Esta es una hermosa historia vivida por Iván, de profesión cetrero (adiestrador de halcones) y controlador de fauna en un aeropuerto español. Iván empezó conmigo hace unos meses el camino iniciático de la Alquimia Genética y lo ha aplicado a su trabajo. Lo cual demuestra que esta técnica no sólo sirve para establecer un contacto con el mundo celular o con la maestría interior, sino también con el alma de cualquier ser vivo perteneciente a cualquiera de los cuatro reinos de la naturaleza...
“Cada primavera, después de pasar dos meses con sus respectivos padres, nos llegan pollos de halcón para ser adiestrados para la caza, pero también los adiestramos para que realicen un servicio en los aeropuertos, que consiste en el desalojo de cualquier ave que pueda deambular por las pistas de aterrizaje. Y ello con el fin de impedir que las aves impacten contra los aviones y puedan causar graves accidentes con heridos o incluso muertos como ocurrió hace poco en un aeropuerto de Nueva York.
Pues bien, recibí como es habitual un pollo de halcón peregrino macho para el adiestramiento. Al principio todo iba bien, iba superando correctamente las fases del adiestramiento, pero llegó un punto en que el halcón se negó a participar. No quería volar, yo lo soltaba en el campo para la lección del día y lo único que hacía era alejarse de mí para luego posarse en el suelo.
El primer día, no me preocupé demasiado porque a veces ocurre que un pájaro no quiera volar. Pero pasados unos días, al comprobar que el pájaro no avanzaba en el adiestramiento, lo comenté con mi compañero de trabajo, que es más experto que yo. El intentó seguir con el adiestramiento, sin conseguir ningún resultado. Entonces, me vino la idea de intentar hablar con el alma del ave. Siguiendo los pasos de la Terapia de Alquimia Genética, me puse a meditar, me trasladé mentalmente al Monte Saint Michel y pedí a los maestros poder hablar con el alma del halcón.
Ante mi se abrió un ventanita y, de repente, me encontré sobrevolando lo que a mi me pareció como una especie de desierto típico de México, siguiendo las grietas de las rocas como si allí hubiera habido un río tiempo atrás. En la llanura, me encontré con un indio sentado enfrente de una hoguera. Bajé hasta donde estaba el indio y le pregunté si sabía cómo podía conectar con el alma de Eragon (el halcón).
Me acordaré siempre de la mirada de ese indio y de cómo me dijo, señalando la cima de una pequeña montaña, que allí la encontraría. Subí (mentalmente) a la cima de esa montañita y allí se me presentó una figura que parecía humana.
Le dije que él y yo teníamos un problema y que venía a visitarlo para saber que era lo que le sucedía ya que hasta un punto del adiestramiento todo había sido normal.
Esta entidad de aspecto humano me contestó: “Me molesta mucho la forma en que me vienes a recibir y a recoger para ir a volar”. Hago un inciso para precisar que muchas veces en un aeropuerto, cuando sacamos a los pájaros a volar, cogemos más de uno a la vez y después los hacemos volar de uno en uno.
Continuó diciéndome: “¿Sabes que en la antigüedad sólo los reyes y la alta sociedad eran dignos de empuñar un halcón axial? Pues que sepas que me encantaría que cuando me vinieras a recoger me tratases como tal”. Me quedé fascinado de lo que oí y le dije que de ahí en adelante lo trataría como se merecía y que me disculpara por mi ignorancia. Le di las gracias por la ayuda y me fui.
Al día siguiente, recogí al halcón Eragon de su banco (así se denominan los posaderos de los halcones) de una forma solemne agachándome medio arrodillado como lo solemos hacer con todos pero con la conciencia muy despierta de lo que aquel gesto simbolizaba para él, era digno de un rey. En seguida se subió a mi puño y nos fuimos al campo a volar. Me quedé perplejo al observar cómo voló el pájaro ese día.
Mientras el halcón volaba a unos 100 m de mi cabeza (suelen volar unos 300m cuando están totalmente adiestrados) pensé que era él, el que me estaba enseñando a mi. Gracias a él aprendí muchas cosas acerca de estos reyes del aire, si no fuera por él, sólo conocería la parte exterior de estas excelentes aves. Fue una experiencia entrañable.
Horus fue representado como un hombre con cabeza de halcón, con la corona doble. También, como un disco solar con alas de halcón desplegadas, sobre las puertas y en las salas de los templos. El símbolo jeroglífico del halcón posado sobre una percha se empleó, desde la época predinástica, para representar la idea de dios. También decir que el dios Horus simboliza nuestro sol- conciencia, y creo que eso es lo que ese animal despertó en mi.
Abriendo Conciencia, Charlas, Reflexiones, Meditaciones, material creativo de alto voltaje
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