Una ceremonia de promoción de médicos muy sui géneris

Publico a continuación un e-mail que acabo de recibir de una amiga muy querida de Perú, ella me habla de una ceremonia de graduación en la Facultad de Medicina de Ica. Me ha parecido un relato hermosísimo, en honor a un médico peruano, el Doctor Edgard Soto, especializado en cirugía reparadora, recientemente fallecido debido a un cáncer y que dedicó muchos años y muchos esfuerzos a operar de forma gratuita a centenares de personas peruanas con graves deformaciones congénitas. ..

Formaba parte de un equipo de cirujanos benévolos de varios países. Pude comprobar, en mi último viaje a Perú, su afabilidad, su humildad, su dedicación y su gran capacidad de amar, ya que tuve la gran suerte de conocerlo personalmente. Su mujer, María Luisa Moyano, fue su mano derecha, su fiel colaboradora durante muchos años. El contenido de este mail demuestra que él no se fue, sino que sigue trabajando, actuando, y gastando bromas, aunque desde un plano de conciencia más sutil. Recuerdo que lo primero que me contó cuando lo conocí fue que conectaba con el Yo Superior de sus pacientes antes de operarlos. Podemos soñar e imaginar que algún día no muy lejano todos los cirujanos hagan lo mismo con sus pacientes…soñar es gratis. La ceremonia de graduación que se describe a continuación parece inconcebible en Europa, demuestra que tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos peruanos.

“Hola flaca, te cuento la última bromita de nuestro amigo Edgard: Unos estudiantes de medicina llamaron a María Luisa (su mujer) para pedirle que acepte que la promoción de medicina 2010, lleve el nombre de Edgard, hasta ahí todo normal, ella aceptó.

Hoy fue la ceremonia, todo fue muy emotivo, una estudiante que habló de Edgard dijo que si lo tuviera que describir en tres palabras ella diría, Humildad, Sabiduría y Amor y que ellos que fueron sus alumnos le pusieron de apodo “Acuaman” porque todo lo curaba con agua. La chica les pidió a sus compañeros –los demás estudiantes de la promoción- que hicieran florecer la semilla que Edgard había puesto en ellos y así ser una extensión de él (Edgard). Hasta ahí todo normal Luisa estaba en una esquina, muy digna pero con la procesión por dentro, sudando y muy nerviosa.

En eso reparó que en una mesa sobre el estrado los estudiantes habían situado una vela , una copa de agua, una copa con tierra, un incienso y una piedra negra con puntos dorados, cuando vio eso ella se sintió como en casa, dejó de sentir nervios y se relajó.

Siguió la ceremonia, se entregaron los diplomas y al terminar, dijeron que iban a hacer la Ceremonia de las luces y llamaron a Luisa para que ella encendiera una vela y con ésta encendiera las de todos los integrantes de la promoción. Asíi lo hizo, y cuando lo hacía, una estudiante explicaba cosas sobre los cuatro elementos y sobre cómo la luz los iba a guiar en sus vidas y en el desarrollo de su profesión. Cuando estuvieron encendidas todas las velas, Luisa subió al estrado y le dieron a uno de los Médicos un papel con la "Oración de la Luz" para que la leyera en voz alta, y de pronto este señor empezó a leer la "Gran Invocación", ahí Luisa se emocionó al máximo y repitió la oración (la sabe de memoria), porque esa es la oración que Edgard repitió en sus últimos momentos de vida. Y todos la recitaron en voz alta en el auditorio, fue emocionante, ver las velas encendidas y todo diciendo precisamente la Gran Invocacion.

Nunca imagine que en una graduación de la "Escuela de Medicina" hicieran algo así como la ceremonia de las luces, nunca oí hablar de eso, y Luisa menos aún, a pesar de que ha asistido a muchas ceremonias de graduación.

Ahí no termina la cosa, cuando llegamos esta tarde a la casa de Luisa, le preguntamos y cuantos chicos son los graduados, cuántas velas se encendieron, bueno pues contando la de ella y la del padrino de la ceremonia- que para más inri se llamaba Ángel- fueron 72, el mismo número que los ángeles de la Cábala, además que en la invitación los chicos pusieron agradecimientos " A Dios por ser nuestra fortaleza y escudo, por darnos sabiduría y por estar siempre con nosotros". Luego los chicos le regalaron a Luisa un vino dulce llamado "perfecto amor". ¿Qué te parece la broma de nuestro amigo Edgard para homenajear a su mujer?

Para colmo, cuando pedí un taxi para regresar a casa, la operadora me llama y dice: “Señora, el taxi nº 72 la está esperando en la puerta”. Mira que llevo años usando esa misma compañía de taxis y es primera vez que nos recoge el nº 72…”

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