Meditación 21 de marzo 09 en el Santuario de los Ángeles

Hoy hemos celebrado en un enclave de gran belleza – el Santuario de los Ángeles, cerca de Gerona- un encuentro en el que hemos rezado, todos juntos y al mismo tiempo, 72 plegarias a los 72 Ángeles de la Cábala. Hemos creado de esta forma un murmullo angélico muy hermoso, que fue precedido por doce Oms, a través de los cuales pudimos oír cantos armónicos, y sonidos que parecían como de órganos, que desde luego no formaban parte del decorado en 3D, sino que venían de otras dimensiones. Ha sido muy gratificante para todos...

Luego hemos meditado juntos, publico a continuación el contenido de la meditación, que me llegó el día anterior. Propongo a los lectores que no hayan participado en este evento que la realicen en sus casas o con sus grupos habituales de meditación y les animo a que me cuenten los resultados y lo que hayan percibido. Quienes tengan dificultades para manejar el apartado “comentarios” del blog (yo misma no sé muy bien cómo funciona) pueden mandarme sus impresiones o vivencias a mi dirección de e-mail: soleikallopp@telefonica.net, procurando que no sean demasiado largos los textos (a la espera de que cree otro blog sólo para este menester).

Relajación

Realiza tres respiraciones lentas y profundas, entrando el aire por la nariz y exhalando por la boca, llenando primero de aire tu abdomen y luego el tórax. Luego realiza 3 respiraciones provocando una apnea, es decir entrando por la nariz, reteniendo el aire todo lo que puedas y luego lo sacas por la boca muy lentamente.

Le das la orden a tu mente de rebajar la actividad eléctrica de sus ondas a 4 ciclos por segundo, de esta forma entrarás en un estado de profunda relajación.

Imagina que por encima de tu chakra 7, en la parte superior de tu cabeza, se está formando una espiral de luz azul índigo. Ahora observas que por encima de tu cabeza, se abre este chakra 7, tiene la forma de un gran embudo por el que penetra la luz azul de la espiral. Ese rayo azul inunda todo tu cuerpo armonizándolo, relajándolo completamente, aliviando todos tus centros energéticos.

Imaginas que ese rayo azul envuelve todo tu cuerpo como si estuvieras en una burbuja de ese color. Esa luz azul va eliminando cualquier tensión y regenerando cada tejido, cada célula, cada órgano.

Inducción

En ese estado de profunda relajación en el que te encuentras, imaginas que te trasladas al Monte Saint Michel, te encuentras al pie de este Monte, imaginas que está yermo, es todo hierba, sin construcciones, salvo un templo en la cima, dedicado al Arcángel Miguel.

Imaginas que empiezas a escalar el Monte, lentamente y a cada paso que das, te vas desprendiendo poco a poco de todas tus vestiduras, joyas, calzado, todo lo que llevas encima. Te desprendes asimismo de una capa de energía gris compuesta de tensiones y preocupaciones de la vida diaria.

Vas ascendiendo, subiendo, subiendo, tu cuerpo se queda completamente desnudo y cubres tu desnudez con un precioso manto blanco, tejido con hilos de luz. Alcanzas la cima del Monte, las puertas del templo se abren ante ti y te invitan a penetrar en él.

Entras y te sitúas en una sala redonda con muchas ventanas por las que penetra el Sol a raudales. Las paredes y techos están cubiertos de amatistas incrustadas que despiden poderosos haces de luz de color violeta que penetran por tu cabeza, recorren todo tu cuerpo, impregnándolo de energía violeta transmutadora.

Invocas la presencia de unos maestros que te van a ayudar en esta meditación. Invocas a Jesús el Cristo, a la Madre María, al Arcángel Miguel, al Arcángel Metatrón, a Omraam Mikhael Aivanhov, a Saint Germain, a Akenatón, a Nefertiti, a los cuatro elementos, a las cuatro direcciones, Norte, Sur, Este y Oeste, a todos los guías espirituales de la gran Hermandad Blanca y a los 72 Ángeles de la Cábala.

Meditación

Ahora rememoras la escena más feliz de toda tu vida. Imaginas que los cuerpos de luz de todas las personas presentes salen de sus cuerpos físicos. A medida que van saliendo, se van juntando todos nuestros cuerpos de luz y acaban formando una hermosa bola de luz (como las bolitas de mercurio que, al juntarse, forman una más grande). Esta bola de luz va tomando un tono verde esmeralda, ribeteado en violeta.

Ahora llamamos mentalmente a todas las personas que están participando en este evento, desde sus casas, en esta meditación y llamamos asimismo a todas las que están celebrando, en el mundo entero, el equinoccio de primavera. Imaginamos que los cuerpos de luz de todas esas personas se unen a esa bola de luz que habíamos formado entre todos. Se forma entonces una inmensa esfera de luz y como nuestra imaginación no tiene límites, imaginamos que esa esfera de luz verde esmeralda ribeteada en violeta se transforma en una gigantesca nave espacial, como si fuera un platillo volante, verde por dentro, violeta por fuera.

A esa nave, le damos un nombre, se llama Nueva Jerusalén. Podemos desplazarla donde queramos. Imaginamos que tiene, en su parte inferior, miles de agujeritos a través de los cuales pueden lanzarse rayos de luz de color verde ribeteados en violeta. Una luz que sale de todos los corazones crísticos de las personas que forman la nave.

Un verde color sanación, color del chakra corazón y un violeta color del chakra 7 y color de transmutación. Imaginamos que esa nave se posa sobre nuestra casa, y luego se posa encima de las casas de nuestros familiares y encima de nuestros lugares de trabajo y disparan sobre esos lugares potentísimos rayos de luz verde/violeta. Imaginamos que todas esas personas se incorporan, en cuerpo de luz, a la nave, al sentirse aspiradas por ella.

Ahora elevamos la nave e imaginamos que empieza a disparar sus rayos sobre todo el planeta Tierra, que va girando, mientras toda su superficie se va impregnando poco a poco de esos rayos sanadores transmutadores.

Imaginamos que los cuerpos de luz de todos los terrícolas se sienten atraídos por la fuerza de la nave, se sienten aspirados y acaban incorporándose a ella. A medida que se van incorporando, el tamaño de la nave de la Nueva Jerusalén crece exponencialmente. Entonces la nave sale disparada hacia arriba y empieza a disparar rayos verde/violeta en dirección a todos los planetas del sistema solar, que quedan así impregnados por esa luz.

Los cuerpos de luz de todos los habitantes de los diferentes planetas se sienten atraídos y aspirados por la nave. La nave encierra ahora tanta energía crística tan potente que acaba estallando, transformándose en millones de estrellitas de 6 puntas que caen sobre todos los planetas de nuestro sistema solar y toman la forma de una lluvia fecundante que hará florecer las semillas de la Nueva Era. Mantenemos esta imagen durante unos segundos.

Damos gracias a los maestros que nos han asistido, cerramos nuestros chakras y bajamos del Mont Saint Michel, despojándonos de la túnica de luz y recuperando nuestra ropa. Cuando llegamos abajo del todo y tocamos tierra, imaginamos que creamos, desde nuestros pies, unas raíces etéricas que llegan hasta el centro de la tierra. Y desde allí, nos trasladamos mentalmente al lugar en que hemos realizado esta meditación.

Soleika Llop

www.abriendoconciencia.blogspot.com

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