Crónicas Andinas II


Esta es la segunda parte del relato de mis experiencias en Perú. Publiqué la primera parte en el blog hace tres días.

Antiguas Herencias Psíquicas

Durante mi estancia en Ica (Perú) se produjo una huelga, una persona que tenia que venir de Lima para una terapia la suspendió por esta razón. Me quedé extrañada porque esta persona tenía coche propio, por lo tanto no dependía de ningún transporte público. Me dijeron que el problema era otro, resulta que cuando se ponen en huelga en esta ciudad, los piquetes ponen barricadas a la entrada y a la salida (la ciudad está rodeada de desiertos y sólo tiene una carretera de entrada y otra de salida) de manera que nadie pueda entrar ni marcharse del lugar. Pregunté cómo reaccionaba la policía, y me contestaron: “Ellos deshacen las barricadas y luego los piquetes se dedican a volver a montarlas un poco más allá y así unos y otros se pasan así el día montando y desmontando barricadas, pero nunca se producen actos vandálicos, ni agresiones durante las huelgas.” ¡¡¡Igualito que en Europa, pensé!!!

Por otro lado, pude observar, a través de numerosas historias y anécdotas que me contaron, que en Perú había muchas personas completamente pasivas, que preferían dejarse pisar los juanetes antes que reaccionar y levantar un dedo para decir “¡¡ayyy, ese piececito es mío!!”. He oído historias de gente con talento y creatividad que nunca han movido su potencial ni han pensado en la posibilidad de expandirse, de salirse de los estrechos límites en los que se desarrolla su cotidianeidad. Entonces me vino a la memoria un texto canalizado de Seth, (Habla Seth II, Jane Roberts, Luciérnaga), que contaba lo siguiente:

“Hace muchos miles de años se desarrolló en la Tierra, en las áreas de África y Australia, una civilización de seres especialmente enamorados de la vida en vuestro planeta. Estaban particularmente interesados en desarrollar un ser humano que tuviese grabadas en su interior defensas contra la violencia, en ellos el deseo de paz era casi un instinto. Cuando su mente registraba una agresión fuerte, sus cuerpos no reaccionaban.

Ahora aún se pueden ver vestigios psicológicos de esto en ciertos individuos, que llegan a desmayarse o incluso a atacar su propio sistema físico, antes de permitirse actuar con lo que ellos consideran que es violencia hacia el otro. La energía que en vuestros tiempos se suele emplear en la violencia, se dedicó a otros propósitos y esto empezó a volverse en contra de ellos. No estaban aprendiendo a manejar la violencia o la agresión: intentaban sortearla físicamente y esto tenía sus complicaciones. A la energía debe permitírsele fluir libremente a través del sistema físico, dirigida y controlada mentalmente.

La alteración física resultó ser una carga para la totalidad del sistema. La función creativa, que había sido distorsionada por el concepto de agresividad –la necesidad de actuar- no fue entendida. En cierta manera podría decirse que hasta el hecho de respirar es en sí violencia. La inhibición que aquellas gentes tenían incorporada dio como resultado un sistema paralizado lleno de controles mutuos en el que se hizo prácticamente imposible el necesario impulso de actuar. Esto evolucionó hacia un estado mental y físico demasiado concienzudo y restrictivo, en el que se restringieron totalmente las necesidades físicas de supervivencia del organismo. La civilización, pues, progresó mentalmente.

Su tecnología recibió un enorme impulso a medida que se esforzaban, por ejemplo, en desarrollar comida artificial para así no tener que matar bajo ningún concepto para sobrevivir. Al mismo tiempo querían dejar el entorno físico intacto, así prescindieron de automóviles o vehículos de vapor y se concentraron en el sonido, un sonido que no podía ser percibido por los oídos físicos. La civilización se llamaba Rumania. Ellos eran personas muy delgadas y débiles en lo físico pero psíquicamente o bien eran muy brillantes o totalmente faltos de talento.

Establecían campos de energía en torno a su propia civilización, así que estaban aislados del contacto con otros grupos. Con el firme propósito de evitar la violencia, en lugar de buscar el desarrollo constructivo y pacífico del potencial creativo, su experiencia fue altamente unilateral. Les movía un miedo tal a la violencia que ni siquiera permitieron al sistema físico la libertad de expresarla. Negaron el derecho de la persona de aprender a su manera, se anuló el libre albedrío.

