El planeta Tierra y sus cambios en el año 2012 (Parte 2)

Ésta es la segunda parte (resumida) del post de Juan Restrepo Mejía, que publiqué hace tres días. Entre paréntesis, mis comentarios.


Cambios en nuestro sistema celular y molecular ante impulsos eléctricos.

Todo ser o entidad vibra con una determinada frecuencia y ésta es la periodicidad en un espacio de tiempo y cada vez que se repite el fenómeno lo llamamos ciclo.

Si la tierra gira alrededor del sol y lo hace cada 24 horas, esa será su frecuencia.

Las computadoras son operadas con corriente de 60 Hercios, que es una medida de ciclos por segundo.

Esto quiere decir que la corriente de la computadora cambia 60 veces de positivo a negativo cada segundo.

El elemento básico que compone todas las cosas, son los átomos. Estos están formados en su núcleo en protones y neutrones, y en su alrededor giran los electrones. Así, los átomos vibran y empujan los átomos vecinos para que también vibren. Los átomos forman moléculas, éstas forman células, éstas forman órganos, sistemas, seres vivientes más complejos, etc.

A la transmisión de frecuencias se le llama resonancia. En nuestro cuerpo, cada órgano vibra en una frecuencia distinta, aunque la suma de frecuencias da una frecuencia individual.

Cuando en nuestro cuerpo, alguno de los órganos, se sale de su frecuencia, se inician las enfermedades y sería como si nuestro planeta se saliera de su órbita o frecuencia.

Las técnicas vigentes de terapia vibracional consisten en aumentar o disminuir los niveles de vibración de determinados órganos de nuestro cuerpo, para armonizar la frecuencia de todo el organismo, y esto rehabilita y cura nuestro cuerpo. (Esto puede ser muy válido si va acompañado de una toma de conciencia de por qué se ha producido la alteración, sino lo que se practica es la alopatía energética: actuar sobre el síntoma con métodos alternativos).

La tierra vibra en una determinada frecuencia y todo lo que viaja con la tierra está afectado por esta frecuencia. Si la tierra aumentara o disminuyera su frecuencia afectaría los seres que la habitan.

Es inconveniente vivir debajo de líneas de alta tensión, porque estas generan una frecuencia diferente a la frecuencia del ser humano, y nuestras células podrían enfermarse o enloquecerse (o evolucionar más rápido, todo depende de la vibración y nivel de conciencia de las personas afectadas).

Las ondas resonantes, o frecuencia Shumann de la tierra, vibran en la misma frecuencia que las ondas cerebrales de los seres humanos y de todos los mamíferos en general, o sea 7,8 Hertz, ciclos por segundo. Esta es una frecuencia normal biológica, que funciona como un marcapasos y sin ésta la existencia no sería posible. Si la frecuencia de la tierra no fuera la misma que la frecuencia del ser humano, estallaríamos en mil pedazos.

El Doctor Hans Jenny (1904 – 1972) médico y científico suizo estudió las relaciones entre materia y energía y comprobó que el mayor o menor grado de complejidad molecular y evolutiva de un ser, depende de las frecuencias de energía que reciba su cuerpo. Así, una determinada frecuencia vibratoria, producirá en la materia, un diseño particular de patrones biológicos. Si cambia la frecuencia, el cuerpo muta en forma correspondiente. Esto es precisamente lo que está sucediendo con la vida en la tierra, al estar sometido los seres humanos a bombardeos de energía de altísima frecuencia, procedente del Sol central galáctico (que no es más, recordémoslo, que el Yo Superior, el Yo cuántico reclamando atención y mimos).

En la medida en que los entes universales vibren de una manera diferente a nosotros, aparecerá una distorsión que no es sostenible, creando la necesidad imperiosa de acoplarnos a la nueva vibración. Nuestro cuerpo físico está cambiando y se está creando un nuevo cuerpo de luz (tarea a la cual contribuye la Alquimia Genética).

Cambios en la percepción del tiempo.

