La energía de fusión

A raíz de las potentes eyecciones de masa coronal del Sol, se está reavivando este tema en la prensa. He sacado de mis archivos un artículo que escribí hace años sobre esta cuestión, decía lo siguiente:

“Hasta el momento presente, la energía que hemos utilizado para hacer funcionar las centrales nucleares o la industria, ha sido la energía de fisión, obtenida a través de la violenta escisión de los átomos. Y ello ha estado en perfecta analogía con el proceso involutivo que hemos seguido hasta ahora en el cual, partiendo de un núcleo central energético, de la máxima cohesión, nos hemos ido atomizando, dividiendo y disgregando hasta alcanzar un punto de máxima separación de la esencia divina y de máxima exaltación egoica.

Ahora, al estar alcanzando los últimos escalones del proceso involutivo, nos toca levantar el vuelo e iniciar el proceso evolutivo, procediendo a la disolución egoica, a la integración. La Cábala nos dice que todo cambio interno conduce a un cambio externo, de lo cual podríamos deducir que en cuanto una masa crítica de personas haya conseguido dar un salto de conciencia en dirección a la integración, a la unificación, tendremos acceso a una nueva energía: la energía de fusión, que nace de la fusión de los átomos. Echando una mirada convencional sobre ese asunto, diremos que la consecución de esa energía, barata (una vez se haya logrado producir), limpia e inagotable, depende de factores técnicos y económicos, ya que para ello es preciso reproducir temperaturas cercanas a las del Sol.

Pero si vamos más allá, si transcendemos la forma y nos valemos de las analogías, podríamos aducir que conseguir esa energía depende de que un número crítico de seres humanos logre en ellos esa misma integración, es decir una unificación de tendencias. Eso implica dejar de ser violentos bajo la influencia de las disonancias de Marte, soberbios con las del Sol, mentirosos con las de Mercurio, tristes o pesimistas con Saturno, alocados con Neptuno, atómicos y radicales con Plutón, lascivos con Venus etc.. Implica dejar de tener múltiples personalidades según los influjos astrales del momento y unificar nuestra psique. Y ello también implica la integración de todos los yoes que forman el multiverso de cada ser, ya que existen porciones de nuestro ser pululando por dimensiones y campos de percepción muy lejanos.

A través de la Alquimia Genética es posible reunir a esos yoes dispersos, si logramos que se unifiquen, si conseguimos que todas nuestras tendencias persigan un mismo objetivo en vez de dispersar su luz -como hacen las bombillas normales- la transformaremos en luz coherente. Esa es la luz del rayo láser, cuya propagación es unidireccional, permite realizar sanaciones, cortar el acero o traspasar capas de materia”.

El ABC de hoy -8 de Mayo 2012- ha publicado el siguiente artículo, entre paréntesis, mis comentarios:

Obtener energía de fusión, la que utilizan las estrellas para mantenerse activas, es uno de los grandes desafíos de la ciencia. Se trataría, prometen los físicos, de una fuente de energía inagotable, segura y limpia, una maravilla energética que, de momento, solo se ha conseguido de forma experimental, cara y en pequeñas cantidades. Ahora, la Universidad de Princeton ha anunciado que dos de sus físicos han descubierto una posible solución a esta barrera científica y productiva, un misterio que ha desconcertado durante mucho tiempo a los investigadores. Si su teoría es confirmada por la experimentación, el hallazgo podría ayudar a eliminar un importante obstáculo para el desarrollo de la fusión como fuente de producción de energía eléctrica en todo el mundo.