Si los atacaban, se limitaban a huir, no tenían el recurso de la lucha. El símbolo de su Dios era masculino, una poderosa figura masculina que los protegía, ya que ellos no podían hacerlo. Este dios evolucionó a través de las eras y en él proyectaron aquellas cualidades que ellos mismos no podían expresar. Mucho más tarde apareció como el viejo Jehová, el dios de la Ira, que protegía al Pueblo Elegido. Por consiguiente, el miedo a las fuerzas naturales era inicialmente muy fuerte en ellos debido a las razones dadas, y trajo consigo un sentimiento de separación entre el hombre y esas fuerzas naturales que lo nutren.

No confiaban en la tierra, ya que no podían protegerse de sus fuerzas violentas. Ellos fueron los primeros hombres de las cavernas, que eran puertas para entrar y salir de las ciudades intraterrenas de los Lumanios. Su civilización estaba muy concentrada en si misma, ellos no intentaron conquistar a otros ni repartirse por otras áreas. Todas sus construcciones estaban bajo tierra. Había un considerable número de ellos en lo que es ahora España y los Pirineos. (Es curioso constatar que ocho meses después de que fuera publicado este escrito, los periódicos dieron la noticia del hallazgo en una cueva francesa muy cerca de España de un cráneo prehumano, de una antigüedad de al menos 200.000 años y perteneciente a una raza aún no identificada).

La comunicación era uno de sus puntos más fuertes porque siempre estaban en estado de alerta. Se reunían en grandes grupos familiares, por su necesidad de protección. El contacto entre padres de hijos era muy intenso y los niños se sentían profundamente incómodos si estaban fuera de la vista de sus padres durante cierto periodo. Desarrollaron una gran compenetración con la tierra y una gran actividad telepática. Notaban inmediatamente el más leve temblor o pisada. Los Lumanios existieron mucho antes de la Atlántida.”

Los Lumanios, lo mismo que cualquier otra civilización que haya existido alguna vez, forman parte de nuestra herencia psíquica, he podido comprobarlo en numerosas ocasiones, y no sólo en Perú sino también en España. He conocido personas que son incapaces de manejar su fuerza marciana (de Marte), la cual por su polo más favorable nos mueve a la creación, a la acción, a tomar iniciativas, a arriesgarnos, a conquistar nuevos territorios, a ser audaces y decididos, y por su polo contrario, cuando esta energía se infrautiliza, deriva en violencia. Seth dice a este respecto en su libro III:

“Lo que a menudo se olvida es la naturaleza real de la agresividad, que en su sentido más puro significa acción enérgica. Esto no implica necesariamente fuerza física, sino el poder de la energía dirigida hacia la acción material. La agresividad normal es básicamente un tipo natural de comunicación, una forma de hacer saber a otra persona que, en nuestra opinión, ha cometido una transgresión, y por tanto es un método para prevenir la violencia, no para causarla.

Confundís violencia con agresión, no comprendéis la actividad creativa de la agresión. La violencia es una distorsión de la agresión. Toda idea creativa es agresiva. La violencia es básicamente una rendición abrumadora y en toda violencia existe una gran cantidad de emoción suicida, la antítesis de la creatividad. La violencia sólo tiene lugar cuando se ha impedido la expresión natural de la agresión. Sin agresión, el cuerpo no podría crecer, pues las células se verían reducidas a la inercia”.

Los Lumanios pretendieron borrar de su mapa psíquico la fuerza marciana, y esto les llevó a su desaparición, por ser excesivamente mentales y controladores, tal y como lo explica Seth. Conviene pues que las personas que tienen un fuerte componente lumanio en su psique tomen consciencia de este hecho y dejen de temer expresar lo que sienten, para poder empezar a vivir, a crear y a salir de su inmovilismo y su atolondramiento. Quien primero empiece a plantearse el asunto ayudará a todos los que vengan detrás –a través de la resonancia mórfica (ver artículo sobre este tema en el blog)- a desbloquearse con más rapidez.

Tal vez podría ser útil, para esas personas, invitar a la fuerza marciana de su psique a manifestarse en cuanto se levantan por la mañana, imaginando un traje para tal circunstancia y vistiéndose con él. De la misma forma que una persona con poco componente venusino (falta de tacto, gusto, delicadeza, dulzura, diplomacia, belleza) podría imaginar que cada día al levantarse se pone el traje de Venus, se trata de usar la imaginación y crear una nueva programación.

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