¿Y si celebráramos Wesac todos los días?

Acabo de recibir una preciosa presentación a todo color instando a todo aquel que la lea a participar en el Festival de Wesac, el 20 de Abril. Este evento se celebra anualmente en el plenilunio de Tauro, momento, según dicen, en que se transmite a la Tierra la bendición de Dios por intermedio de Buda y de su hermano el Cristo. En ese día, numerosos grupos en el mundo celebran grandes rituales. Es –según dicen- el momento más sagrado del año, en el que la divinidad y la humanidad toman contacto y en el que los maestros ascendidos derraman sobre los hombres mucha luz y mucho amor de manera que éstos se vean estimulados espiritualmente para lograr una expansión de conciencia...

“Ningún precio que se nos exija –dicen- será demasiado elevado para ser útil a la jerarquía en el Plenilunio de Tauro, ningún precio es demasiado elevado para obtener la iluminación espiritual, posible particularmente en este momento.”

Al leer este texto, me acordé del 1 de noviembre, un día en que la gente se siente como obligada, por tradición, a llevar flores a sus difuntos. Es algo que nunca he podido hacer porque a los seres que he amado y que pasaron a otra dimensión, le mando las flores de mis pensamientos más hermosos y la fragancia de mis sentimientos más amorosos de forma muy asidua, no necesito esperar una fecha precisa del calendario.

Pienso que el Festival de Wesac –y otros de sus mismas características- fue concebido e inspirado por los maestros como una ocasión para honrar al espíritu y elevar las miras. Seguramente los seres de luz pensaron lo siguiente: “A estos espíritus hechos carne pero que se olvidaron su condición de espíritus, les vamos a instituir un día para que piensen en nosotros, para que se acerquen a su divinidad interior y la mimen un poco, así nos aseguramos de que al menos lo hagan una vez al año”.

Esto pudo tener su validez en un momento dado pero ahora un número crítico de seres humanos ya ha comprendido que la divinidad no está fuera, sino en su interior, y que ésta les manda sus bendiciones, no una vez al año, sino varias veces cada microsegundo. Han comprendido que pueden expandir su conciencia a cada vez que respiran, en cada instante.

Han comprendido que el Cristo no es un señor que abre sus ventanillas en determinadas ocasiones del año para mandar su luz a un atajo de pecadores, sino que es una fuerza viva que mora en nuestra psique. Una fuerza que, en cuanto la despertamos y la activamos, nos capacita para hacer los mismos milagros que el Maestro y para transformarnos en Cristos. En cuanto alcanzamos este estado, todos los momentos del día, del mes y del año son igual de sagrados.

¿Quién se apunta a celebrar el Festival de Wesac al menos cinco minutos cada día? Conectando con el espíritu, por ejemplo a través de la plegaria o de la meditación. Luego progresivamente estos minutos se irán ampliando a medida que uno palpe los beneficios de esta conexión.

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