La investigación aparece publicada en la revista especializada Physical Review Letters. El proceso de fusión consiste en darle la vuelta a la energía nuclear y unir partículas de hidrógeno en vez de dividirlas, hasta que se convierten en helio, a temperaturas infernales de 150 millones de grados. Es el mismo trabajo que realiza nuestro Sol para seguir brillando. Recrear este proceso en la Tierra es extremadamente complicado, ya que hacen falta campos magnéticos para mantener esas altísimas temperaturas, muy difíciles de alcanzar. La fusión solo se produce cuando el plasma está lo suficientemente caliente y denso para que los núcleos atómicos contenidos en el gas se puedan combinar entre sí liberando energía. Pero algo falla en el proceso. (la fusión se produce cuando nos mantenemos cercanos a nuestro núcleo divino, cuando éste nos proporciona el carburante necesario para hacer funcionar nuestro vehículo en 3D).

Aquí es donde entran en juego los científicos del Laboratorio de Física de Plasma de Princeton Luis Delgado-Aparicio y David Gates. Ellos han descubierto que unas fastidiosas burbujas con impurezas que aparecen en el proceso son las culpables de enfriar el plasma, lo que impide que los reactores funcionen con eficiencia. (Más claro el agua, las impurezas están constituidas por el chapapote emocional y mental, las rabias, los rencores, los odios, dudas, tristezas etc... Todo ello frena el correcto flujo entre el núcleo cuántico y la conciencia, entre el centro de gravedad de ser y su periferia. Por otro lado, cuando la energía del núcleo se ve obligada a estirarse mucho para llegar hasta la periferia, nos agotamos, porque eso supone un gran gasto energético) En los reactores experimentales existentes (llamados tokamak) el plasma alcanza un límite de densidad y, aunque se añada más energía para calentarlo, esta densidad no aumenta.

Sin embargo, es indispensable conseguirla para llegar a la fusión. Esto ha supuesto un misterio durante 30 ó 40 años. En un momento de inspiración, como ellos mismos reconocen, los físicos de Princeton se fijaron en las burbujas que aparecen en el plasma. Descubrieron que se inician en las paredes del tokamak, donde recogen las impurezas, para después desplazarse al interior del plasma. Estas «pequeñas islas» cometen un doble daño: por un lado enfrían el plasma y por otro actúan como escudos que bloquean la entrada de la energía al reactor. (Cuando el Yo divino emite un propósito, éste puede enfriarse bajo la acción del chapapote, y la consecuencia es que puede bloquearse o ralentizarse la entrada de energía hacia el núcleo, y como medida de seguridad, dicha energía saltará hacia otros campos más densos, manejados por las fuerzas oscuras. De no ser así, podríamos estallar bajo la presión de la luz. Al frenar la luz creamos densidad y alimentamos la oscuridad y de paso nos agotamos porque las reacciones de fusión no acaban de producirse correctamente).

A 100 millones de grados Gates y Aparicio quieren ahora demostrar su teoría en dos tokamak. Uno de ellos está ubicado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y el otro en el General Atomics de San Diego. Entre otras cosas, quieren comprobar si una inyección de energía directamente en las burbujas daría lugar a una mayor densidad. En este caso, podrían ayudar a futuros reactores a conseguir la temperatura de 100 millones de grados que requiere la fusión. La teoría de los científicos representa un nuevo enfoque para el límite de densidad, que también se conoce como el «límite de Greenwald». (Están hablando de inyectar luz en las burbujas de oscuridad, es decir en los egregores oscuros).

Si están en lo cierto, estos dos físicos podrían proporcionar mejoras esenciales para la construcción de futuros reactores. En Cadarache (Francia), se construye actualmente el ITER, un reactor experimental de la Unión Europea, EE.UU. y otros cinco países que costará 15.000 millones de euros. Sus responsables esperan que la gran infraestructura se mantenga caliente a mediados de la década de 2020 y que la energía de fusión sea masiva antes de 2040. Es muy costoso, pero sus partidarios aseguran que merece la pena invertir en esta prometedora energía limpia, abundante, prácticamente eterna (durará millones de años) y que apenas tiene riesgos. (Si una masa crítica/crística de seres humanos diera pasos significativos hacia su propia integración, no sería necesario gastar cantidades tan ingentes de dinero).

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