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Cada nombre bíblico, trátese de un lugar o de un personaje, simboliza determinadas tendencias.
En ese sentido, podemos decir que en nuestra psique se erige por un lado la Jerusalem profana y por otro la Jerusalem sagrada, también llamada la Nueva Jerusalem celestial o Ciudad de Cristal.
La Jerusalem profana es la ciudadela psíquica que construimos con la inteligencia, los sentidos, las observaciones, en definitiva, con nuestras experiencias.
De ella el Cristo decía que sería destruida una y otra vez antes de que fuéramos capaces de construir la otra, la Jerusalem eterna, la que es inexpugnable, e indestructible.
A cada vez que nace un nuevo concepto, un nuevo paradigma, como ocurrió por ejemplo con Galileo, con Colón, con Freud o con los físicos cuánticos, la vieja ciudadela psíquica, la Jerusalem profana, es destruida, para luego ser de nuevo levantada. Y ello ocurrirá hasta que el Cristo le dé el golpe de gracia, con la espada del discernimiento, para dejar paso a la otra, a la ciudad eterna. Y es destruida una y otra vez porque, como dice el Maestro (Lucas, XIX, 41-44), no ha conocido el tiempo en que ha sido visitada, es decir que no ha sabido impregnarse de la luz que la enseñanza crística le aportaba. En efecto, Jesús penetró muchas veces en la ciudadela santa para predicar pero quienes le escuchaban, en su mayoría, no supieron ver en él el constructor de un nuevo orden, basado en el amor. Su doctrina ha sido una y otra vez divulgada en infinidad de foros y de iglesias sin que haya llegado a ser bien comprendida.
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En la visión de Juan, en el Apocalipsis, el ego superior (“el que está sentado en el trono”) dice : “Yo soy el alpha y el omega, principio y fin”. Esto significa que en el estado de conciencia llamado “Nueva Jerusalem”, el principio y el fin se funden, por tanto, se pueden materializar al instante las cosas que deseamos, desaparece el factor tiempo. Podemos asimilar cualquier enseñanza en un instante de inspiración, sin necesidad de largos estudios. Antes del establecimiento en nuestra psique de este estado llamado Nueva Jerusalem, estamos separados de nuestra otra mitad, por un lado está el poder creador y por otro la obra realizada, de la que recibimos el conocimiento, la experiencia. Pero si ambos se juntan y constituyen una indisoluble unidad, se recorta el tiempo que media entre la creación y la asimilación de las experiencias. Y entra en funcionamiento la conciencia láser, obtenemos todo aquello que necesitamos de forma casi instanténea, es lo que Deepak Chopra llama el sincrodestino.
(Este escrito es un resumen de todo lo que Kabaleb dijo sobre esta cuestión en sus lecciones de Interpretación del Apocalipsis)
1 comentario:
Solo comentaros, que he intentado entrar en la página principal vuestra, que tenía seleccionada en favoritos y ha sido ocupada por otra web, que no he abierto pero que emite musica arabe.
Desconozco si esto es general o ocurre en mi ordenador unicamente.
En otro orden, mi agradecimiento por vuestro trabajo.
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