Más sobre el libro de la mafia médica

Acabo de ver unos vídeos de la Dra Lanctôt (http://www.rafapal.com/?p=2051#more-2051) y me gustaría compartir unas reflexiones que me han sugerido. Lanctôt afirma que lo que pretende el sistema médico es hacernos enfermar y matarnos. Hablar o pensar con acritud nos sitúa en un extremo, y los extremos no suelen ser lugares cómodos para aparcar. El sistema médico –igual que el económico, el político, el educativo etc..- está dominado por las fuerzas involutivas, las que nos llevan a experimentar y crecer a través de la extrema fragmentación, de la atomización de la materia. Parten desde fuera para llegar adentro...

Ahora mismo, la avanzadilla de la humanidad ha alcanzado los últimos peldaños, las últimas capas del abismo involutivo. Para poder dar el salto que nos permitirá salir de ese precipicio, tenemos que pagar un peaje: el que consiste en empoderarnos, en conectar con nuestra realeza interior, con nuestra grandeza. ¿Será casualidad que ahora mismo y en secreto, se estén encontrando en excavaciones arqueológicas cabezas y trozos de esqueleto de gigantes, de hombres que midieron de quince a veinte metros? Quizás sea esta una forma metafórica de decirnos que ahora nos toca hacer resurgir nuestra condición de titanes, de dioses creadores.

Según la Física Cuántica, pasado, presente y futuro se inter penetran, por tanto, si los titanes han existido hace millones de años en la Tierra (aunque vinieran de fuera), no parece descabellado pensar que forman parte de nuestra psique como arquetipos, como modelos de actuación y que si damos fuerza a esta imagen de seres omnipotentes tal vez lleguemos a materializarla.
Las fuerzas involutivas emplean un sistema de aprendizaje un poco rudo: “Al revés te lo digo para que me entiendas”, lo hemos mencionado en numerosas ocasiones desde estas páginas. Y es que la involución es precisamente esto: seguir el camino invertido, partiendo desde la unidad divina para experimentar la máxima separación de esta unidad.

Imaginemos por un momento una reunión de dioses creadores debatiendo sobre la actual coyuntura terrestre.

- A ver, ¿qué podemos hacer para que los terrícolas empiecen a tomar posesión de su cetro, de su bastón de mando? Ya hemos comprobado que el camino de la conciencia es una autopista muy poco transitada, o sea que por las buenas parece que no lo consiguen

- Yo propongo una estrategia –dijo uno de los asistentes- : hacerles perder la libertad hasta extremos indecibles, irrisorios, rayando el colmo del absurdo. Hacerles vivir bajo la férula del Gran Hermano (como diría Orwell), es decir, sometidos a una intensa manipulación, a un control férreo de su realidad. De esta manera, ha de llegar un momento en el que ansíen con todas sus fuerzas recuperar esa libertad y ese poder de decisión que han perdido

- Muy luminosa la idea, pero ese camino es largo y espinoso

- Si, lo sé, si se os ocurre algo mejor… Sin embargo, se puede imprimir un acelerón apretándoles mucho las tuercas, por ejemplo haciendo una inserción holográfica en la que se cree, de forma artificial, una pandemia, y a ver qué pasa

- Claro, así se crearía una psicosis general que les obligaría a situarse en un bando o en otro: en el de los corderitos asustados que acatan ciegamente las órdenes del pastor (la Organización Mundial de la Salud) permitiendo que les inoculen un caldo de cultivo altamente tóxico –la vacuna- cuyos efectos pueden ser a la larga mucho más perjudiciales que la enfermedad en sí. El otro bando será el de las personas concienciadas capaces de fabricarse una autovacuna con los siguientes ingredientes: alegría, confianza, buena alimentación, baños de sol, ejercicio y, en el mejor de los casos, meditación y conexión con el yo divino.

