Las Primeras enseñanzas de Cristo Parte 1

Por Daniel Meurois Givaudan (Ed. Isthar Luna-Sol)

Esta es una de las últimas entregas de un autor del que soy –y he sido siempre, desde sus comienzos- una fan incondicional. Sus libros tienen la virtud de transportarnos en volandas a los escenarios en los que se sitúan sus aventuras de psiconauta. El personaje del que más y mejor ha hablado a través de sus escritos ha sido el de Jesús de Galilea y siempre he sentido una emoción indescriptible al impregnarme de sus hazañas, a través de la pluma de este autor.

Ahí van unos apuntes de las ideas más relevantes pero recomiendo fervientemente la lectura del libro completo, porque a través de él, uno puede notar las vibraciones del Maestro. Nada más oportuno en estas fechas. Una de las características más salientes de los escritos de D. Meurois Givaudan es que deja caer de forma elegante grandes verdades como si pertenecieran a tiempos pasados y lejanos, cuando en realidad son de rabiosa actualidad. Lo mismo hace Anne Givaudan, su ex pareja. Que cada uno se haga su composición de lugar y saque sus propias conclusiones. Entre paréntesis, como siempre, mis comentarios...

13.- En Jerusalén se presentía que estábamos al final de algo, en el extremo de un mundo y que habría que terminar por elegir: ya sea dimitiendo y sometiéndose de una vez a la autoridad romana o bien diciendo que no y arquear el tronco sublevándose radicalmente. (Para quien sabe leer entre líneas, eso va con segundas intenciones, ahora mismo estamos todos abocados a realizar esa misma elección; en su libro “Visiones Esenias” -Luciérnaga Ed.- el autor dice, reproduciendo las palabras del Maestro: “Roma simboliza el reino sufriente y desecado que todo hombre mantiene en su interior. Es una tierra en la que los apetitos nunca son satisfechos y donde todas las aguas están envenenadas, es la tierra imaginaria de aquellos que han olvidado el signo de su nacimiento. Es el mecanismo de la bestialidad y la envidia. Puedes cambiar el mundo según la forma en que tu alma posa su mirada sobre él. La Roma eterna está poblada sólo por mercaderes ávidos de ganancias. La necesidad de controlar y ordenar siempre es la confesión inconsciente de un miedo. Si César vigila sus caminos, es porque teme perder esta tierra. La Roma de la que os hablo y contra la que debéis reaccionar, duerme a sus sujetos encerrándolos en un mundo estanco, sabe hacer amar su sueño y sus murallas porque sus atributos velan fácilmente los temores de cada ser. El tirano más temible es aquel que piensa por vosotros. El principio de Roma no puede concebir en sus sujetos el paso al ser, sólo tolera el derecho a existir, a aquellos que se deslizan en el molde del buen ciudadano, su trono está hecho de dogmas, la Roma histórica siempre ha sido el esquivo adversario del principio crístico. Esa Roma histórica, amigos míos, se manifiesta cada vez que permitís que se exprese de forma desenfrenada el ego. El principio de Roma es un principio de agitación material y emocional debido a la necesidad de satisfacer todas las ambiciones y agitaciones mentales con el fin de desviar a la conciencia de su propio centro y por tanto de su meta. En la Roma interior permanece invariable el estandarte del ego exacerbado, es un estandarte totalitario, contrarrevolucionario, que practica el ahogo de la conciencia. Tenéis que saber que la vida necesita al ego, si no pudierais decir “yo” no podríais entablar un camino voluntario y auténtico hacia vuestra morada, sin embargo cuando hablo del ego exacerbado, hablo de esa energía pesada que os hace pronunciar el “yo” y el “mi” simultáneamente y que por tanto os desvía del amor, a la vez camino y meta del camino. La herramienta de liberación, el vehículo del adelanto se convierte entonces en un instrumento de servidumbre y en medio de estancamiento.”)

38.- La verdadera grandeza siempre viene de lo que nos esforzamos en cultivar y en la cantidad de “plomo humano” que alcanzamos a transmutar en oro espiritual en el fondo del ser.

46.- El poder sólo se basa en la complicidad pasiva y cobarde de los que dejan actuar e imponer su dictamen. Todo poder –decía el Rabí- es una dominación cuando reposa en la debilidad de aquellos que han abdicado de la maestría de su propia vida. (Eso es cierto en la sociedad pero también en el pueblo celular, cuando una tendencia ejerce de “César” y domina a las demás tendencias de la psique se debe a que éstas últimas han claudicado. De igual modo, cuando un hombre domina a una mujer y la somete a menudo se debe a que ésta ha renunciado a cultivar su Yo masculino, su voluntad y ha dejado que él otro rellene los vacíos de voluntad con la suya propia, que siempre resultará coercitiva. Cuando una mujer domina y somete a un hombre, generalmente es debido a que éste no está atendiendo debidamente a su Yo femenino/intuitivo)

