Crónicas Andinas 2009

Guiños angélicos
Este segundo viaje a tierras andinas ha empezado con buen pie, sobre todo debido al hecho de que no viajé sola, sino acompañada por tres personas con las que mantengo, además de una profunda amistad, un grado especial de complicidad, dispuestas, igual que yo, a dar y a recibir, a “platicar” y “lorear”, como dicen por aquí, pero también y sobre todo a escuchar. Decididos vamos a no perdernos ni un solo detalle de todo cuanto ocurra en nuestro entorno para poder saborear lo mejor posible la estancia. Viví el primer guiño en el avión, cuando la azafata me preguntó: ¿Pollo o pasta?” y le contesté “pasta”, ya que no como carne. Al destapar la bandejita del catering, me di cuenta de que se había equivocado, me puso pollo, pero cocinado con un delicioso arroz salvaje acompañado de verduritas (además del pollo). La pasta no era espaguetis, como pensé, sino raviolis rellenos de carne. Si me hubiera tocado este preparado, no habría comido nada. Gracias mil al angelote que promovió este error, je je...

Al llegar al aeropuerto Jorge Chávez de Lima, nos esperaba un taxista con un cartel en el que estaban inscritos nuestros nombres, o sea que nos sentimos como Vips, faltaría plus… Mi filosofía es: esté donde esté y haga lo que haga, buscar siempre la excelencia, a todos los niveles. Nos llevaron a un simpático hostal de Lima en el que pasamos una noche muy cómoda y agradable. Al día siguiente, teníamos que coger un autocar hacia Ica, y el primero salía a las 7h.

Una amabilísima amiga peruana se ofreció a sacarnos los billetes, y nos llamó diciéndonos que el bus de las 7 estaba completo, así que nos ahorramos levantarnos a las 5 de la mañana, ese fue el segundo guiño del viaje. Se sacaron los billetes para las 13 h, lo cual nos permitió dar una vuelta por Lima y desayunar sin atropellos.

Al observar las guaguas (viejísimos autobuses) limeñas, nos preparamos mentalmente para que nuestros riñones soportaran el triquitraque que eso iba a suponer, y sacamos las prendas de abrigo pensando en que lo más probable es que no tuvieran calefacción (estábamos a 17 grados, la sensación térmica era de fresco). Hasta nos reímos pensando que iba a ser una aventura divertida viajar en uno de esos cacharros antediluvianos, el que no se consuela es porque no quiere…

Cuál no fue nuestra sorpresa al descubrir que el autocar –de la compañía “Cruz del Sur”- que iba a cubrir las 5 horas de trayecto Lima-Ica era un vehículo de última generación que haría palidecer de envidia a los mejores autocares españoles. Para subir, tuvimos que pasar más controles que para entrar en Fort Knox, enseñando pasaporte, visado y pasando por un registro exhaustivo de nuestras pertenencias, con detector de metales incluido. Estas medidas de seguridad están destinadas a evitar que suba a bordo cualquier persona con intenciones poco claras.

Estos autocares están permanentemente controlados por GPS con el fin de evitar que se realice cualquier parada fuera del itinerario previsto. Poseen conexión WI-FI, asientos con todos los adelantos técnicos para asegurar la máxima comodidad, que se reclinan casi como si fueran camas. Nos proporcionaron mantas, cojines y un sabroso almuerzo. Nos quedamos patidifusos de tanto lujo, y por un módico precio de 12 euros, para recorrer casi 400 km. Para que digan que Perú es un país subdesarrollado… En fin, éste fue el tercer guiño.
(continuará)

Soleika Llop