ha realizado grandes esfuerzos económicos para adaptarse a la discapacitación.

Conozco por ejemplo varios dueños de Centros que han tenido que dedicar una parte importante de su presupuesto a la construcción de rampas, ascensores y lavabos adaptados, y que se quejan de que jamás ha entrado un solo discapacitado en sus locales.

Y me pregunto: “¿Es lógico que se dedique más energía (el dinero es energía densificada) a adaptarse a las minusvalías que a recordar a la gente que un día pasó por la tierra, un breve lapso de 33 años, un ser que le dijo a un paralítico: “Levántate y anda” y que le devolvió la vista a un ciego? ¿No sería más lógico que gastáramos más en investigar cómo puede uno superar una discapacidad despertando en sí mismo esa fuerza capaz de hacerle levantar el vuelo ante cualquier embate?

Que conste que no estoy criticando el hecho de que las personas con movilidad reducida puedan tener acceso a un número creciente de servicios, no se me mal interprete, sino que sugiero que no se resignen ante su situación, que busquen en sí mismas, y que se les facilite esa búsqueda para hallar respuestas y para conectar con ese Yo crístico capaz de devolverles el pleno uso de todas sus facultades.

Ya sé, algunos replicarán que existen enfermedades kármicas pero los guías están clamando a los cuatro vientos que ya no existen los karmas, que despertemos de una vez de ese mal sueño que nos hace creer que somos merecedores del castigo de un dios vengador. Dios, la parte divina de nuestro ser, es puro amor, y sólo desea lo mejor de lo mejor para su vehículo humano. ¿Que fue necesario que creyéramos lo contrario? Bien, pero colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Este mundo absurdo en el que todo está invertido es el que tiene los días contados, el que está agonizando con el final del calendario Maya. Hoy toca, más que en cualquier otro momento, formularse la pregunta: “¿Qué parte de mi ser está ciega, sorda, coja o paralítica?”. Os propongo un juego: escribir números del 1 al 12 en doce papelitos, plegarlos y elegir uno al azar, tras hacerse la pregunta. Con el número elegido, ir al enlace en el que figura un Capítulo de mi libro con la información sobre las 12 Capas del ADN sutil. Si la respuesta es un 3, puede que nuestra “parálisis” esté ligada a la capacidad de auto valorarnos. Si es un 5, el minusválido será nuestro niño interior etc.

E instauremos el Día Mundial del Supercapacitado.

1 comentario:

Loloba Swin dijo...

En el clavo, para variar...

En ello andaba pensando esta mañanita...hmmmm

Gracias.

¿Cuánto tiempo hace que no probáis a sacaros las ortopedias? Cuando nos las pusimos cada tanto probábamos -ya te digo- confiando en el milagro... Y luego nos encorsetamos también con la "Tiranía de los hechos".

Ya toca.

Un pasito p'alante, María...

Y un abrazo.

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