Al inicio de una sesión de Alquimia Genética, cuando la persona se sitúa en el primer escenario, aparece a menudo la imagen de un bosque. Los bosques suelen ser indicio de un territorio enmarañado, difícil de descifrar, de complicado acceso o que comporta peligros potenciales, de cierta dispersión...
Pero la hojarasca en general tiene un simbolismo más profundo: representa (entre otras cosas) los muchos propósitos que un día han nacido en nuestra psique pero que nunca llegaron a realizarse. Me gustaría difundir un texto que he encontrando releyendo la Lección 22 de la Interpretación del Apocalipsis de mi padre (Kabaleb). Contiene alguna que otra palabreja rara, de la Cábala, pero el resto se entiende muy bien.
“El árbol se compone de raíces, tronco, hojas y flor o fruto, y en él hallamos las cuatro fases del nombre sagrado (Jehová): Yod-He-Vav-He. Flor y fruto constituyen su estadio terminal (segundo He) ya que de lo uno u lo otro depende el grado de desarrollo del árbol. Las hojas representan el estadio Vav, el de la exteriorización, regida por la Séfira Binah-Saturno, centro nº3 del Árbol Cabalístico. El objetivo supremo de Binah es el de conducir a Hesed, centro nº 4 y que representa el 2º He. En efecto, el primer Centro es Kether, el segundo Hochmah, el tercero Binah y el cuarto Hesed. Así podemos decir que las hojas son flores o frutos abortados; son impulsos que iban para frutos pero que se quedaron en mitad de camino, sin alcanzar su propósito supremo.
En el árbol de nuestra vida, las hojas son esos príncipes que nunca llegaron a ponerse la corona, que nunca llegaron a reinar. Hay árboles en los que todo es hojarasca y cuando el viento azota sus ramas, se produce en ellas un gran fragor. Mucho es el ruido, pero pocas son las nueces, según reza un dicho popular. La hoja es pues el símbolo de la inmadurez, de algo que se ha estancado. Pero en la arquitectura de un árbol considerado como una unidad y no evaluándolo por sus partes separadas, la hoja es el elemento que conduce al fruto, y en el proceso creador, podríamos decir que la naturaleza intenta dar fruto y falla, y ese fallo produce la hoja.
Vuelve a intentarlo y falla de nuevo, y va apareciendo otra hoja, y repite hasta que consigue su objetivo y surge el fruto, terminando con él la aparición de las hojas en la rama. La hoja sería pues el testimonio de los repetidos fracasos de la voluntad creadora y al mismo tiempo, es el símbolo del esfuerzo y de la dedicación, del tesón en querer conseguir aquello que el espíritu humano persigue.”
Abriendo Conciencia, Charlas, Reflexiones, Meditaciones, material creativo de alto voltaje
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Sobran los comentarios, estas imágenes ponen la piel de gallina. Da que pensar.. Que lo disfruten.
1 comentario:
muy interesante soleika! y muy aclarados ya que en una meditacion que canalice para un paciente hace un tiempo trabajamos con un arbol y en un bosque, la persona veia como el viento se llevaba las hojas, y esas hojas eran sus miedos estancados.......interesante...saludos desde buenos aires! luciana
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