Reencuentro familiar

En estos días que he pasado en la Ciudad de la Luz (eléctrica), he podido comprobar –por si no lo tuviera ya clarísimo- que la Astrología no es algo teórico, sino eminentemente práctico. Vimos en el análisis de la lunación que saldrían muertos de los armarios y viejas heridas de la psique pero que, gracias a la activación de los grados venusinos y uranianos, las cosas podrían acabar en una comilona lúdica y con grandes dosis de amor y comprensión. Pues eso es punto por punto lo que hemos vivido mi hermana Milena y yo en este fin de semana...

Fuimos a Paris a visitar a una tía muy mayor, la cual, tal vez de forma inconsciente, sembró ciertos malentendidos que enfriaron el ambiente familiar. De manera que hacía casi una década que manteníamos –mi hermana y yo- relaciones muy esporádicas con gran parte de nuestra familia francesa. Al sufrir un percance de salud que nos obligó a ingresarla en una residencia, la tía, de nuevo sin proponérselo conscientemente, reunió a todo el clan familiar en su entorno.

Y fue cuando salieron del armario unos fiambres que olían a naftalina, nos dimos cuenta de que se fabuló mucho, que la mitad de las cosas que se habían dicho eran mentiras y la otra mitad falsedades. Y entonces se produjo un maravilloso reencuentro entre todas las “víctimas” de ese chivo expiatorio que fue mi tía, a la que no critico porque ella no hizo más que hacerse cargo de todas las iniquidades de la familia y las reflejó con su comportamiento.

Y el reencuentro fue muy amoroso y absolutamente hilarante, sobre todo teniendo en cuenta que mi tía padece el síndrome de Tourette, que consiste en soltar sin ningún filtro todas las burradas que le pasan por la cabeza, es como si pensara con los altavoces conectados. Hacía años que no reíamos tanto y tan a gusto, en esto coincidieron todos los miembros del clan.

Lo que en un principio iba a ser algo complicado y triste –ingresar a un familiar en una residencia- se convirtió en un motivo para repartir abrazos, achuchones, carcajadas y para exorcizar viejas sombras del pasado.

Como colofón final, cuando salimos de la estación de Perpiñán, vimos un camión de melones franceses ( a los que mi hermana y yo somos totalmente adictas), me acerqué para preguntar el precio –que en España suele ser muy alto- y cuál no fue mi sorpresa cuando me dijeron que eran gratuitos debido a un exceso de producción y que los regalaban, de forma benévola. Nos ofrecieron llevarnos dos cajas con quince melones cada una, fue un regalito del universo, una broma cósmica a la que los ángeles son muy aficionados.

Y todo ello ocurrió durante la lunación de Cáncer, signo que rige la familia. Y cayendo la lunación en mi Casa XII solar, la que tiene relación con las emociones del pasado.

Soleika Llop

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