48.- El ego es, en principio, lo que da su “color” y su “perfume” a una conciencia conectada a su toma de tierra, es lo que le otorga una personalidad distinta y que hace que sea ella y no cualquier otra. Cuando no se es el esclavo, cuando no se padece las pulsiones ni las manifestaciones limitadas y escleróticas de su realidad, el ego es la herramienta por la cual el espíritu que nos anima se comunica con la materia y la aspira hacia él. El ego es la vía por la cual la fuerza eterna e inmanente se infiltra a través de los mundos para permitir a la vida consciente de sí misma confrontarse a la densidad y fortalecerse con su contacto. Estar dotado de un ego no significa forzosamente tener cambios de humor o estar sujeto a impulsos, es manifestar los rasgos fundamentales de la consciencia libre, es tener la posibilidad de afirmarse, es decir, de ser capaz de distinguirse de un alma-grupo. Es expresar un temperamento, una voluntad autónoma, es correr el riesgo de equivocarse, tener derecho a dudar, a dejar manifestarse una sensibilidad e incluso unas emociones.

55.- Algunos sonidos que la garganta del Maestro emitía estaban totalmente construidos como armónicos, dejaban sobre el alma una huella que invitaba a una escucha y una receptividad absolutamente particular.

63.- Para el que ha perdido la memoria de su origen o que la niega, toda esclavitud se convierte en una seguridad y por tanto, en un confort.

70.- El Maestro buscaba casi constantemente empujar a sus discípulos al borde de sus propias resistencias. No hay duda de que la intimidad con el maestro, su proximidad, tenía algo de agotador para el cuerpo y la personalidad encarnada del prójimo. Si el fondo del alma de sus más cercanos era rastrillado, purificado y después regenerado debido a su continua presencia, lo que hoy llamamos el ego se veía sin descanso pasado por el tamiz. Cuanto más cerca se estaba de él, menos posibilidad se tenía de reposar, ya que se le pedía “siempre más”. (De ello se desprende que cuanto más se acerca una persona al despertar de su yo crístico, más pruebas le pone la vida, como para templar su acero, es como si le dijeran: “¿Quieres parecerte al Maestro, quieres poder obrar prodigios como él? Pues gánatelo a pulso”. Por otro lado, es lógico que así sea porque cuanta más luz entra en un vehículo humano, más puro e impoluto tiene que estar, de lo contrario la luz se puede atascar en su interior y provocar graves cortocircuitos.)

71.- El arte de la caída libre mezclada sutilmente a la del vuelo en altura formaba parte de los motores de la enseñanza de Cristo hacia sus discípulos más cercanos. Sin embargo, las personalidades de unos y otros nunca eran “rotas”, sino incansablemente pulidas como cantos rodados por las olas de la playa (Dicho de otro modo, para poder ser un discípulo del Maestro uno tiene que poder aguantar el tipo, tanto estando en la cresta de la ola como en el fondo del abismo).

72.- El Cristo les hablaba –a sus discípulos- de una fe espontanea a propagar, de una fe en la luz absoluta…y no de una religión a construir. Ninguna preocupación girando alrededor de un posible poder temporal a instaurar les habitaba.

73.- Cuando no se tiene el bagaje necesario para captar todas las sutilidades de una enseñanza metafísica, el reflejo natural de todo ser humano es querer fijar lo que ha comprendido en fórmulas aseguradoras y casi definitivas.

78.- La presencia del Maestro provocaba entre los que le frecuentaban de cerca lo que podríamos llamar un “karma inmediato”. He podido observar en reiteradas ocasiones que cuando algo en mi se desalineaba mientras me bañaba en su aura, una cierta inteligencia de vida me respondía haciéndome llegar una señal de haber derrapado, generalmente bajo la forma de una prueba física o moral. (Lo mismo les ocurre a quienes que se acercan a su Yo crístico, cuanto más se eleva el nivel de conciencia de una persona, más se aceleran los acontecimientos que le es dado vivir, trátese de karma o de dharma.)

84.- María representa la tierra-madre primordial en la que se planta la semilla de la ascensión, la materia prima de los alquimistas que la subliman para hacer salir lo que permitirá al plomo humano transmutarse en oro espiritual.

85.- El hecho de que María haya sido considerada “sin manchas” es una alusión a su peso kármico neutro, a su ausencia de equipaje kármico negativo. Era un alma realizada, no sometida a la rueda de encarnaciones. (continuará..)

1 comentario:

Joan dijo...

Hola a tod@s! Acabo de leer esta última entrada. la verdad, apavulla bastante el proceso del nacimiento crístico. Pero me he dado cuenta que es si pienso en él como ser aislado de los demás. Si percibo que no estoy sólo, que es un proceso por el que todos hemos de pasar,y nos tenemos los unos a los otros, lo siento como algo fácil y feliz. Abrazos.

Joan

Entradas populares