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El cambio ha sido muy positivo en todos los sentidos, y sobre todo muy sincrónico. Elaboré una lista de las características que necesitaba para el nuevo piso, la coloqué en medio de un triángulo que dibujé en un papel. En cada punta del triángulo escribí el nombre de un ángel (elegidos entre los que rigen mis planetas natales y que forman parte de los 72 ángeles de la Cábala), formulé la plegaria correspondiente a cada uno de ellos y les pedí que me ayudarán a encontrar el piso de mis sueños.
Salí de mi casa a las 10 de la mañana (después de haber hecho este pequeño ritual) y a las 12 del mediodía ya había encontrado lo que necesitaba y con todas las características apuntadas. A las 17 h ya estaba dando la paga y señal. Así funcionan los ángeles. Y lo mismo me ha pasado a la hora de encontrar los muebles y enseres que precisaba, fue pedir y hallar las mejores ofertas sin apenas tener que buscar.
Pero lo más hermoso ha sido poder contar con un equipo de angelotes encarnados, amigos del alma que se han prestado a echarme un cable y que han convertido el traslado en una fiesta y en un encuentro entrañable. Típico de una lunación acuariana.
Espero poder retomar el timón del blog en un par de días, en cuanto haya recolocado todos mis enseres.
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