El diamante y su simbolismo

Encontré en un número atrasado la Revista Athanor un artículo de la gemoterapeuta Nina Llinares, que habla de las propiedades del diamante, lo reproduzco en parte, añadiendo entre paréntesis algunos comentarios que me ha sugerido su lectura, que pueden resultar de utilidad para todas las personas que han trabajado (a nivel etérico) con este preciado mineral a través de la Alquimia Genética.

“El nombre griego del diamante es “adamas”, que significa “lo que no se entrega”, refiriéndose a la pureza como virtud. Y su nombre en latín es “adamantem”, “invencible, sin derrota”. (Lo que no se puede entregar es la propia conquista de la pureza y de la transparencia, porque es algo personal y cuando uno alcanza la naturaleza diamantina, se vuelve invencible, no hay quien le pueda derrotar).

El diamante es carbono cristalizado ya que químicamente está compuesto por un solo elemento: moléculas de carbono puro que forman su estructura a grandes profundidades bajo tierra y que durante millones de años han pasado por un proceso de elevadísimas temperaturas. (Las formas del carbono incluyen, sorprendentemente, una de las sustancias más blandas -el grafito- y la más dura -el diamante- y, desde el punto de vista económico, uno de los materiales más baratos -carbón- y uno de los más caros.

El carbón representaría pues el estado bruto en el que navegamos en un mar de sombras y el diamante sería su opuesto. Por otro lado, para llegar a pulir nuestro “carbón” también hemos de pasar por un proceso de elevadas temperaturas, es decir de muchos sofocos, hasta que somos capaces de manejar nuestra luz sin exponernos a que nos tueste).


Cuando el diamante no es de buena calidad se le conoce como “brillante”.(La palabra “brillante” me sugiere que es el paso previo o intermedio para conseguir la pureza. Un paso que nos lleva a acercarnos al espíritu de forma superficial: quizás asistimos a cursos, a meditaciones, gastamos mucho incienso, tomamos toda clase de remedios florales, hacemos yoga, tai-chi, cuidamos nuestra alimentación y nuestra cuerpo etc. Pero falta un paso para pasar del brillante al diamante: el de implicarnos a fondo en el proceso, haciendo que todo nuestro ser se eleve, no sólo una parte de él. Y que esa elevación impregne las relaciones que mantenemos con nuestro pueblo celular y con todo nuestro entorno. Eso implica traer el cielo a la tierra, vivir aquello que estamos predicando).

Es el mineral más duro que existe. Se halla a muchos kilómetros de profundidad en la tierra, soportando todo tipo de presiones y temperaturas, manteniéndose esplendoroso, con una capacidad de resistencia inusual. Por ello se le asocia con las cualidades más elevadas del alma. Aporta valentía, tenacidad, vitalidad, renovación, fuerza interior, protección, seguridad, serenidad, tenacidad, purificación, elevación y equilibrio de todos los centros vitales, alegría, dinamismo, longevidad, altruismo y buena suerte.

Libera de tristezas y traumas y drena energías parasitarias.Su vibración energética es afín con todas las cualidades del chakra coronario: fortalece la capacidad para canalizar y estar en contacto con el Yo Superior y los guías de luz. Incrementa la intuición y la videncia. Limpia y protege el campo bioenergético. Aporta discernimiento, sentido común y sentido de la proporción, así como una sensación de estar en el camino adecuado llevando a cabo la misión de vida personal.Pero para que estas cualidades sean llevadas a la práctica, el diamante tiene que combinarse con la intención y el sentimiento de quien lo lleva, de quien trabaja consciente con su poderosa energía. El diamante resulta uno de los mejores aliados del reino mineral para meditaciones avanzadas. Se puede recargar periódicamente dentro de una geoda de cuarzo natural”.

(Esta información no sólo es útil para quienes posean algún diamante, sino para las personas que trabajen con él a nivel etérico. Me explico: utilizar este mineral de forma sutil en meditación puede resultar muy efectivo pero no como un ritual vacío que uno repite porque lo ha aprendido, sino desde la consciencia y la voluntad de conquistar su pureza. En cuanto a recargarse en una geoda de cuarzo, es uno de los ejercicios que se realizan en la alquimia Genética).

Me gustaría añadir un texto que saqué de un librito de Jung titulado “El Secreto de la Flor de Oro”: “La última etapa de la Alquimia es la "Rubedo" o "Citrinitas", donde se alcanza el "cuerpo de diamante". La "Rubedo" es el logro de la "Totalidad", es decir, el encuentro y acogimiento mutuo entre el Yo consciente, con el Sí-Mismo o yo de nuestro ser total, del cual formaba parte (aunque sin saberlo) el Yo.

Es un estado en el que todos los opuestos se juntan y complementan armónicamente y se conectan directamente con la unidad del ser. Este sí-mismo es la "chispa divina", el "dios interior" de la mística, el Mercurio Filosofal que reúne consigo los aparentemente más irreconciliables opuestos”. (Ésta es una buena síntesis de lo que puede significar la conquista de la personalidad diamantina).

1 comentario:

Sibila dijo...

Me parece un artículo MUY BUENO por el concepto de personalidad diamantina y la posibilidad de hacerla real.
Tus aclaraciones que apostillas Solëika, vienen a ilustrar que hay que ser prácticos. Por ejemplo, cuando especificas la etapa de brillante a diamante, vienes a decir con eso de implicarse a fondo, que, hay que pasar al otro lado de la cortina (te lo permite la TAG). O dicho así: hay una diferencia entre conocer el camino y andar el camino.
A su vez, hay reminiscencias de las entradas de Kryón cuando la autora, Nina Llinares, cita la importancia de los sentimientos (dígase en cierto sentido "creencias") y de la intención. Todo está relacionado.
Es quizá Solëika, de los mejores artículos con que nos has obsequiado por lo que tratas de transmitir: ese salto de la 3D a nuestra naturaleza interna o yo cuántico; es decir, llegar a trascender el peldaño de los cursos y meditaciones y demás terapias conductuales de la vida diaria para implicarse realmente con nuestro pueblo celular.
Y mientras no alcancemos ese estadío, nuestra vida no empezará a fluir definitivamente y tú lo sabes muy bien.
Mil gracias, Solëika.

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