Los milagros que hace el amor

Este es un escrito que acabo de recibir de la persona que está explorando su Capa 3 y cuyos ejercicios he publicado estos días. Ella trabaja en una residencia de ancianos. Cuando empezó con la Terapia de Alquimia Genética, su trabajo se le hacía muy cuesta arriba porque trataba a personas muy seniles pero ahora ha encontrado una nueva dimensión en su labor.

Se ha dado cuenta de que, a pesar de no poder comunicar directamente con los cuerpos de algunas personas a las que atiende (entre ellos a algunos autistas), puede conectar con su alma. Y desde esta dimensión, ellos le contestan y le dan señales de que están recibiendo el amor que ella les transmite. Lo cual es lógico, porque en esos casos lo que enferma es el cerebro, no el alma. Es una experiencia realmente hermosa.

“Hola Soleika, quiero decirte que me resulta muy enriquecedor leer los trabajos de otras personas. Te cuento los resultados de las Terapias y ejercicios. Lo positivo que he visto en mi día a día es que desde el primer momento en que se abrió la Capa de la comunicación, noto que estoy más “suelta”, lo compruebo sobre todo respecto a mi entorno laboral, ya que es en ese tipo de ambiente donde mi timidez se acentúa (he sido siempre muy tímida) no es así con las personas cercanas a mí , a las que me abro con facilidad, como ya te digo eso lo he notado desde el principio. También quiero contarte algo que sé que te va a alegrar.

En la residencia ahora hay una abuelita de unos 80 años que está en silla de ruedas, está totalmente paralizada. La acaban de trasladar desde otra residencia. La mujer lleva mucho tiempo en esta situación, sin mover ni pies ni manos y prácticamente sin abrir la boca para comer. El caso es que yo “he trabajado” con ella, sin planear nada, tal como iba surgiendo, a veces le mandaba una lluvia de rosas curativas, otras simplemente le hablo mentalmente y le digo que estoy atenta a su alma y que me importa y ella responde de alguna manera, girando los ojos hacia mí, porque no puede mover la cabeza.

Me las arreglo para ser yo quien le de la comida, coloque la ropa en su habitación o cambie sus pañales. Siempre le hablo, mental o físicamente y le muestro mi cariño y atención. Bueno, pues esta abuelita ha empezado a abrir la boca para comer, ha empezado a gesticular y a mover las manos. El otro día le di yo la merienda y, como estoy tan impresionada por lo que está pasando, le dije mentalmente que me diera una señal física, que moviera una mano un poco, para mi asombro levantó las dos manos al mismo tiempo, cosa que normalmente es incapaz de hacer. No me digas que no es para flipar… Ya te iré contando más cosas a medida que vea más cambios.”