El tiempo y el espacio enmarcaron el Big-Bang, donde se fueron creando los sistemas galácticos como las Galaxias y las estrellas. El tiempo y su medición son relativos y depende de nuestra ubicación relativa en el universo. Nuestras células han acelerado su pulso para adaptarse al pulso de la tierra, y de la velocidad de ese pulso depende nuestra percepción del tiempo. El tiempo se está acelerando y continuará haciéndolo en la medida en que aumente la frecuencia electromagnética sobre la tierra y sobre los seres humanos.

La llamada frecuencia Schumann, o pulso de la tierra, antes era una constante de 7,8 hercios, ahora ha subido a 12, y continuará elevándose hasta 13. Cuando llegue a ese punto, cruzaremos un umbral donde nos estabilizaremos, a una octava superior de frecuencia, donde iniciaremos una etapa de creación y una realidad diferente. Vivimos un cambio, entre el tiempo lineal que conocemos y el infinito del eterno “ahora”. El primer paso es de caos, porque el modelo anterior debe disolverse, antes de aparecer lo nuevo (los crímenes y catástrofes que están produciéndose con creciente frecuencia son una manifestación de ese caos. Es preciso que toda la agresividad del planeta salga a la superficie para ser liquidada y transmutada).

En el siguiente paso los patrones se reorganizan en un orden más complejo, produciendo seres y organismos más perfectos y elaborados.

Disminución del magnetismo de la tierra, de su rotación y punto cero.

Un fenómeno paralelo al aumento de la frecuencia de la tierra es la disminución acelerada del campo magnético. A medida en que crece la frecuencia electromagnética de la tierra, disminuye el campo magnético responsable de la rotación de la tierra. Esta frecuencia crecerá hasta 13 ciclos por segundo, donde tendremos el punto cero de la rotación de la tierra.

Estos cambios han sido predichos por varias civilizaciones, y suceden cada 13.000 años, la mitad de los 26.000 años, de la precesión de los equinoccios. Esto produce la perdida de la memoria porque el magnetismo es el adherente que atrapa los recuerdos.

Necesitamos apagar, reconfigurar y volver a encender, así, el nacimiento del hombre nuevo se dará en el momento en que el campo magnético de la tierra alcance el punto cero, sólo en esa circunstancia podremos reconfigurar nuestros patrones genéticos y hacerlos aptos para una vida en una dimensión más elevada. (la caída del magnetismo no tiene porqué ser un fenómeno físico, puede ser interno, en el sentido de que es la caída de los apegos, de las identificaciones, de las adherencias, que son las que provocan el karma, eso se está cayendo, nos estamos liberando. Y cuanto más pronto nos enteremos, mejor).

Esta remodelación del ADN produce oleadas de fatiga, dolor e incertidumbre. Puede aparecer un primer período más agudo cuando las frecuencias altas impactan nuestro cuerpo, seguido de un tiempo más suave de asimilación y acomodamiento.
En estos períodos se requiere dormir y descansar más, hasta completar el parto de nuestra tierra, pues nuestro cerebro y sistema nervioso están en reconstrucción.

El proceso que se opera internamente en el ser humano es que cuando se eleva la frecuencia electromagnética que llega a la tierra, se activa y acelera la vibración de nuestras células, y éstas reaccionan irradiando calor hacia los espacios vacíos que las rodean (ésta es la razón por la cual muchas personas están teniendo subidas repentinas de fiebre, y cuando van al médico para determinar su causa, éste no sabe qué contestarles porque no ve nada físico. Pero esas subidas de calor también pueden traducirse en agresividad si la persona no es consciente y no controla su energía, eso explicaría lo que está ocurriendo estos días).

Esta implosión despierta algunos códigos dormidos de nuestro ADN y expande la información nueva hacia los núcleos de otras células, las que también se activan en cadena, así nuestro cuerpo se reconfigura en cadena y producirá una expansión de la conciencia, hacia una vida más sutil y perfecta. Esto llevará al ser humano a superar a una mejor y más eficiente utilización de sus capacidades mentales.


juanmretrepo@gmail.com
Abril 21 2011

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