Una forma mágica de encontrar trabajo

En este mes providencial (a quien quiera saber por qué, le invito a leer la crónica de la Nueva Luna) me están pasando cosas muy hermosas. En mi anterior artículo conté que, en una circunstancia en la cual todo apuntada hacia una tormenta familiar, apareció un maravilloso Sol, en forma de carcajadas.
Me gustaría ahora compartir lo que me ha pasado con mi hijo menor. Después de haberse lastimado la pierna en el pasado mes de Febrero, tuvo que dejar de trabajar para reponerse.

Pero la convalecencia se estaba alargando demasiado y ya iba siendo hora de que se pusiera de nuevo en marcha. Empezó a buscar trabajo, pero yo notaba que no le ponía mucho brío al asunto (por hablar eufemísticamente). Con lo de la consabida crisis tenía una excusa perfecta para seguir engrosando las filas del paro. Un día medité sobre ello y decidí aplicarme mi propia medicina. A veces soy la última en hacerlo, por aquello de que “en casa del herrero…”...

Aprovechando que acababa de impartir el Taller de sanación del arquetipo Padre, pensé que si mi hijo se acercaba a su progenitor, tendría más posibilidades de encontrar trabajo. Existía entre ellos cierto distanciamiento, debido a un grave desarreglo de difícil tratamiento llamado “adolescencia”. La verdad es que los jóvenes de hoy en día no son nada fáciles de torear, vamos, que ni siendo el mejor de los diestros. Y no lo son, en parte porque han asumido inconscientemente el papel, más que en cualquier otro momento, de ayudarnos a descubrir nuestras lacras, contradicciones, incoherencias e iniquidades. Y ello para facilitarnos el paso a la quinta dimensión.

El padre y la actividad social/profesional están inscritos en el mismo sector astrológico, el X. He podido comprobar en infinidad de ocasiones que las relaciones con el padre ejercen una gran influencia sobre el ambiente profesional. Cuando le hablé a mi hijo de esta cuestión no me hizo demasiado caso, para él era como intentar relacionar la gimnasia con la magnesia. Él sabe perfectamente que todo está relacionado, pero una cosa es que lo sepa y otra es que finja no enterarse. Mientras vaya aguantando su deshilachado disfraz de Peter Pan…

No insistí, consciente de que cada ser tiene su momento para despertar y que es preciso respetar este proceso sin intentar acelerarlo (aunque confieso que en alguna ocasión lo intenté, sin éxito alguno). Pero pedí consejo a mis guías, a través de una meditación, me coloqué mentalmente en el Mont Saint Michel, los invoqué a todos y entonces me llegó la idea de imaginar todos los días durante unos segundos que mi hijo y su padre se abrazaban muy fuerte y se decían cosas hermosas.

Los guías me sugirieron que tejiera alrededor de esta imagen central una especie de urdimbre. Me llegó la imagen de un Sol –la idea central- con una serie de rayos. Cada rayo sería una proyección mental relacionada con la idea central. Así que después de pensar en el abrazo, imaginé, o mejor dicho, co-creé, una serie de situaciones que nacían de él, entre otras, que su padre se ponía muy contento, que mi otro hijo también lo estaba al ver a su padre de buen humor y que mi hijo pequeño encontraba trabajo.

Dos días después de haber empezado estas visualizaciones –sin contárselo a nadie de la familia, lo único que hice fue pedir permiso a sus almas- mi hijo se fue a casa de su padre (llevaba dos meses sin hacerlo), para recoger unas pertenencias suyas y ocurrió algo muy curioso: su padre le dijo que le habían llamado de una agencia de colocación para proponerle un trabajo. Digo curioso porque lo habitual era que lo llamaran a su móvil o a mi casa, ya que está viviendo conmigo. Me lo tomé como una broma cósmica pero lo cierto es que aquella misma semana encontró un trabajo en que está muy a gusto. Yo, por si acaso, sigo cada día con las visualizaciones.

Animo a cualquier lector que esté pasando por las mismas circunstancias a que pruebe realizar esta misma visualización y me cuente, a través del blog o de mi correo, cómo le ha funcionado.

Soleika Llop
http://abriendoconciencia.blogspot.com

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