Meditación de la Nueva Luna de Marzo: Uniendo latidos

Esta es una meditación que puede realizarse durante toda la lunación de Piscis, conviene hacerla en grupo, pero si esto no es posible, cada persona puede imaginar que entra en una sala virtual en la que se une a cientos de otras personas que están haciendo la misma meditación...

Relajación

- Realiza tres respiraciones lentas y profundas, entrando el aire por la nariz y exhalando por la boca, llenando primero de aire tu abdomen y luego el tórax. Luego realiza 3 respiraciones provocando una apnea, es decir entrando por la nariz, reteniendo el aire todo lo que puedas y luego lo sacas por la boca muy lentamente. Le das la orden a tu mente de rebajar la actividad eléctrica de sus ondas a 4 ciclos por segundo, de esta forma entrarás en un estado de profunda relajación.

- Imagina que por encima de tu chakra 7, en la parte superior de tu cabeza, se está formando una espiral de luz azul índigo. Ahora observas que por encima de tu cabeza, se abre este chakra 7, tiene la forma de un gran embudo por el que penetra la luz azul de la espiral. Ese rayo azul inunda todo tu cuerpo armonizándolo, relajándolo completamente, aliviando todos tus centros energéticos.

- Imaginas que ese rayo azul envuelve todo tu cuerpo como si estuvieras en una burbuja de ese color. Esa luz azul va eliminando cualquier tensión y regenerando cada tejido, cada célula, cada órgano.

Inducción

En ese estado de profunda relajación en el que te encuentras, imaginas que te trasladas al Monte Saint Michel, te encuentras al pie de este Monte, imaginas que está yermo, es todo hierba, sin construcciones, salvo un templo en la cima, dedicado al Arcángel Miguel.

- Imaginas que empiezas a escalar el Monte, lentamente y a cada paso que das, te vas desprendiendo poco a poco de todas tus vestiduras, joyas, calzado, todo lo que llevas encima. Te desprendes asimismo de una capa de energía gris compuesta de tensiones y preocupaciones de la vida diaria.

- Vas ascendiendo, subiendo, subiendo, tu cuerpo se queda completamente desnudo y cubres tu desnudez con un precioso manto blanco, tejido con hilos de luz. Alcanzas la cima del Monte, las puertas del templo se abren ante ti y te invitan a penetrar en él.

- Entras y te sitúas en una sala redonda con muchas ventanas por las que penetra el Sol a raudales. Las paredes y techos están cubiertos de amatistas incrustadas que despiden poderosos haces de luz de color violeta que penetran por tu cabeza, recorren todo tu cuerpo, impregnándolo de energía violeta transmutadora.

- Invocas la presencia de unos maestros que te van a ayudar en esta meditación. Invocas a Jesús el Cristo, a la Madre María, al Arcángel Miguel, al Arcángel Mettatrón, a los 72 Ángeles de la Cábala.

Sinergia grupal

- (En caso de que la meditación se haga con un grupo) Imaginas que en el centro de la sala del Mont Saint Michel en la que te encuentras hay un inmenso diamante del tamaño de una cabeza humana. Imaginas que sacas un hilo dorado de tu corazón y lo enrollas alrededor del diamante, de esta forma unes tus energías a las de todas las personas del grupo.

Conexión

- Imaginamos que al fondo de la sala del Mont Saint Michel en la que nos encontramos hay una escalera de 9 peldaños, nos dirigimos hacia ella, los subimos contándolos uno a uno y accedemos a la ciudad de cristal, en ella hay un gran palacio de cristal. Penetramos en el palacio, tiene múltiples puertas, en una de ellas está inscrito: Sala de proyecciones. Hay muchos sillones que están situados en círculo, nos sentamos en ellos.

- Imaginamos que en el centro del círculo se proyecta la imagen holográfica de la Tierra, como una proyección virtual. Imaginamos que todos, en círculo, nos cogemos las manos. Entonamos juntos y en voz bajita el nombre de Mumiah y lo pronunciamos sin parar como un mantra, para crear una vibración especial con la intención de activar nuestro Cristo interior. Pedimos a Mumiah que a cada vez que pronunciemos su nombre salgan disparados de nuestro interior todos nuestros miasmas emocionales, todos los rastrojos de nuestra psique.

- Imaginamos que nuestro chakra corazón se abre y de él sale una imagen del Cristo. Imaginamos que el nombre de Mumiah que vamos repitiendo es como un latido, el latido de nuestro corazón crístico.

- Sentimos como se acompasan todos los latidos de nuestros corazones, ahora nuestros corazones laten al unísono, sentimos ese poderoso latido colectivo que energetiza tremendamente nuestro pecho, mientras vamos repitiendo Mumiah, Mumiah... cada vez con más fuerza

- Imaginamos que, sin dejar de repetir Mumiah..cogidos de las manos, empezamos a caminar hacia la derecha, como hacen los niños cuando hacen el corro de la patata, vamos acelerando el giro, más y más y más, giramos muy muy deprisa, tan deprisa que alcanzamos velocidades supra lumínicas, nuestros cuerpos se difuminan y acaban creando un hermoso aro de luz alrededor del globo terráqueo. Seguimos repitiendo Mumiah…Mumiah…Mumiah…

- Bajo el influjo de este círculo de luz, la Tierra empieza a girar hacia la derecha, rápido, muy rápido, alcanzando velocidades supralumínicas. Se produce un estallido, sus átomos se difuminan en el ambiente y se vuelven a juntar formando un gran corazón. Mumiah…Mumiah…

- Imaginamos que ese corazón de la Tierra empieza a acompasar sus latidos con los de nuestros corazones crísticos, a la par que vamos repitiendo Mumiah, Mumiah…Mumiah…. (no dejamos de hacerlo durante toda la meditación) …como marcando el paso de ese latido.

- Imaginamos que los 72 ángeles, todos los arcángeles y todos los miembros de la Gran Hermandad Blanca unen sus corazones y sus voces etéricas a las nuestras para pronunciar Mumiah, Mumiah…. Subimos el volumen de ese mantra durante unos minutos seguimos pronunciándolo en voz alta sintiendo como su poderosa vibración impregna nuestro mundo celular.

- Cerramos nuestros chakras, damos las gracias a todos los seres de luz que nos han inspirado e iluminado, salimos de la sala de proyecciones, salimos del templo de cristal, bajamos los 9 peldaños.

- Nos encontramos de nuevo en la sala del Mont Saint Michel, reabsorbemos el hilo de luz que nos unía al diamante, deshacemos la pirámide de luz, salimos de la sala, del templo, bajamos la montañita, dejando atrás nuestras túnicas de luz, recuperamos nuestras ropa y nos anclamos al suelo creando unas raíces etéricas que van desde nuestros pies hasta el centro de la Tierra. Desde allí nos trasladamos al lugar en el que estamos haciendo la meditación.

Soleika Llop
http://abriendoconciencia.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

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