- Pero con esta estrategia podrían producirse muchas bajas en el bando de los corderitos

- Eso forma parte del plan, ya sabes que no hay evolución sin selección

- Otra manera de provocar una toma de conciencia y hacer que los humanos se hagan cargo de su propia salud es hacer que empiecen a fallar los sistemas sanitarios, o que sean tan inasequibles (como en USA o Alemania por ejemplo) que la mayoría de la población no pueda acceder a ellos

- Claro, tal vez así acaben entendiendo que el hecho de que no exista Seguridad Social –como en USA- no es un atraso ni una lacra sino una oportunidad para empoderarse. Lo cual no es de extrañar en este caso ya que estamos hablando del que se considera como el país más poderoso del mundo a nivel económico. Ese es por lo tanto un lugar en el que la gente lo debería tener más fácil para tomar posesión de su bastón de mando y para salir del bando de los corderitos.
En fin, este diálogo de titanes podría prolongarse hasta el infinito. Pero para volver a lo que apuntamos al principio, quizás sería más apropiado decir que lo que pretende el sistema sanitario actual no es hacernos enfermar sino invitarnos a evolucionar, a tomar conciencia, a empoderarnos.

La luz, cuando no la queremos asimilar, cuando no somos capaces de captarla porque nos deslumbra, acaba disfrazándose de sombra, se reviste de un manto negro y nos dice las cosas al revés para ver si así las entendemos. Pero sigue siendo luz. Si nos situamos en el terreno de batalla de las mafias médicas y del sistema sanitario manipulado por agentes de la luz disfrazados de lobos, tenemos todas las de perder, porque Fu Manchu es muy poderoso.

Por ello, es poco aconsejable recurrir a la descalificación, al juicio y a la demonización. Es como si un niño, con una pistola de juguete, pretendiera enfrentarse a Rambo, no hay nada que hacer. La revolución ha de ser interna, silenciosa, sin violencia, sin estridencias ni aspavientos. Ha de ser la revolución de la conciencia. En cuanto se alcance una masa crítica de personas con las antenas bien levantadas y la conciencia despierta, Fu Manchu se irá debilitando poco a poco porque su carburante son nuestros miedos, nuestra mentalidad corderil, nuestra necesidad de estar sometidos a una autoridad exterior.

Y, ojo, no se trata de sustituir un gurú por otro –como ocurre en muchos casos- de pasar de ser un corderito a las órdenes de la OMS a seguir ciegamente a algún gurú de la Nueva Era, sino de hallar la propia guía interior.

Por todo ello, estoy con la Dra Lanctôt en el fondo pero discrepo un poco en algunas formas. Sin embargo, su valiente toma de posición es algo loable y a buen seguro que habrá removido muchas conciencias en la clase médica.

Desde estas páginas propongo pues que nos vacunemos, pero no contra la gripe A, sino contra la tristeza, la ignorancia, la apatía, la inconsciencia, la seriedad, la angustia, el pesimismo, el muermo, la falta de voluntad, el “corderismo” (valga el neologismo). Y ¿quién es capaz de fabricar esta vacuna? : Nuestro sistema sanitario interior.

A buen entendedor…

Soleika Llop
http://abriendoconciencia.blogspot.com

2 comentarios:

Manuel dijo...

Pienso parecido a como tú, lo único que no me convence de su mensaje y del de otros, es considerar al otro como "enemigo" o algo así, cuando seguramente "hacen lo que tienen que hacer".

Anónimo dijo...

Genial, realmente lo has bordado, Hermana, se puede decir más alto, pero no más claro, deberías lanzarlo a los medios de comunicación que día a día incluyen un manual de instrucciones, -y digo cada día porque es así- de cómo protegerse del virus de la gripe A, de animal o de anormal, porque va dirigida al instinto más primario, (sin la pretensión de ofender al colectivo evolutivo animal), o sea, a la sombra, y ayudaría a concienciarse a una población que necesita algunas voces disidentes que nos lancen mensajes de ilusión no de devastación.Podrías probarlo, jeje.
Milena

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