Gran Sol central



Comparto hoy un fantástico ejercicio de Alquimia Genética, que no tiene que ver con las doce Capas del ADN sutil, sino con un viaje al núcleo ígneo del ser, a ese Gran Sol Central que se está alineando con el Sol y con la Tierra y está causando tantos revuelos en el mundo celular y psíquico de los terrícolas. La conexión fue tan profunda que esta persona llegó a percibir la música de las esferas y a sentir la presencia de su Yo divino, de su esencia primordial.

Y lo más hermoso, es que a través de esta experiencia, se da cuenta de que no existe diferencia entre lo de fuera y lo de dentro. Es decir, que la vida exterior, con todos sus disfraces, sus oropeles y su escenografía, ora kafkiana, ora sublime, no es más que el fiel reflejo de lo que acontece de puertas adentro. A medida que nos vayamos acercando al 12-12-12 y al 21-12-12, este tipo de experiencias se irá multiplicando. Es lo que nos contaban los mayas pero en vivo y en directo. Que lo disfruten.

“Inicio la sesión en el Monte Saint Michel, tras hacer el protocolo elijo a Jesús como guía, ya que lo que deseo en el día de hoy es recibir sanación, para mi cuerpo físico sobre todo. Le explico que estoy dispuesta a ir donde me lleve, eso sí, que pueda integrar suavemente las imágenes que me muestren. Pronuncio mi fórmula mágica y pido ver un escenario. Aparezco en el espacio... pido aterrizar en algún sitio y me veo frente al Gran Sol Central. Centro mi atención en examinar lo que veo, es un gran agujero negro cuya energía es como un imán.

Al ponerme enfrente suyo noto una gran corriente de energía que está a punto de tragarme, como una aspiradora, pero también noto otra corriente energética hacia afuera, "emanadora". Me recuerda a un gran embudo, un gran útero. Siento que es femenino. Me colocan frente al agujero, que nos traga, pasamos el guía y yo por un tobogán estrecho a toda velocidad, puedo sentirla, me parece alucinante sentirla... y aparecemos al otro lado del agujero. Ya no hay velocidad, estamos flotando en el espacio, y lo veo blanco con planetas oscuros. Es decir, justo al revés que nuestro espacio conocido, no lo sé explicar mejor... Me recuerda al cuento de Alicia en el País de Las Maravillas, el otro lado del espejo... y pienso que a lo mejor mi mente está jugando conmigo. Casi más que "lo que veo" me sorprende lo que oigo. Hay un sonido muy alto de muchas músicas, suenan como música clásica pero suenan a la vez, tienes que afinar el oído para distinguir unas melodías de otras. (es la música de las esferas).

Ahora estamos frente a una pequeña bolita, como una pequeña canica. La bolita tiene mucha energía dentro, como una bomba atómica, no sé de qué forma pero mi conciencia se mete dentro de esa canica y siento una energía muy concentrada y oigo muchos sonidos, pero no son musicales sino palabras. Pregunto qué es esa bolita y me dice: "no tengo nombre, yo soy tu Yo soy el que soy", y en ese momento empiezo a ver el rostro de varios seres estelares, que entiendo deben ser mis otros yoes. Como si esa bolita nos contuviera a todos y nuestras múltiples posibilidades de vida. Siento que esa canica es mi parte divina, es Dios, es mi pequeño cuerpo divino. En realidad mi viaje buscaba sanación, y hay un impulso que me obliga a coger la canica y la pongo en la palma de mi mano.

A través de la palma se mete en mi cuerpo, y por el torrente sanguíneo viaja al cerebro. Allí se desintegra y veo múltiples chispas de luz dorada que se van instalando primero en el cerebro, van al cerebro reptiliano, y le veo como si tuviera una capa de barro seco. Lo desincrustan y ahora lo veo como si fuera de platino. Van bajando y esas chispas doradas se van instalando en todo mi cuerpo, y en un momento dado la bolita vuelve a integrarse y sale por donde había entrado, por mi mano derecha. Me cuesta describir lo que sentía mientas esas chispas se instalaban en mi cuerpo, creo que "la canica" es como mi átomo primigenio, y me instalaba

información pura desde el mundo de la creación. Con la bolita en la mano, que siento muy pesada y con muuuucha energía, miro al guía en busca de respuesta... y estaba llorando! Llorando de la emoción, ambos nos fundimos en un intenso abrazo. Siento que la sanación ha terminado y volvemos a meternos en el agujero del Sol Central esta vez para volver. Otra vez la sensación de velocidad... aparecemos en nuestro Universo, voy a Saint Michel y doy las gracias.

Hoy he sentido que el Universo está hecho como las muñecas rusas. Lo que veo fuera de mí también está dentro de mi cuerpo, y se me ocurre que la más pequeña de mis células también tiene un Sol Central, una Tierra, una Luna, un papá, una mamá, amigos... Y que lo que debo hacer es sincronizar en un solo latido, en una sola pulsación, esos Soles, Lunas, Tierras, papás, mamás de todas mis células. Que todas respondan a ese solo latido”













1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Que ejercicio más chulo!! además cuadra con el universo holográfico del que siempre nos habla Soleika!enhorabuena!

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